Para poder salvar al cuerpo, hemos aprendido a diseccionarlo, hemos descubierto sus interioridades haciéndolas externas, hemos desmontado su complejidad en simplicidades, logrando al final poder repararlo, inclusive en sus roturas y faltas de fabricación. Podemos curarlo de sus problemas y de restaurarle las faltas con partes de otro cuerpo. Conseguiremos con el tiempo crear un modelo mejorado de Frankenstein, en el que apenas serán perceptibles las uniones y podrá incluso practicar deportes como un modelo original.
En nuestra
búsqueda de la Verdad, hemos utilizado el mismo método, que al haber sido
probado, nos da la confianza suficiente para saber que nos dirigimos en la
buena dirección. Diseccionamos cualquier verdad, la analizamos, vemos sus
connotaciones ocultas, la separamos de aquello que no pertenece a ella, la
volvemos a montar y la dejamos como nueva: con sus costuras imperceptibles al
corazón, sus movimientos un poco bruscos perdonados por la razón, y perdonamos
sus errores por ser sus creadores.
Al final
vamos descubriendo la parte innecesaria de la verdad, como son: la mentira, el
engaño, la falsedad, de las cuales nos deshacemos cuidadosamente para que no
vuelvan a nuestras vidas. Incomprensiblemente vemos cómo hay gentes que
confunden la mentira con la verdad y en lugar de arrojar o destruir la mentira,
lo hacen con partes valiosas de la verdad, lo que nos lleva a dialogar,
discutir o luchar para que no sigan con su equivocación.
Un día en
unos de mis sueños me hablo la Verdad, diciéndome: “No importa cuanto te esfuerces en encontrarme, es tarea inútil, pues
nunca me encontrarás. Solamente lo más querido, lo más amado de mi corazón, un
día me encontrará, ya que nunca nos hemos separado realmente: “Mi hermana del
alma, mi imagen del espejo, la casa donde habito, lo que llena mi corazón, mi
mitad inseparable la Mentira”.
Me desperté
empapado en sudor, aquello a lo que había
dedicado mi vida, “La destrucción de la
mentira, me estaba impidiendo encontrar la Verdad”.
Me sentí desesperado, mi meta, lo que
más había ansiado encontrar, se estaba alejando, no podría encontrarla porque
había destruido su mitad visible. En mi desesperación me convertí en mentira, y
encontré que Toda la Vida era la Verdad.
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