No pretendo molestaros

Al parecer, algunas personas se sienten ofendidas porque no las agrego a mi foro. No tengo, ni pertenezco a ninguno, simplemente escribo y lo publico en abierto, para que libremente pueda ser leído o comentado por las personas que lo deseen. Suelo comentar las páginas que me lo permiten y les parezca bien, de las personas que me añaden a su foro. Suele ser lo que siento al ver lo que han publicado, intentando dar una visión diferente, desde la que ha sido escrito. Lo que os agradezco.

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Yui Shin

jueves, 14 de enero de 2016

CONCILIACIONES


          Hace tiempo se decía que: “La libertad de uno, comenzaba donde terminaba la  de los demás”. Hoy en día solamente interesan nuestros derechos.
          Hay muchos vídeos de gente, que en circunstancias difíciles han conseguido una vida de las que llamamos normales. Personas sin piernas, sin brazos, problemas graves de salud, han conseguido ocupar un lugar sin ser discriminados.
          Lo curioso de la mayoría de estas personas, es que viven en países donde no hay ayudas, con pocos derechos y a veces sociedades que marginan a los diferentes.
          Yo lo he visto por India, Indonesia, Malasia, en general por países asiáticos. Lo pude ver en menor cuantía en China, pues no permitían viajar libremente, expulsando a muchas personas hacia rutas prohibidas para los extranjeros, al menos en la época que yo estuve viajando en ella.
          Es el saber que es tu dignidad y esfuerzo, lo que tiene que conseguir colocarte en la posición que quieres ocupar, lo que hace que estas personas lo consigan y otras no.
          Hay un jugador americano de baloncesto universitario, con un solo brazo. Nunca ha pedido que cambien las reglas, ni que él tuviera los mismos derechos a jugar que los demás estudiantes, ni que el que le defiende lo haga con una mano, se ha esforzado y ha conseguido jugar en el equipo, porque sabe y puede jugar en igualdad de oportunidades.
          Nosotros exigimos conciliaciones, derechos, que tienen que ser impuestas a otras personas, por medio de leyes, sanciones o discriminaciones llamadas positivas. El esfuerzo no es lo que nos guía, sino los derechos que tienen que constreñir las libertades de otros, pues hemos cambiado la expresión del principio a: “La libertad de los demás comienza donde termina la mía”.
          La izquierda lo quiere todo público, y muchos de sus afiliados son funcionarios y trabajadores de empresas subvencionadas o públicas. Sus exigencias de derechos en los países capitalistas o de mercado libre, chocan frontalmente con los que instauran en los que tienen el poder.
          En el mercado libre, quieren obligar a los empresarios a que trabajen como una empresa pública, en las que tienen que determinar los puestos de los trabajadores según las leyes y órdenes, no por la idoneidad según opinión de la empresa.
          Hablamos mucho de conciliación laboral, pero pocas personas que tienen empleados en su casa, escogen a quien tiene muchas obligaciones propias, pues lo que quieren es, pagar porque hagan las suyas.
          Cuando yo al menos, elijo una persona para que me defienda y represente, prefiero a una que dedique su tiempo para hacerlo, y si sus jefes saben que durante un tiempo no lo va a poder hacer, deben ser ellos si esa persona no lo hace por sentido común, los que le den otra posición en la que pueda atender sus obligaciones.
          Si yo quiero ser piloto de avión y tengo miedo a las alturas, no puedo pretender ir por carretera pilotando el avión. Tampoco que los demás adapten su trabajo a mis posibilidades o disponibilidad, en una empresa privada, pues apostaría a que nadie crea una empresa para perder dinero, como hacen las públicas.
          Las empresas deben tener sus políticas y nosotros la libertad de elegir dónde trabajar. Ellas no deben imponer sus criterios, pero el asalariado que los acepta, debe de respetarlos. Se puede dialogar, pero desde el respeto de las responsabilidades adquiridas al aceptar trabajar en ella.
En la relación de pareja y en la empresa, no son las leyes las que deben traer la armonía, sino el cumplimiento de los acuerdos adquiridos al establecer la relación. Las situaciones son cambiantes. Entonces existe el diálogo, para cambiar los acuerdos si se llega a acuerdo, para rescindir el compromiso si no, pero nunca desde la amenaza y el abuso, desde la posición de poder de una de las partes, sino desde la dignidad y el respeto a cumplir lo que nos hemos comprometido al principio libremente.
          Se puede pedir a las empresas privadas que mejoren sus relaciones laborales, pero no traspasar los límites de su libertad para elegir sus políticas, dentro de unas leyes que deben ser las mínimas. No se puede imponer personas o puestos, cuando desgraciadamente para que funcione y pague el resto de salarios, tiene que tener beneficios.
          Nosotros exigimos nuestros salarios sin importarnos los beneficios, queremos que la dirección mantenga los puestos de trabajo, no nos interesan las conciliaciones que tengan que hacer, pues con lo que ganan pueden pagar a alguien. Exigiendo que tengan dedicación plena a mantener nuestro puesto de trabajo y salario.
          Es por ello que pienso que no es cuestión de leyes y exigencias lo que nos llevará a armonizar nuestras relaciones, sino el empleo del sentido común.
          En los países comunistas que conozco, la libertad es hacer lo que te dicen. No podemos pretender que en los de mercado libre, el hacer lo que queremos y que las empresas nos traten como digamos, podamos llamarle comunismo también.
          Las conciliaciones son cuestión de sentido común, libertad para elegir trabajo y libertad para elegir trabajadores. Respeto a los compromisos adquiridos y diálogo para cambiarlos, en caso de no poder hacerlo, respeto por los anteriores o aceptación de la  rescisión del acuerdo, si es posible o lo mejor.


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