Hace bastantes
años, una madre me trajo a su hija de unos 17 años, para que le diese
reflexoterapia. Decía que no tenía autoestima, que quería dejar de estudiar
porque le gustaba periodismo y no se atrevía ni a preguntar en clase y con los
amigos su conversación por teléfono era sí, sí, sí, sí, no, no, …., falta de
confianza en sí misma y respeto por cómo era, teniendo la percepción de que
todo el mundo era mejor que ella.
Me dijo que
me la dejaba para el tratamiento, que le habían hablado de mí y que no sabía si
podría hacer algo, pero que la hija decidiría si quería seguir viniendo tras
unas pocas sesiones.
No suelo
preguntar nada, a ninguna de las personas que han venido a lo largo de los
años, les miro los pies e intento explicar por qué tienen los problemas, así
que tras mirarle los pies, recuerdo que la pregunté, que por qué tenía tan poca
confianza en una persona capaz de mover el Universo, me dio sus explicaciones,
todas de falta de autoestima y le hice la pregunta directamente: “¿Cómo moverías el Universo?”.
Me planteó:
la palanca, con grandes máquinas y cuantas soluciones le daban sus estudios y
fantasía, pero la realidad era que le faltaría el punto de apoyo, las
carreteras, o un lugar fuera del Universo desde donde aplicar la fuerza.
Con mala cara
y supongo que pensando, “otro listo”, me preguntó que cómo lo haría yo. Mi
contestación fue, “que desde que ella había entrado, no había parado de mover
el Universo”, es lo primero que te había dicho, que el Universo está en movimiento,
dijo un poco molesta. No estoy hablando de que él se mueva, sino que yo lo
estoy moviendo. Pues no lo veo. Haciéndolo de forma evidente, moví la silla
donde estaba sentado, “lo has visto ahora”. Te has movido tú, pero no el
Universo. “Todo el Universo se ha movido
respecto a mí, cuando yo me muevo toda la Vida cambia y es diferente, porque yo
la veo así”.
Estuvo viniendo
hasta el comienzo del curso, matriculándose en la Universidad en periodismo, su
madre vino un día a decirme, que la habían llamado del colegio porque su hija
le había contestado a la profesora, “que no le importaba cuantas veces había
explicado un tema, si ella no lo había entendido y que por eso estaba
preguntando, que seguiría preguntando hasta que lo entendiese”.
Con sus
amigos argumentaba y al menos hablaba tanto como ellos, cuando decían algo que
no le parecía bien lo argumentaba y pedía explicaciones, aprendió que para
aprender algo solamente se necesita no saberlo y que para ser periodista lo único
imprescindible era lo que tenía, “que no era periodista”, luego podía
conseguirlo.
No he vuelto
a verla, su hermana hace años, me dijo que estaba terminando y que había
escrito algunos artículos.
A veces mover el Universo no es tan difícil,
simplemente es saber que el Universo está y es donde y como tu lo ves. Siempre somos
perfectos, pero no solamente debemos pensarlo, sino estar seguros de que es así,
es lo único que se necesita para que el Universo se mueva eternamente.
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