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Yui Shin

domingo, 15 de marzo de 2015

EL ORIGEN DEL MAL

          Es complicado, establecer un origen para el azote de la sociedad y de la vida, el creador de todo lo negativo y dañino que nos acontece: El mal.
          Todas las religiones nos hablan de un Ser, Entidad, Nada o Algo, que es: Infinito, Absoluto y Eterno, sin principio, ni final, cuya Naturaleza principal es el Amor.
          Siendo esto así, se hace complicado comprender, la necesidad de este Absoluto de crear el mal. ¿Cómo podría explicarnos la necesidad de crear al diablo, el infierno, el mal?
          Pienso que al final al menos para mí, lo simple es ir a lo simple, la dualidad, el Yin y el Yang, al Taoísmo que basta que quieras, desees, veas o percibas una cosa, para que estés creando su opuesto.
En el Principio, obviamente todo era Uno, lo de antes del principio, algo he escrito acerca de él, pero solamente podemos elucubrar sobre ello. Este Uno, independientemente de su tamaño, solamente puede tener dos mitades, al ser dos y que una era opuesta siempre a la otra, pues eso, a lo simple, llamémosle “dualidad”. Los chinos que en esa época vivían principalmente en China, llamaron a una mitad Yin, lado oscuro o sombreado de la montaña, simbolizando ese aspecto de la dualidad y a la otra Yang, lado soleado o luminoso de la misma montaña. Establecieron que tenía que ser de la misma montaña, principalmente porque como hemos dicho, solamente había Uno, además si lo hiciésemos de dos montañas, podríamos elegir lo que nos gustase, las dos de sombra o de sol, pero nos sobrarían las otras dos mitades, que no podrían ser montaña.
Si miramos la dualidad de este Uno Absoluto, la mitad Yang, sería: la realidad, lo que existía, lo real. Esto haría que la otra mitad Yin, fuese: lo irreal, lo inexistente, la irrealidad. El Yan es lo positivo el Yin lo negativo, por lo que lo real, lo que existe es: lo Positivo, el Bien, el Amor, que sería el aspecto Eterno, el Yang. Mientras lo irreal, lo inexistente y por tanto necesitando ser continuamente creado para manifestarse, sería el Yin, el mal, la indiferencia, el desamor.
Antes de este Uno, obviamente si no hay algo, no puede haber mitades y por tanto dualidad, este no existir ni el Uno, podríamos también mirarlo desde diferentes puntos: El Vacío, la Nada, la Seidad que al no poder percibirse a sí misma, no sabría de existencia o inexistencia de ese Uno, en cuyo caso podría existir el mismo Universo que tenemos, pero no habría podido percibirse a sí mismo al no estar creado el aspecto Yin.
En nuestra dualidad, deseamos la desaparición o destrucción del mal. A lo que dedicamos todo nuestro esfuerzo, a lo largo de nuestras vidas finitas. Cuando se lanza una mentira, algo que es inexistente, se le da entidad a base de repetirla y cuanto más se lucha por destruirla, más real se muestra como verdad.
El alimentar el mal, no es algo que nos planteamos conscientemente, pero ¿dónde están sus alimentos? Al tratar de extinguir el mal, algo que no tiene existencia propia, la energía que producimos es de: rechazo, odio, repulsión, sentimientos asesinos, pelea, guerra sin cuartel. Algo que es la carta de un restaurante de lujo para el mal.
Otras veces creemos en él y tratamos de alimentarlo: propugnándolo, protegiéndolo, practicándolo, y creando los medios para su fortalecimiento.
Queremos extinguirlo con leyes, con derechos, pero, ¿Qué necesidad habría de ello si no estuviésemos inmersos en él?
         El Buda dice que: “El odio (el mal), nunca se extingue por el odio (odiarlo) en este mundo; solamente se apaga a través del amor. Tal es una antigua ley eterna”. Buddha. Dhammapada.
"En verdad que vivimos felices si no odiamos a aquellos que nos odian, si entre hombres que nos odian habitamos libres de rencor". Buda. Dhammapada
“El hombre que tiene miedo, busca refugio en los montes, en los bosques sagrados o en los templos. Sin embargo tales refugios no sirven, pues allí donde vaya, sus pasiones y sus sufrimientos lo acompañarán.” Dhammapada 14:10-11.
          No importa el mundo que deseas, siempre obtenemos lo que hemos creado.
"Apresuraos en hacer el bien; refrenad vuestra mente hacia el mal, ya que quienquiera que es lento en hacer el bien, se recrea en el mal" Dhammapada Cap. 9
La no manifestación del mal no es por consecuencia de luchar con él, sino por: crear, hacer, actuar y finalmente ser, el Bien.
          El Tao Te King nos dice: “Bajo el cielo, cuando algo se concibe como bello, aparece lo feo. Cuando todos reconocen algo como bueno, surge lo malo”.
          Reconocer, percibir, concebir,  es crear u originar el principio, el nacimiento de la dualidad. No importa qué aspecto deseas o tratas de instaurar, la energía, la lucha, el propio deseo creará siempre su opuesto.
          Es por ello que Vida, solamente se puede Ser, ser Vida significa: no hacer, no percibir, no crear, no desear. Es, ser lo Positivo, el Amor, el Bien sin originar la dualidad, Siendo, sin saber, percibir o conocer, Qué.
          Todo lo que crea dualidad, todo deseo, toda lucha, toda percepción, es el origen de la manifestación de lo Negativo, del Mal. Evitarlo, significa ser: Vida, Amor, porque en ser no hay dualidad.


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