Dicen los
Maestros, que hay que tener cuidado con lo que le pedimos a la Vida o simplemente
pedimos, porque a veces nos es concedido.
Cuando algo
nos es dado, no solamente recibimos el disfrute y la posesión de lo concedido,
también contraemos la responsabilidad no solamente de lo que hacemos nosotros
con ello y de los resultados de nuestro uso, sino que: el bienestar, la vida y
las necesidades y consecuencias de la actividad de ellos, es responsabilidad
nuestra. Hemos pedido, no el poseer lo que nos es concedido, lo que realmente
nos es concedida es la responsabilidad: De defender el bienestar y su libertad
por encima de las nuestras, la continuidad en su vida, proporcionarles sus
derechos, alimento, un hogar digno y hacernos responsables de las consecuencias
que su integración social acarreen.
Por mi parte:
no soy cazador, ni pescador, soy vegetariano, me gustan los animales en
libertad y procuro respetarles y ser amigo de los que desean serlo míos,
dejarles en paz a los que no quieren que me acerque y siendo su amigo en la
distancia.
Pero no, no
soy activista. Nunca he creído en la imposición de mis conceptos, ni en desear
el mal a los que piensan diferente y cazan, pescan o comen carne. Tampoco lucho
por la desaparición de las costumbres antiguas, no voy a ellas, ni tan siquiera
invitado y gratis; he estado en festivales costumbristas en zonas alejadas o en
tribus, en las que al estar de invitado no podía negarme, incluso he comido
carne, a veces ni tan siquiera he preguntado de qué, al final era una vida que
mantenía la mía, al igual que las verduras, legumbres, frutas y demás vegetales,
o la vida de los componentes del aire, o las del agua.
Pero sí que a
veces pienso que cómo es posible que destruyamos los bosques, los mares,
contaminemos el aire, exterminemos en nuestra expansión, el hábitat de
innumerables especies animales y vegetales, terminando con su posibilidad de
supervivencia. Fumigamos y lanzamos innumerables pesticidas, bactericidas, y
tantos agentes que impiden la vida de plantas y animales, exigimos tantos bienes
y alimentos que impedimos la vida natural, además de destruirla. Comemos carne
y matamos a los animales, sin que hallan vivido, disfrutado o tenido una
actividad propia de su especie, tenemos mascotas y las alimentamos con carne y
despojos de otros animales, comemos verduras que son: sulfatadas, obligadas a crecer
con fertilizantes, puestas sin posibilidad de conocer otras plantas y solamente
para que vivan hacinadas, para un mayor beneficio y cantidad.
Hay algunas
especies que en el poco terreno, con las condiciones que estamos produciendo y
con la exigencia de que no nos molesten, incluso podrían desarrollarse al menos
en pequeñas cantidades. Pero para otras, las condiciones a las que hemos llevado
sus hábitats, su supervivencia sería imposible.
Tenemos a las
mascotas, en unas condiciones que nos parecen ideales, que ellas agradecen,
porque saben de alguna manera, que son en las únicas en las que las dejaremos
vivir. Pero la mayoría de las veces es: el cariño y la compañía que sentimos
nosotros al poseerlos, el motivo de que sus vidas sean perdonadas, que
aceptemos comprarles alimentos preparados, de carnes de otros animales
sacrificados o los despojos de los que nosotros hemos comido, que les vistamos
con ropas o les disfracemos para que sintamos que tenemos una familia.
Queremos terminar
con las costumbres antiguas, porque vemos el sacrificio y el sufrimiento animal,
deseando el mal de las personas que sí desean su continuidad. ¿Estaríamos dispuestos
a aceptar el gasto que implicaría, el mantener en las mismas condiciones en las
que viven ahora a estos animales, a pagar los sueldos de todas las personas que
viven de estas actividades?. Aceptaríamos en convivir en grandes espacios todos
juntos, para rentabilizar el terreno y que les quedase más espacio virgen a los
animales y que vivan en libertad, renunciaríamos a tantos bienes y necesidades,
como despilfarro de carburantes y energías, para que las aguas y la atmósfera
permitiese una salud mejor en animales y plantas.
Las mascotas son castradas,
alimentadas con alimentos que no comerían en libertad, encerrados en un pequeño
espacio, los animales son criados hacinados, cebados, drogados y asesinados
(sin sufrimiento) para que nos enriquezcan el paladar y la gula, los vegetales
no tienen mejor vida. Pero nos preocupan animales que viven en un espacio más
amplio, que pastan en el campo en semilibertad, que son criados con más cariño
que los usados como alimento, y que al final tienen una remota posibilidad de
luchar por su vida.
Voy a seguir sin ir a velo, sin verlo
en televisión, pero tengo dudas entre que sufran al morir o que al no ser
rentables, les sea permitido vivir.
Es la responsabilidad lo que la Vida
nos da con nuestros deseos, no el disfrute y posesión de lo entregado, porque de
todo lo que recibimos, lo más importante, lo más grandioso, es el responder con
nuestra responsabilidad de su libertad.
Génesis 2:19-20
19-20 “Y Dios el Señor formó de la tierra
todos los animales y todas las aves, y se los llevó al hombre para que les
pusiera nombre. El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos, a
todas las aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó. Sin
embargo, ninguno de ellos resultó ser la ayuda adecuada para él”.
Ellos fueron puestos a nuestro
cuidado, para que aprendiesen, para que nos acompañasen y alimentasen, para que
les alimentáramos incluso con nuestro cuerpo, porque toda la creación es una
sola Vida, de la que somos responsables en su manifestación y forma de
relacionarse.
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