Rodeado
de felicidad y alegría, vivía en su palacio Siddharta, hasta que sólo, viendo
felicidad encontró la melancolía.
Ella llenó de tribulaciones y
pesadumbre el corazón de Siddharta, buscando en vano el conocimiento y al
Maestro que interpretar su malestar podría. Su malestar era claro por el
esfuerzo baldío, pero en no encontrando, un día salió en la noche en búsqueda
de lo que al no saber, le tenía perdido.
Sus responsabilidades había
cumplido un heredero al reino, había traído. Pero en viendo el sufrimiento, su
corazón partido, le llevó a buscar respuesta, en el mundo que nunca había
conocido.
Ayunos,
sufrimientos, esfuerzos, privaciones, esfuerzos baldíos, que no daban
respuestas a preguntas, desde el corazón o desde un Dios, a quien se habían
ofrecido.
Preguntados
los Maestros, le llenaron con las respuestas, que habían conseguido. Pobre
hambriento que llena su cuerpo, con la comida que otros han comido.
Hambriento,
desesperado, insatisfecho con sabias respuestas, que tantos corazones calmar
han conseguido, siguió buscando redoblando esfuerzos, con extremos sacrificios.
Todos
le miraban como al Maestro Loco, el Maestro Cautivo, admirado por sus
esfuerzos, con extrañeza por no entender, ¿qué buscaba?, que no hubiese
conseguido.
Viendo
que sus esfuerzos solamente le llevaban al camino del laberinto, dejó de ir en círculos,
de caminar, sin llegar a ningún sitio.
Olvidó
cuanto sabía, desechó los dogmas, los tabúes, las reglas que había seguido,
todos le abandonaron, por abandonar, se abandonó él mismo.
Sentado
a la sombra, protegido del sol por las ramas del Bodhi, en total abandono, comió
de las manos de una joven vida, que prohibido tenía. Mujer joven, alimentando
el cuerpo abandonado de un Samana, que bajo el árbol se ha sentado. Abandonando:
el ego, el ser, las pretensiones, la búsqueda, el anhelo, las preguntas, el
Maestro. Solamente una joven vida regando el árbol, un árbol sombreando el
suelo.
En
el vacío de la sombra, una diminuta luz va creciendo. Shakyamuni se levanta, desde
donde Siddharta ha muerto, al abrazar la Felicidad al sufrimiento.
Vivir
es sufrimiento para el que vive, porque vivir no es sufrimiento.
Ignorante
es el que busca, porque en el buscar no hay encuentro.
Quien
no busca no halla, porque solamente quien ha buscado, tiene encuentro.
Quien
pregunta no recibe respuesta, porque no da respuestas el Maestro.
Quien
busca la felicidad, no la encuentra, porque no hay origen en el sufrimiento.
Quien
se esfuerza por lograr, quien castiga su cuerpo, no encuentra lo que busca,
porque lo que tiene es lo que está haciendo.
Siddharta
se sentó cansado, sin buscar, sin deseo, no encontró nada, se levantó sin poder
encontrar el sufrimiento.
Su
enseñanza nos ha dado: “Por qué sufrimos, dónde nace, cómo se erradica el
sufrimiento”, mirando la letra a veces no observamos, lo que nos ha dicho: “Su
ejemplo”.
La
insatisfacción del que busca, no puede ser satisfecha, porque no hay meta,
tampoco Maestro. Porque vivir, Vida, Felicidad, Compasión, no se encuentra
buscando, ni con esfuerzo, ni con lucha, solamente se encuentran, sin
encuentro.
Vivir
es ser Vida, solamente se vive, Siendo.
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