No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 3 de septiembre de 2015

MORIR POR DIOS


          Como sabemos no es algo que solamente pase en nuestros días, a lo largo de la historia hemos tenido no solamente las persecuciones religiosas en nombre de un “Dios Verdadero”, que tenía que mostrar su supremacía sobre el falso.
          Tenemos las interminables batallas del Olimpo, de los diferentes mundos de los dioses en las filosofías antiguas, las Cruzadas, las batallas por las verdaderas enseñanzas de un mismo dios, de la imposición por la fuerza de los nuevos dioses en las culturas que han durado en el tiempo. Algo que realizamos una y otra vez, “asesinar en el nombre de cuantos dioses hemos creado”, sin haber aprendido en nuestra llamada evolución, lo básico: “Qué es, a lo que hemos llamado Dios”. Sabemos que es suficiente que pensemos en un nombre para Él, un cambio de ritos, que le sustituyamos porque tenemos una mala racha de cosechas o hemos perdido las últimas guerras, o que pensemos que un dios nuevo nos dará mucho más que uno que está harto de que le pidamos, para liarnos en una guerra contra quien sea, o decidamos inmolarnos o morir por el Dios de la Vida, que al final son todos.
          Es fácil de imaginar la situación cuando en nuestra gratitud, hicimos imágenes, tótems, representaciones y una forma de manifestar nuestra gratitud, de la Vida, del entorno que nos proporcionaba lo necesario para vivir. Unos grupos prosperarían más que otros, teniendo mejores cosechas o caza, más procreación, menos enfermedades, de esto a que alguien pensase que era por el dios de este grupo, supongo que es algo difícil de imaginar que el hombre pudiese sentir: envidia, celos, que quisiese lo bueno del vecino, o cosas impensables en el hombre, pero, probablemente los mataron para robarles su dios, cambiándolo o añadiéndole al propio.
          Así que le pasamos la responsabilidad de nuestro bienestar, a una invención, a una creación nuestra, a dios. Desde entonces hemos evolucionado. Creando conceptos de él cada vez más sofisticados y plausibles, lo único que hemos conservado es, que para ser Dios con mayúscula tiene que ser Absoluto e Infinito. Eso lo tenemos claro, que todos somos creación o hijos de Dios, que solamente hay una Vida, que el Dios a quien rezamos y aceptamos como nuestro es Absoluto.
          Algo que como sabemos no ha cambiado nuestra: envidia, nuestra ambición de poseer lo bueno que han creado los demás o sus posesiones, nuestra idolatría al poder, nuestro sueño de hacer el cernícalo a lo largo de nuestras vidas y ser recompensados con un sitio paradisiaco en el cielo, que viendo la vida que hemos creado nos es más fácil morir por dios si nos recompensa con algo bueno, que esforzarnos por tener una convivencia de hermandad.
          De todo lo que hemos atribuido a Dios: “Amor, Justicia, Paz, Sabiduría, Compasión, en definitiva todo lo que podemos imaginar como bueno”, con lo único que nos hemos quedado es en que nos dé una vida: cómoda, de vagancia, irresponsabilidad, ambición, envidia, y sobre todo que nos premie con una vida eterna, con todo cuanto deseemos y sin hacer nada.
          Por conseguir esto, nos comprometemos a: “Asesinarnos, asesinar a cualquiera de sus hijos, destruirle a Él en cualquiera de sus nombres, a no sentir piedad o humanidad, a olvidar que Dios solamente es Amor si lo somos nosotros, que su Absolutez significa que no hay nada fuera y tampoco dentro, que nuestra libertad es que tendremos no la vida que Él nos dé, sino la que nosotros creemos, que Amar significa, que hasta el odio es Amor”.
          Cómo pretendemos asesinando en Su Nombre, que nos premie.
          Cómo podemos pensar que el Dios de Amor que vive en nuestro concepto, lo podemos glorificar y engrandecer desde nuestro: odio, envidia, ambición, inhumanidad.
          ¿Qué padres quieren más a un hijo por su apariencia que por su corazón?, hay muchos dioses, casi para cada manifestación de la Vida, pero hay un solo Dios para la Humanidad, para la convivencia, para la Creación, es el Dios del Amor, el que “Es” respeto por la vida, por los semejantes, por nosotros mismos. El que respeta lo ajeno, lo propio, porque no posee sino que utiliza desde la gratitud, a la Vida con la que comparte el Universo.
          No matarás.
      Amarás al prójimo que es tú, un mismo yo.
      Amarás a Dios que es todas las cosas.


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