Están pasando
tres reportajes documentales en la 2 de Tve, acerca de las migraciones del “Homo erectus y del sapiens”,
desde África hacia el resto del mundo, si bien como sabemos las diferentes teorías
dicen que el “homos erectus”, apareció en varios lugares y evolucionó
paralelamente, si bien posteriormente se fueron mezclando. Lo que nos deja, que
lo que sí hubo ciertamente fueron las migraciones.
En el
documental, se ven las duras vicisitudes a las que tuvieron que enfrentarse,
saliendo en familias o grupos, probablemente no muy numerosos, sin planos, sin
calzado, sin conocimientos de lo que iban a encontrarse. Guiados probablemente
por las “shamanas”, al ser comunidades matriarcales, se aventuran en lo desconocido,
sin preparación y sin medios.
Descubren nuevos
climas, animales, plantas, experiencias que como en cualquier ser que está
naciendo, son por primera vez y sin conocimientos previos. Todo es diferente,
cada día que se mueven lo que encuentran, es la primera vez que ha sido visto
por el aprendiz de “ser humano”. Es, por verlo desde la búsqueda del hombre
moderno, un vivir en el aquí y ahora, en que cada aquí y ahora es la primera
vez que lo encuentran, incluso en su memoria. Pueden compararlo con sus días en
África, pero todo lo que están viviendo y por donde pasan, es por primera vez.
No hay nada
diferente a lo que se vive ahora, o en cualquier tiempo futuro, no hay nada que
pase por segunda vez, en la Vida todo es único, solamente sucede y vive en el
aquí y ahora, que no llega ni a manifestarse. La gran diferencia es el precio,
que nos es exigido por vivir ese momento, por aprender, por desarrollarnos y
caminar hacia la humanización.
Para ellos
cada baya, cada bocado, cada paso, cada pernoctación o descanso, cada vez que
calman su sed o simplemente toman una decisión, el precio es fijo, no hay variación
según lo que obtienen, el precio que les es exigido, es su vida. En terreno
totalmente desconocido en cada paso que dan, alimentos que no saben lo que son
y que si se parecen a los que conocen, pueden ser venenosos, sin armas, ni
calzado, ni ropas adecuadas para los nuevos climas, animales extraños, cuevas
desconocidas y que no saben a quien pertenecen, nieve y tierras no holladas
anteriormente por humanos, solamente la muerte, les espera a cada paso, lo que
les obliga a vivir en el ahora, sin poder moverse. Es precisamente esa
condicionalidad, la que hace que su voluntad por llegar a metas, aún siendo
desconocidas para ellos, crece ilimitadamente, lo que les permite conseguir
aquello que se proponen, que buscan, tanto a nivel individual, como colectivo. Su
avance por lo desconocido, no puede ser realizado en soledad, tiene que ser hecho
como grupo, como individualidad colectiva.
En nuestros días,
nos aventuramos en guerras, en viajes a lo desconocido, en aventuras peligrosas
y en vivir arriesgadamente. El precio a pagar es, un buen televisor, home-cinema,
unos mapas, un viaje guiado, incluso la planificación de verdaderamente ir a la
aventura real, preparándonos adecuadamente y recogiendo la mayor información
posible de las bibliotecas, estudios y si no, entramos en Internet.
Los sueños de
vivir esas aventuras, nos llevan muchas veces a la ensoñación, a desear vivirlo
realmente y cómo Don Quijote, arremetemos contra los molinos de: los
indefensos, de las personas que viven su día a día en paz, contra los débiles,
o contra los que no esperan, ni portan las armas, la frustración y rencor que
esas ilusiones y deseos de sentirnos poderosos y conquistadores nos han
producido.
Nos refugiamos
en videojuegos de conquistas y violencia desmedida, que intentan mitigar esas
frustraciones, esos deseos de sentirnos en peligro, pero sabiendo en nuestro
interior que estamos seguros.
El Buda dice que tenemos que poner todo
nuestro ser, en ser Camino. Dogen que hay que desprenderse de mente y cuerpo.
Lao Tze, que hay que ser uno con el Tao. Los Homo Erectus y Sapiens, que hay
que poner toda nuestra vida, en cada paso, en cada acción, en cada mirada, en
cada respiración. La Meditación nos dice, que somos, justo lo que somos en esta
respiración, que en ella hay que poner toda nuestra vida. Todo, simplemente
para manifestar lo que siempre somos, Vida.
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