No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 7 de enero de 2016

LA BÚSQUEDA


      Rodeado de felicidad y alegría, vivía en su palacio Siddharta, hasta que sólo, viendo felicidad encontró la melancolía.
Ella llenó de tribulaciones y pesadumbre el corazón de Siddharta, buscando en vano el conocimiento y al Maestro que interpretar su malestar podría. Su malestar era claro por el esfuerzo baldío, pero en no encontrando, un día salió en la noche en búsqueda de lo que al no saber, le tenía perdido.
Sus responsabilidades había cumplido un heredero al reino, había traído. Pero en viendo el sufrimiento, su corazón partido, le llevó a buscar respuesta, en el mundo que nunca había conocido.
      Ayunos, sufrimientos, esfuerzos, privaciones, esfuerzos baldíos, que no daban respuestas a preguntas, desde el corazón o desde un Dios, a quien se habían ofrecido.
      Preguntados los Maestros, le llenaron con las respuestas, que habían conseguido. Pobre hambriento que llena su cuerpo, con la comida que otros han comido.
      Hambriento, desesperado, insatisfecho con sabias respuestas, que tantos corazones calmar han conseguido, siguió buscando redoblando esfuerzos, con extremos sacrificios.
      Todos le miraban como al Maestro Loco, el Maestro Cautivo, admirado por sus esfuerzos, con extrañeza por no entender, ¿qué buscaba?, que no hubiese conseguido.
      Viendo que sus esfuerzos solamente le llevaban al camino del laberinto, dejó de ir en círculos, de caminar, sin llegar a ningún sitio.
      Olvidó cuanto sabía, desechó los dogmas, los tabúes, las reglas que había seguido, todos le abandonaron, por abandonar, se abandonó él mismo.
      Sentado a la sombra, protegido del sol por las ramas del Bodhi, en total abandono, comió de las manos de una joven vida, que prohibido tenía. Mujer joven, alimentando el cuerpo abandonado de un Samana, que bajo el árbol se ha sentado. Abandonando: el ego, el ser, las pretensiones, la búsqueda, el anhelo, las preguntas, el Maestro. Solamente una joven vida regando el árbol, un árbol sombreando el suelo.
      En el vacío de la sombra, una diminuta luz va creciendo. Shakyamuni se levanta, desde donde Siddharta ha muerto, al abrazar la Felicidad al sufrimiento.
      Vivir es sufrimiento para el que vive, porque vivir no es sufrimiento.
      Ignorante es el que busca, porque en el buscar no hay encuentro.
      Quien no busca no halla, porque solamente quien ha buscado, tiene encuentro.
      Quien pregunta no recibe respuesta, porque no da respuestas el Maestro.
      Quien busca la felicidad, no la encuentra, porque no hay origen en el sufrimiento.
      Quien se esfuerza por lograr, quien castiga su cuerpo, no encuentra lo que busca, porque lo que tiene es lo que está haciendo.
      Siddharta se sentó cansado, sin buscar, sin deseo, no encontró nada, se levantó sin poder encontrar el sufrimiento.
      Su enseñanza nos ha dado: “Por qué sufrimos, dónde nace, cómo se erradica el sufrimiento”, mirando la letra a veces no observamos, lo que nos ha dicho: “Su ejemplo”.
      La insatisfacción del que busca, no puede ser satisfecha, porque no hay meta, tampoco Maestro. Porque vivir, Vida, Felicidad, Compasión, no se encuentra buscando, ni con esfuerzo, ni con lucha, solamente se encuentran, sin encuentro.
      Vivir es ser Vida, solamente se vive, Siendo.


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