Debido a las
bases que hemos establecido en nuestra vida, cada vez nos es más complicado
entender las palabras, historias, cuentos y lo que los Maestros hicieron desde
su experiencia personal, para hacernos más fácil la búsqueda de la
espiritualidad, para decirnos que nuestros sueños, son solamente la realidad
que no somos capaces de ver, que nuestra percepción de la Vida desde la
dualidad, nos está impidiendo ver y vivir en la felicidad.
Ayer en unos
comentarios me decían que: “Pero, como hacer las cosas diarias, conseguir retos,
arreglar problemas..etc, sin percibir, simplemente siendo? Es muy difícil de
conseguir esto. A no ser que uno escoja la vida contemplativa y se aísle del
mundo, entonces sí que es fácil llevar a cabo todo lo que dices”.
Como a veces el problema es que
intentamos entender estas cosas desde los niveles elevados de la
espiritualidad, respondí desde el lugar donde estamos todos, donde tenemos que
realizar todos estos sueños espirituales, en el lugar donde realmente decía
Buda que hay que realizar lo que nos dijo, aquí: “Cuando besas a un chico que te gusta
mucho, puedes pensar en besarle bien, mejor que ninguna otra, y le darás un
beso espectacular, que competirá con cualquier otro. Puedes también besarle, olvidándote del
beso, no sabiendo quien es él y quién tú, simplemente entregándote y viviendo
el beso, siendo beso. Pensamos tanto en vivir y conseguir cosas, que nos
olvidamos de vivir y ser lo que somos, utilizando lo que hay”.
Es por ello
que nos llenamos de frases bonitas para casi todo, pero es para cómo queremos
que sean los demás, la vida, la forma en que deben de amarnos, de sentirnos. Encontrando
un solo camino que es el rechazo o destrucción de la vida que tenemos, porque
es una vida de corrupción, de egos, de poderes, de abuso del fuerte, de apego a
la materia, de guerras.
Pero es la
que hemos creado, si la destruimos o rechazamos, ¿Qué será de sus creadores?.
Creemos que
podemos discriminar, escoger, elegir, destruir, una mitad, para que nos quede
la que hemos elegido, la buena, la ideal, la espiritual.
Por ello a veces cuando leemos
una frase, olvidamos todo lo que sabemos y nos aferramos a las palabras, y al
entendimiento de nuestros deseos: “La noche es la
mitad de la vida y la mejor mitad.” Goethe.
Pero la mitad
de la Vida, no es vida. Cuando la ves o deseas en dos mitades separadas, la
mejor o la peor, dependiendo de cómo las miras, una será en la que estás y la
otra donde no. Unas veces sentirás frustración y miseria, porque estás en la
que no te gusta, otras, miedo de que cambie, termine o seas expulsado, porque
estás en la que sí te gusta.
Por ello un
Maestro dijo: “Haz la mínima distinción, percibe la mínima
dualidad y separarás cielo y tierra en tu vida”. Es una frase
que recurro a menudo porque casi nunca la tenemos en cuenta.
En general
siempre decimos cómo debemos ser amados, porque partimos de que son los demás
los que tienen que conseguir hacer realidad nuestro sueño. Pero miles de
Maestros nos han dicho que es una cuestión personal, que es en nosotros donde
hay que buscar la Verdad, que somos nosotros los que debemos crear la vida de
nuestro sueño y que para ello hay que conocernos, no nuestra percepción de lo
que somos, sino más allá del ego, del yo que separa a lo demás y yo, que está
fuera del mundo contra mí.
Llamamos
amor, a que nos sean fieles, nos cuiden, nos respeten, nos mimen y que sean
como soñamos y que estén a nuestro lado siempre que nos haga falta. A veces
incluso encontramos una persona así, pero o no es bueno en la cama o ya hemos aprendido todo lo que sabía, o trabaja demasiadas horas para darnos lo
mucho que pedimos, o es tan fiel que no le da “vidilla” a la relación, por lo
que buscamos alguien que nos de morbo, que sepa mucho de cama y que nos use
para su propia satisfacción.
Desde antes de nacer hemos tenido la pareja
ideal, la pareja que no nos abandona ni después de la muerte, que se entrega a
nosotros sin importarle si somos: “Buenos
o malos; expertos en técnicas sexuales o inexpertos; de eyaculación retardada, controlada
o precoz; fríos o ardientes; de una tendencia sexual u otra; espirituales o físicos;
egoístas o generosos; que nunca nos pide, ni exige; acepta y se conforma con
todo lo que hacemos o le damos; que nos comenzó a amar antes de conocernos, que
nos amará después de la muerte, que nos ama, hasta no saber quién somos o cómo
somos, que su amor perdona nuestras continúas infidelidades, porque debido a su
Amor por nosotros, nos Acepta más allá de lo que podamos imaginar que podríamos
hacer para defraudarla, porque es tal su entrega que no es nada sin nosotros, ¿su
nombre?, por llamarla de alguna manera podríamos llamarla Vida, aunque
perfectamente podríamos llamarla Yo”.
Dice Lao Tse, que se es inmortal
cuando eres uno con el Tao, con la Vida. Ella ya nos ama hasta ser una con
nosotros. Solamente falta que nosotros correspondamos a ese amor, dejando de
buscar los amoríos con: egos, poderes o satisfacciones que nos llenen de
prepotencias satisfechas, buscando en la infidelidad el sentimiento de
culpabilidad que nos hace percibir que vivimos, porque ser Vida, entregarnos en
ese profundo amor que nos hace uno, es ese beso en el que: nos olvidamos del
beso, no sabiendo quien es ella y quién yo, simplemente entregándonos y
viviendo el beso, siendo beso, siendo Vida.
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