Era el Séptimo día en
un amanecer, Dios estaba paseando por el Paraíso. Llevado por su Amor, miró
hacia la Tierra y observo la gran espiritualidad de los monjes, en los templos
de las grandes montañas de China, vio que también lo hacían en los Himalayas tibetanos,
que los sadhus buscadores de la Verdad, se retiraban a las montañas, los mayas,
y tantos y tantos buscadores del Camino, retirados, realizando esfuerzos
sobrehumanos para alcanzar la espiritualidad perdida, que en las montañas
duelan.
En su infinito Amor, en su infinita Bondad,
sintió compasión por ellos, y para que no necesitasen esforzarse, para que no
viviesen en soledad y todos pudiesen vivir en la espiritualidad, quitó los
valles de la Tierra.
La Humanidad camina ahora perdida, buscando
una montaña.
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