Como sabemos
no es algo que solamente pase en nuestros días, a lo largo de la historia hemos
tenido no solamente las persecuciones religiosas en nombre de un “Dios
Verdadero”, que tenía que mostrar su supremacía sobre el falso.
Tenemos las
interminables batallas del Olimpo, de los diferentes mundos de los dioses en
las filosofías antiguas, las Cruzadas, las batallas por las verdaderas
enseñanzas de un mismo dios, de la imposición por la fuerza de los nuevos
dioses en las culturas que han durado en el tiempo. Algo que realizamos una y
otra vez, “asesinar en el nombre de
cuantos dioses hemos creado”, sin haber aprendido en nuestra llamada
evolución, lo básico: “Qué es, a lo que
hemos llamado Dios”. Sabemos que es suficiente que pensemos en un nombre
para Él, un cambio de ritos, que le sustituyamos porque tenemos una mala racha de cosechas o hemos perdido las últimas guerras, o que pensemos que un dios
nuevo nos dará mucho más que uno que está harto de que le pidamos, para liarnos
en una guerra contra quien sea, o decidamos inmolarnos o morir por el Dios de
la Vida, que al final son todos.
Es fácil de
imaginar la situación cuando en nuestra gratitud, hicimos imágenes, tótems,
representaciones y una forma de manifestar nuestra gratitud, de la Vida, del
entorno que nos proporcionaba lo necesario para vivir. Unos grupos prosperarían
más que otros, teniendo mejores cosechas o caza, más procreación, menos
enfermedades, de esto a que alguien pensase que era por el dios de este grupo,
supongo que es algo difícil de imaginar que el hombre pudiese sentir: envidia,
celos, que quisiese lo bueno del vecino, o cosas impensables en el hombre,
pero, probablemente los mataron para robarles su dios, cambiándolo o añadiéndole
al propio.
Así que le
pasamos la responsabilidad de nuestro bienestar, a una invención, a una creación
nuestra, a dios. Desde entonces hemos evolucionado. Creando conceptos de él
cada vez más sofisticados y plausibles, lo único que hemos conservado es, que
para ser Dios con mayúscula tiene que ser Absoluto e Infinito. Eso lo tenemos
claro, que todos somos creación o hijos de Dios, que solamente hay una Vida,
que el Dios a quien rezamos y aceptamos como nuestro es Absoluto.
Algo que como
sabemos no ha cambiado nuestra: envidia, nuestra ambición de poseer lo bueno
que han creado los demás o sus posesiones, nuestra idolatría al poder, nuestro sueño
de hacer el cernícalo a lo largo de nuestras vidas y ser recompensados con un
sitio paradisiaco en el cielo, que viendo la vida que hemos creado nos es más fácil
morir por dios si nos recompensa con algo bueno, que esforzarnos por tener una
convivencia de hermandad.
De todo lo que hemos atribuido a Dios:
“Amor, Justicia, Paz, Sabiduría, Compasión, en definitiva todo lo que podemos
imaginar como bueno”, con lo único que nos hemos quedado es en que nos dé una
vida: cómoda, de vagancia, irresponsabilidad, ambición, envidia, y sobre todo
que nos premie con una vida eterna, con todo cuanto deseemos y sin hacer nada.
Por conseguir esto, nos comprometemos
a: “Asesinarnos, asesinar a cualquiera de sus hijos, destruirle a Él en
cualquiera de sus nombres, a no sentir piedad o humanidad, a olvidar que Dios
solamente es Amor si lo somos nosotros, que su Absolutez significa que no hay
nada fuera y tampoco dentro, que nuestra libertad es que tendremos no la vida
que Él nos dé, sino la que nosotros creemos, que Amar significa, que hasta el
odio es Amor”.
Cómo pretendemos asesinando en Su
Nombre, que nos premie.
Cómo podemos pensar que el Dios de
Amor que vive en nuestro concepto, lo podemos glorificar y engrandecer desde
nuestro: odio, envidia, ambición, inhumanidad.
¿Qué padres quieren más a un hijo por su
apariencia que por su corazón?, hay muchos dioses, casi para cada manifestación
de la Vida, pero hay un solo Dios para la Humanidad, para la convivencia, para
la Creación, es el Dios del Amor, el que “Es” respeto por la vida, por los
semejantes, por nosotros mismos. El que respeta lo ajeno, lo propio, porque no
posee sino que utiliza desde la gratitud, a la Vida con la que comparte el
Universo.
No matarás.
Amarás al prójimo que es tú, un mismo yo.
Amarás a Dios que es todas las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario