Nos dicen los
Maestros que hay que vivir intensamente, profundamente, que hay que entregarse
a cada instante de nuestra existencia, de nuestra vida, de nuestra manifestación.
Es algo que
vemos complicado, difícil, si no, imposible de realizar.
Pero es en lo
simple donde se realiza esta actitud, porque no existe la complicación para el que
vive, sino para el que analiza la vida.
Al leer,
generalmente lo hacemos en un idioma que comprendemos, si no entendemos lo
suficiente usamos diccionarios. El error está en que compramos diccionarios más
gordos y extensos, cuando queremos comprender mejor lo que hemos leído.
Hemos puesto
toda nuestra atención, hemos analizado cada palabra, nos hemos aislado para no
ser distraídos o interrumpidos.
Pero nos
hemos sentado con nuestra mente, con nuestros conocimientos, hemos sentado al
yo que conoce y sabe.
Hemos olvidado sentarnos, siendo lo
que somos, la cristalización, el resultado, la fructificación, de un pasado
desde el origen de los tiempos. Nuestro entendimiento es limitado, cuando es el
conseguido en 100, 200 o menos años, utilizamos lo que hemos entendido de otros
conocimientos, de miles de años, que no por ello deja de ser limitado.
Solamente cuando nos esforzamos por
leer, desde ese conocimiento de todos los que han vivido y forman parte de
nuestro pasado, cuando leemos desde nuestro interior, podremos verdaderamente
no saber lo que dicen las palabras, sino conocer su espíritu.
Este es el camino del Creador, vivir
siendo todo su pasado, siendo todo su futuro. Donde no hay culpables solamente
la responsabilidad de ser la Única manifestación de la Vida, YO.
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