En el escrito del otro día viene
una frase de Confucio: “Oír o leer sin reflexionar, es una ocupación inútil”.
Es común en
nosotros las personas, que es suficiente que alguien señale con el dedo, para
que vayamos corriendo en esa dirección. Faltos del ingrediente que unos miles
de años atrás nos indicaba Confucio: “La
reflexión”.
Para la mayoría, reflexionar es no hacer nada hasta que hemos decidido qué hacer tras profunda
reflexión. Pero es uno de los extremos que nos indicaba Confucio, que trataba más
de inculcar la sabiduría o al menos el conocimiento necesario, para poder
comprender diferentes aspectos de lo que se escucha, pues no es suficiente con
oír y quedarnos enganchados en las palabras, en las frases escritas, sino
leer, comprender el espíritu de las palabras, trascender lo aparente, para poder
caminar hacia donde verdaderamente nos señala el dedo.
Dicen que el
Zen, es la enseñanza o el estado de la No-Mente. Tratamos de silenciarla, de
dominarla, de sojuzgarla, de anularla, de desligarnos de ella, para vivir en un
estado de no-mente.
Nos hablan de
la Inquisición, queremos negar, destruir, vilipendiar, apartar, o destruir, el
cristianismo y a Dios.
Nos hablan de
cualquier mala acción o actitud de religión, política, poder judicial, y
corremos a cambiarlo todo, a negar la necesidad de la actividad, a destruir el
estamento.
Sale el
terrorismo Islamista, todos a una queremos cambiar el Islam, aniquilar el
terrorismo, cambiar los gobiernos, hacer leyes para que no pueda haber
terroristas.
Vemos las
guerras en todas partes, todo alrededor nuestro; vemos la violencia de género;
la muerte de los huidos de: las guerras, la miseria, los dictadores sátrapas; todo
lo que vemos que señala la situación es que hay que cambiar: los pastores, las
leyes, los dirigentes o las formas de gobierno, de religión.
El Zen es el
estado de la No-Mente en el mundo Mental, es la ausencia de ego que tengo que
conseguir “yo”, es el estar en el aquí
y ahora, en la eternidad. Zen no es la exclusión o la inclusión de algo en
nuestras vidas, Zen es lo que hacemos nosotros con ello, porque Zen no es algo
que podemos alcanzar sino lo que somos. Es por ello que el camino es tan largo,
por lo que es difícil llegar, porque miramos tanto que no podemos verlo, hay
tantos conceptos, tantas frases, tanta enseñanza de lo que es, que intentando
entenderlas, no podemos conocerlo.
No hay Paz
que encontrar, no hay honradez que conseguir, no hay Religión que conocer,
todos los conceptos, todo lo que deseamos de la Vida, no se puede conseguir
porque es imposible, incluso si nos conformásemos con lo que nos dé, tampoco
podría dárnoslo.
La dificultad
de encontrar o conocer el Zen, es que es lo que somos. No nos puede dar más o
quitarnos algo, “Zen es lo que estamos siendo”. Zen es Vida, y la que vivimos
es la que hemos creado, la vida que somos. No se trata de cambiar a los
pastores, de crear nuevas leyes, de destruir lo que nos daña, se trata de que
tenemos que cambiar nuestra percepción de lo que leemos, de lo que escuchamos,
de lo que vivimos. No es la responsabilidad de lo que nos dicen, de lo que
leemos, de lo que nos enseñan, por eso es necesaria la “reflexión”, porque la
responsabilidad es nuestra por lo que entendemos, aprendemos y hacemos.
Todas esas
acciones tan reprobables, tan indignas, propias de alimañas sin corazón, sin
humanidad, nacen de que nuestra forma de reflexionar, de aceptar nuestra
responsabilidad está equivocada. Seguimos a alguien aceptando sus reflexiones o
sus intereses, sin sentir que la responsabilidad para ser Zen, reside en la
individualidad. Zen es Todo, pero en cada individualidad.
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