Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo
caminos, caminos sobre el mar.
Es en los albores del incipiente “homus
erectus”, cuando es elegido el camino de la utopía, el camino que nos llevaría
a convertirnos en humanos, el que nos llevaría al sueño, a la meta ansiada de
la Humanidad.
Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi
canción; yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de
jabón.
Una búsqueda de algo que todavía
no conocíamos, un sueño etéreo que nos permitiese, encontrar una meta lejana,
en la que pudiese terminar el camino que íbamos a comenzar, a entrar, a crear.
Me gusta verlos pintarse de sol y grana, volar bajo el cielo azul,
temblar súbitamente y quebrarse...
Pero los caminos se van creando:
el del fuego, la cueva, el arte, la política, las religiones, los reyes,
emperadores, mercados, poderes fácticos, del bienestar, de la democracia, la
poesía, la cultura, las sociedades, todos ellos con sus obstáculos, sus
dificultades, su problemática. Cada uno con una meta diferente, todos ellos con
un final: La Humanidad, el Cielo, el Amor, porque el final siempre nos llevaría
al Ser. Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante,
no hay camino, se hace camino al andar.
Pero una vez decididos a llegar a
la meta, olvidamos que el poema, no está en la letra, ni en el libro donde
parece vivir, pensamos, que el mejor amigo del poema era el libro. Olvidamos que
el poema reside en el alma del poeta, en su espíritu, en el alma, en el espíritu
del lector. Qué poema es, uno que no se ha escrito, que no se ha leído.
Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda
que nunca se ha de volver a pisar.
El camino solamente existe, en el
lugar donde estamos pisando, en donde no se puede ver la huella, ni tan
siquiera el camino. Detrás solamente huellas de algo que ha dejado de existir,
delante solamente la irrealidad de los sueños, el camino ha desaparecido de donde
hemos caminado, no existe camino frente a nosotros. El camino es nuestro pisar,
justo donde estamos. Caminante
no hay camino sino estelas en la mar...
Hace algún tiempo en ese lugar donde hoy los bosques se visten de
espinos se oyó la voz de un poeta gritar "Caminante no hay camino, se hace
camino al andar..."
Es en el
ahora, donde confluyen los infinitos caminos, donde está nuestro bosque,
nuestra naturaleza, con sus dificultades, sus espinas, en la que nuestra propia
alma, nos está gritando no es el camino el que te lleva a la Gloria, a la
Humanidad, sino tu caminar, porque no es el camino, sino que camine la
Humanidad, lo que hará al camino Meta. Golpe
a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar. Le cubre el polvo de un país
vecino. Al alejarse le vieron llorar.
Pero en
nuestro caminar, elegimos los caminos para llegar a nuestra meta, en cada
ahora, los charlatanes, los mercaderes, los vendedores de sueños, nos hablaron
de las bondades de los libros de poemas, de la belleza de esta o aquella poesía,
de que un camino era más fácil, de que la meta era más rica, que las bondades
de un camino eran extraordinarias, sus vistas y perfumes inigualables.
Encontramos los
obstáculos, en el camino de la política, que se llamaban políticos. En las
religiones que se llamaban religiosos, en el poder a los poderosos, ….., en número
interminable.
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar..."
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar. Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar..."
En nuestra búsqueda del poema
escrito, en el caminar por caminos de mercaderes y vendedores de sueños,
olvidamos que no hay caminos, que solamente hay camino por el que se está
caminando, que solamente hay un caminante, la Humanidad, la Meta, el Sueño.
Que solamente hay una huella que
es donde está nuestro pie pisando, el pie de la Humanidad, el pueblo. Los obstáculos
son la letra del poema, el nombre de los caminos inexistentes.
Porque ser lo que somos, es un
solo golpe, no podemos dar dos pasos a la vez, ni nadie puede caminar por
nosotros, porque estaríamos fuera del camino, no hay más verso que el que vive
en el alma del poeta, en el alma del pueblo.
Golpe a golpe, verso a verso…. Creemos que las dificultades están en la diversidad de caminos, pero mirando con claridad, veríamos que el problema es que no hemos caminado.
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