No pretendo molestaros

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Yui Shin

domingo, 1 de marzo de 2015

LA LIBERTAD DE VIVIR

          Casi nadie nos preguntamos, ¿Cómo he llegado aquí?, cuando la vida y la salud nos sonríen, quizás pensando, que es lo que nos merecemos por nuestro esfuerzo y buen hacer. Pero cuando: la salud que tenemos, la vida, la situación y posición social, los resultados de lo que hemos hecho en nuestras vidas, no es el que deseamos o creemos merecer, las preguntas surgen, buscamos la responsabilidad y al culpable, de que nos hallan engañado, de lo que hemos recibido por nuestro buen hacer.
          Es entonces, cuando nos acordamos de: Dios, el karma, los políticos, el destino, los demás en general, para ver quién y donde está la culpabilidad o la respuesta de, ¿Cómo he llegado aquí?.
          Pero nuestra estupefacción llega a límites extraordinarios, cuando la situación es de: accidentes, enfermedades raras que nadie quiere tener y muchas otras situaciones para nosotros inexplicables, de cómo han podido ocurrirle a esa persona y en estas circunstancias. Pero quizás sean los problemas que le ocurren a la infancia los que nos dejan anonadados, no encontrando explicación a esas situaciones de: Hambre, maltrato, abusos, enfermedades. Es cuando nos surge el ¿Por qué?, desde lo más profundo, pues no encontramos explicación, de algo que le es dado a quien acaba de llegar, a quien todavía no ha hecho nada para ganar lo que tiene.
          En primer lugar los conceptos que manejamos, están creados en la antigüedad y llamados con una o varias palabras que tenían un sentido y explicación para ellos, pero las traducciones nos han llevado a quedarnos en la explicación, más que en el concepto. Es como mirar varias fotos de árboles, tituladas todas, “Árbol”. Obviamente para el que oye la palabra, no puede entender y a veces ni tan siquiera acercarse, a lo que comprende la persona que está viendo las fotos (el concepto).
          Miramos el Karma, como una serie de reglas arbitrarias, creadas por alguien que no tiene sentimientos y que simplemente impone unas leyes sin pensar en Justicia, sin pensar en el amor y la compasión.
          Como yo lo veo, no hay nadie que imponga unas normas, leyes, o deseos arbitrariamente, simplemente hay una Vida cuya forma y expresión hemos recibido la libertad de crear. Podríamos pensar en un pintor que ha creado un cuadro de invierno, cuando cansado del frío, quiere que el cuadro se transforme o cambie a uno de primavera, este no lo hará por sí mismo. El cuadro expresa lo que el pintor es, está hecho a imagen y semejanza del alma del pintor, pero no puede transformarse por sí mismo. Este más o menos es nuestro concepto de Dios, del Creador, el responsable de nuestro eterno invierno, sufrimiento e inhumanidad, el creador de nuestras desdichas.
          El verdadero Creador, el Ser, no ha pintado un cuadro, “¡¡Es el cuadro!!!!”, por eso es el Ser, la Seidad del cuadro. Pero el cuadro está imbuido de Vida, una Vida que tiene por naturaleza la Libertad, de la que participa cuanto es plasmado en el cuadro. Es esa Libertad y el Amor y Entrega del Creador, lo que impide que pueda ser borrado, alterado o cambiado, el más simple de los trazos, el más ligero de los colores, con los que el cuadro se autocree. Es nuestra Libertad y nuestra responsabilidad única, lo que hay en el cuadro, es por lo que en su profunda Compasión, en su infinito Amor, Dios, el Creador, Buda, le dio la Naturaleza de Impermanencia, de Cambio, constante, para que pudiésemos cambiar, modificar o crear un cuadro, sin tener reglas, leyes o modelos, hasta ese punto es el Amor, la Compasión de la que somos manifestación. No hemos sido creados como simple forma, hemos sido puestos en la Vida como creadores de la forma en que la expresamos.
          Si tiramos unos dados en el suelo de una calle llena de muchedumbre en movimiento, si muchos de ellos tiran dados también; si los premios, están escritos en una lista infinita en constante movimiento, que muestra solamente diez premios y al entrar apuntamos los premios y los números que hay en ese momento. Al recoger los dados, sumar los puntos y dividirlos por el número de parejas de dados, difícilmente nos coincidirían los premios con los números que tenemos apuntados, porque todo está en movimiento y cuentan las acciones del conjunto, aparte de las nuestras.
          Nuestro resultado como ser: en apariencia, salud, personalidad y la mayor parte de los detalles, están grandemente influenciados por cada una de las células, estas además están influenciadas por cada uno de los cromosomas, estos por todo lo que ha sido hecho, o dejado de hacer, desde el principio de los tiempos y por todas las especies y tipos de vida. Esto es lo que determina lo que somos en un momento dado. Pero no es el Karma, un dios caprichoso y poderoso, o un destino inmutable quien decidirá lo que seremos en otro momento, en otro ahora. No es la genética, ni la sociedad, ni la familia, ni el punto de desfallecimiento al que hemos llevado a la Tierra, nuestro cuerpo Madre, lo que determinará lo que podemos ser.
          Solamente el Amor, la Aceptación, el ejercicio y manifestación de nuestra Responsabilidad, son los que determinarán lo que seremos, la forma que tendremos como expresión de Vida, porque somos Vida y los creadores de su manifestación en la forma. Si deseamos una salud, una sociedad, una manifestación, diferentes de nuestra Humanidad, tendremos que crearlas, individualmente, porque no tenemos una Libertad para todos, no la tenemos porque es lo que somos y tendremos que manifestarla, para que no puedan manifestarse: los abusos, las enfermedades, el hambre, la injusticia, la inhumanidad.


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