No pretendo molestaros

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Yui Shin

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿OJO POR OJO?

          Esta es la base de la ley Mosaica, de ahí nuestra incredulidad y perplejidad al mirar la justicia de la Vida. ¿Cómo es posible que a veces, las personas que precisamente son buenas, les ocurren las peores desgracias, sin embargo, la gente mala, que hace daño a los demás, todo le va bien?.
          Independientemente de lo desequilibrada que esté una balanza, si ponemos cosas en el platillo que queremos que gane, lo conseguiremos. Incluso si tenemos que poner un gran número de cosas en dicho platillo.
          Cuál es nuestra dificultad para entender o ver la justicia de la Vida. En cualquier decisión o resultado, sea de un instante o de un largo periodo de tiempo, o de una individualidad ínfima o de un universo, los parámetros que hay que valorar para llegar al resultado son infinitos, algo que escapa a nuestras posibilidades.
          Cuando me han surgido las dudas acerca de la justicia de la Vida, siempre llego a la misma conclusión, “¿Es justa la Vida?, no, la Vida no es justa nunca”, lo que nos lleva a la siguiente pregunta: “¿Es la Vida injusta?, no, la Vida no es nunca injusta”.
          ¿Podríamos dudar alguna vez, la justicia de una balanza diciendo que se ha inclinado hacia el lado equivocado? Nuestro error probablemente está, en que ponemos en un platillo las cosas buenas y en el otro las malas, como es natural y justo.
          Pero, ¿Cómo puede diferenciar la Vida, donde no existe intrínsecamente el bien y el mal, donde no hay dualidad, el bien del mal? Obviamente no lo hace, por eso no puede equivocarse, porque Ella no pone u ordena las acciones u omisiones, en los platillos. Ella solamente es la balanza, donde los infinitos parámetros, de cada individualidad son pesados y se obtiene el resultado para esa individualidad, en lo que se transformará en cada presente.
          El resultado de cada individualidad, está integrado también, por el de las diferentes individualidades de las que forma parte y de la que ella es en esa integración.
          Nosotros tenemos nuestro concepto de lo que es el bien y el mal, pero la Vida acepta que cada acción u omisión, se sitúe en el platillo al que corresponde, por lo que el resultado es determinado no por la balanza, sino por la verdadera naturaleza de las cosas. Es la naturaleza de lo que nosotros creamos lo que determina la Justicia Universal, la Justicia de la Vida.
          Nosotros cuando hacemos el bien o el mal, no pensamos u observamos: la actitud, las motivaciones, el por qué, o las causas últimas de hacer uno u otro.
          Podemos hacer un bien, no pensando en quien lo recibe, sino en la recompensa que esperamos alcanzar, podemos dedicarnos a ayudar a los demás, pero qué hacemos con la vida que nos ha sido encomendada, la nuestra. Incluso querer destruir el mal, implica un deseo asesino de destrucción, es difícil manejar un número infinito de parámetros y más cuando tenemos la preconcepción de en qué lado de la balanza queremos que esté, sin poder analizar la interrelación de todos ellos, ni las múltiples combinaciones y resultados de esta interrelación.
          Pretendemos juzgar a la Vida, a su Justicia, mirando casos y datos con nuestra discriminación, parcialidad e incapacidad de manejar lo infinito. Pero cómo condenar a la balanza que permite que nuestras acciones, omisiones, nuestras vidas, se sitúen en el platillo que corresponde a su naturaleza, aceptando su libertad, sin opinar, discriminar, influenciar o añadir lo más ínfimo que podamos imaginar. Lo que hay en cada platillo es nuestro solamente y por libre elección se ha colocado en el platillo que realmente le corresponde.
          La Vida solamente da lo que hemos ganado, lo que hemos creado, lo que en justicia no puede negarnos porque es nuestro, porque incluso lo que nos da, no puede dárnoslo porque es lo que somos y lo que ella simplemente acepta Ser.



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