No pretendo molestaros

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Yui Shin

viernes, 8 de mayo de 2015

BESANDO A VIDA


          Debido a las bases que hemos establecido en nuestra vida, cada vez nos es más complicado entender las palabras, historias, cuentos y lo que los Maestros hicieron desde su experiencia personal, para hacernos más fácil la búsqueda de la espiritualidad, para decirnos que nuestros sueños, son solamente la realidad que no somos capaces de ver, que nuestra percepción de la Vida desde la dualidad, nos está impidiendo ver y vivir en la felicidad.
          Ayer en unos comentarios me decían que: “Pero, como hacer las cosas diarias, conseguir retos, arreglar problemas..etc, sin percibir, simplemente siendo? Es muy difícil de conseguir esto. A no ser que uno escoja la vida contemplativa y se aísle del mundo, entonces sí que es fácil llevar a cabo todo lo que dices”.
Como a veces el problema es que intentamos entender estas cosas desde los niveles elevados de la espiritualidad, respondí desde el lugar donde estamos todos, donde tenemos que realizar todos estos sueños espirituales, en el lugar donde realmente decía Buda que hay que realizar lo que nos dijo, aquí: “Cuando besas a un chico que te gusta mucho, puedes pensar en besarle bien, mejor que ninguna otra, y le darás un beso espectacular, que competirá con cualquier otro. Puedes también besarle, olvidándote del beso, no sabiendo quien es él y quién tú, simplemente entregándote y viviendo el beso, siendo beso. Pensamos tanto en vivir y conseguir cosas, que nos olvidamos de vivir y ser lo que somos, utilizando lo que hay”.
          Es por ello que nos llenamos de frases bonitas para casi todo, pero es para cómo queremos que sean los demás, la vida, la forma en que deben de amarnos, de sentirnos. Encontrando un solo camino que es el rechazo o destrucción de la vida que tenemos, porque es una vida de corrupción, de egos, de poderes, de abuso del fuerte, de apego a la materia, de guerras.
          Pero es la que hemos creado, si la destruimos o rechazamos, ¿Qué será de sus creadores?.
          Creemos que podemos discriminar, escoger, elegir, destruir, una mitad, para que nos quede la que hemos elegido, la buena, la ideal, la espiritual.
Por ello a veces cuando leemos una frase, olvidamos todo lo que sabemos y nos aferramos a las palabras, y al entendimiento de nuestros deseos: “La noche es la mitad de la vida y la mejor mitad.” Goethe.
Pero la mitad de la Vida, no es vida. Cuando la ves o deseas en dos mitades separadas, la mejor o la peor, dependiendo de cómo las miras, una será en la que estás y la otra donde no. Unas veces sentirás frustración y miseria, porque estás en la que no te gusta, otras, miedo de que cambie, termine o seas expulsado, porque estás en la que sí te gusta.
          Por ello un Maestro dijo: “Haz la mínima distinción, percibe la mínima dualidad y separarás cielo y tierra en tu vida”. Es una frase que recurro a menudo porque casi nunca la tenemos en cuenta.
          En general siempre decimos cómo debemos ser amados, porque partimos de que son los demás los que tienen que conseguir hacer realidad nuestro sueño. Pero miles de Maestros nos han dicho que es una cuestión personal, que es en nosotros donde hay que buscar la Verdad, que somos nosotros los que debemos crear la vida de nuestro sueño y que para ello hay que conocernos, no nuestra percepción de lo que somos, sino más allá del ego, del yo que separa a lo demás y yo, que está fuera del mundo contra mí.
          Llamamos amor, a que nos sean fieles, nos cuiden, nos respeten, nos mimen y que sean como soñamos y que estén a nuestro lado siempre que nos haga falta. A veces incluso encontramos una persona así, pero o no es bueno en la cama o ya hemos aprendido todo lo que sabía, o trabaja demasiadas horas para darnos lo mucho que pedimos, o es tan fiel que no le da “vidilla” a la relación, por lo que buscamos alguien que nos de morbo, que sepa mucho de cama y que nos use para su propia satisfacción.
          Desde antes de nacer hemos tenido la pareja ideal, la pareja que no nos abandona ni después de la muerte, que se entrega a nosotros sin importarle si somos: “Buenos o malos; expertos en técnicas sexuales o inexpertos; de eyaculación retardada, controlada o precoz; fríos o ardientes; de una tendencia sexual u otra; espirituales o físicos; egoístas o generosos; que nunca nos pide, ni exige; acepta y se conforma con todo lo que hacemos o le damos; que nos comenzó a amar antes de conocernos, que nos amará después de la muerte, que nos ama, hasta no saber quién somos o cómo somos, que su amor perdona nuestras continúas infidelidades, porque debido a su Amor por nosotros, nos Acepta más allá de lo que podamos imaginar que podríamos hacer para defraudarla, porque es tal su entrega que no es nada sin nosotros, ¿su nombre?, por llamarla de alguna manera podríamos llamarla Vida, aunque perfectamente podríamos llamarla Yo”.
          Dice Lao Tse, que se es inmortal cuando eres uno con el Tao, con la Vida. Ella ya nos ama hasta ser una con nosotros. Solamente falta que nosotros correspondamos a ese amor, dejando de buscar los amoríos con: egos, poderes o satisfacciones que nos llenen de prepotencias satisfechas, buscando en la infidelidad el sentimiento de culpabilidad que nos hace percibir que vivimos, porque ser Vida, entregarnos en ese profundo amor que nos hace uno, es ese beso en el que: nos olvidamos del beso, no sabiendo quien es ella y quién yo, simplemente entregándonos y viviendo el beso, siendo beso, siendo Vida.


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