Me resulta
conmovedor cuando miro alrededor y veo la infinita inocencia de las gentes que
solucionan nuestros problemas diarios.
En política,
estoy esperando una primera vez, en la cual, diga uno de ellos: “Sí, he sido
yo, lo he robado y además con premeditación”, devolviendo a continuación los
beneficios de su inocencia. Recuerdo cuando una muchacha en un arrebato de pasión
incontrolable, se manchó el vestido y en su inocencia lo guardó de recuerdo, le
reportó un montón de dinero, pero no lo hizo premeditadamente sino en un
arrebato.
Tenemos contables,
que con profunda responsabilidad, se llevan a casa notas escritas a mano, de su
trabajo, para que en caso de algún fallo, poder arreglar las cuentas para que
sus jefes no tengan problemas con hacienda. En su infinita inocencia, se acordó
de poner sus escritos en un pen-drive, pero no pensó en grabar con su teléfono móvil
o tomar fotografías, o algo firmado por alguien que no fuese él, porque habría
sido deshonesto.
Tenemos más
lejos, al Gran Putín, que jura y perjura que no ha mandado armas, ni soldados y
que todo lo hace por ayudar a los pobres, ayudar humanamente a los que no
tienen rubor en matar al pueblo, con tal de conseguir el poder.
La inocencia
y la mala memoria de quien, estaba cercano al poder que nos arruinó, dejándonos
una deuda de cientos de miles de millones, un paro galopante, y problemas en
cada rincón. No se muchas matemáticas pero me gustaría que uno de esos políticos
me lo explicase: “Si se le cortan los cables a un ascensor en el último piso, y
el pueblo lo tiene que parar con los dientes, cuando pare, ¿Seguirá estando en el último
piso, habrá descendido? Y si lo ha hecho, ¿Hasta dónde?”.
Nos sentimos
culpables, por las personas que mueren intentando cruzar el Mediterráneo. Pero,
¿Por qué lo hacen?. Tienen gobiernos y ejércitos, que manejan grandes
cantidades de dinero, llevan peleándose unos con otros, desde que eran tribus. Y
lo único que quieren es ir a un sitio donde les regalen derechos. Pienso en mi
inocencia, que lo importante sería obligar a sus dirigentes a devolver lo que
han robado, a sus ejércitos a ayudar en lugar de matarlos, a sus odios a
convivir, conseguir, lo primero comida en lugar de armas, porque los que nutrimos
de gente a esa maquinaria somos nosotros. Hay que decir “¡¡¡¡NO!!!!, en algún
momento. Para poder vivir en cualquier lugar de la Tierra que deseemos, lo
primero debe ser, saber convivir en nuestro propio país.
Tenemos cada
día, más políticos pillados o sospechosos, de haberse confundido de dónde debían
ingresar el dinero, o el uso que debía dársele. Pero tanto sus partidos,
compañeros, camaradas, usuarios de carnet y simpatizantes, ponen sus manos en
la hoguera defendiendo su inocencia, hasta que es imposible de defender.
Tenemos una
Andalucía y siento hablar de ella por ser mi tierra, en la que han desaparecido
misteriosamente y con buenas intenciones, miles de millones, y eso en poco
tiempo. Me acuerdo de lo de la regla de tres, “”Si en pocos años, se ha sabido
que se han extraviado …-… millones, ¿cuántos se pueden haber
extraviado en el total de democracia, y cuántos no han sido descubiertos? Lo curioso
es que no se encuentren los justificantes, ni los papeles, acreditando la buena
intención, al usarlos. ¿O acaso será el momento de pasión, en el que no pides
papeles y es suficiente con ser conocido de algún amiguete?.
Tenemos grandes
muchimillonarios, surgiendo en países que no debería haber grandes diferencias
sociales. Tenemos quienes piden dinero para pagar dentro de 50 años, cuando
ellos no estén en el poder, las gentes que se van a beneficiar de: subida de
sueldo, ayudas sociales, sueldo para vivir sin trabajar, funcionariado general
y por derecho, para todos los que no tengan otro trabajo, pudiendo seguir con el
tipo de vida que los arruinó, serán las que no tendrán que devolverlo, sino sus
hijos y nietos. Solamente hay que ir con el ego subido a pedir limosna y si se
ponen tontos, se les amenaza con ir a pedirla a otro. Lo importante es que sea
dinero de otro, que es lo que verdaderamente se maneja en política.
Nunca he
podido entender, qué es lo que permite que nuestra inocencia, no solamente la
del pueblo, sino la de los políticos, los banqueros sacrificados por el
bienestar de sus clientes, o los sindicatos que tras muchos años de subvenciones,
no conozco ninguna cooperativa creada con ese dinero, o el trato que les dan a
sus empleados y no me refiero a los piquetes, tantos y tantos poderes que por
supuesto solamente tienen ansias de poder, permanezca impoluta.
En mi inocencia me pregunto, hasta cuándo
seguiremos destruyéndonos, hasta cuando seguiremos sin sentir nuestra responsabilidad,
hasta cuándo seguiremos matando a las gallinas de los huevos de la convivencia:
el amor, la humanidad, la honestidad, la dignidad, la responsabilidad. Cuándo dejaremos
de culpar a los demás, para en lugar de pedirla, aprendamos a usar la dignidad,
palabra erradicada de nuestro diccionario, maldita en los centros de poder,
desconocida por el pueblo que sigue nutriendo esos centros, que engrasa su
maquinaria, que ejecuta sus deseos.
Hay un día de los Santos Inocentes, lástima
que lo nuestro, solamente sea la película.
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