No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 21 de enero de 2016

MIRADA A LA ENFERMEDAD

         Todos tenemos claro lo que es la enfermedad, a pesar de las dificultades que entraña el saberlo. Pocas veces nos preguntamos lo que es, tenemos la seguridad cuando estamos enfermos, que la enfermedad nos ha conquistado, de que es algo que habría que evitar y erradicar de un mundo, de una vida, en la que la meta es la Felicidad
          Desde antiguo nos decimos y lo hemos transmitido en refranes, que la repetición constante de algo, puede convertirlo en realidad. Nos hablan, tradiciones y filosofías también de esa antigüedad, que hay seres, entidades, que viven de nuestras energías, que vampirizan y se nutren de ellas.
          Tenemos métodos de curación por imposición de energía, por la transmisión a distancia por medio de oraciones, mantras, pensamientos positivos, que pueden transformar nuestra deteriorada salud en bienestar, por medio de la energía curativa. Porque pensamos que existe la energía negativa, que nos enferma y la positiva que nos cura. Pero ese positivo o negativo es nuestra discriminación, que no solamente cambia según qué persona o circunstancia, sino según el momento también.
          Si quisiésemos comer solamente carne, tendríamos que criar muchos animales. Pero el criar tantos animales para alimentarnos, lo que nos obligaría es a dedicar más espacio que ahora, a verde pasto, a que crecieran las plantas, porque cada kilo de carne necesita mucho verde.
          Las entidades que se nutren de la energía de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, no diferencian entre positivo o negativo, solamente entiende de comestible y alimento. Por ello, las entidades que permiten que las enfermedades se manifiesten en nosotros, no solamente se nutren del sufrimiento cuando enfermamos o del dolor que nos produce. Probablemente, la cantidad mayor, la mejor cosecha que obtienen para alimentarse, es de la energía que tenemos al rechazarla, al negarla, deseo de erradicarla y el de querer curarnos, sanarnos, de disfrutar de buena salud.
          Lo fácil y más complicado de hacer, es no crear el estado de salud, que no es deseado. En nuestra capacidad de desarrollar y crear lo que somos, podemos manifestar un ser sano o uno enfermo, lo que no podemos cambiar es ser lo que somos en cada momento.
          Es por ello que el verdadero problema no es la enfermedad, porque si existiese la enfermedad, no podríamos hacer nada para evitarla. La Vida tendría un gran conflicto, mucho mayor que cualquiera que nosotros pudiésemos imaginar: “Tendría que elegir entre nosotros y la enfermedad”, algunos filósofos lo han explicado diciendo que no hay “enfermedad” como individualidad o entidad separada, que lo que realmente existe es: “La persona enferma, formando una individualidad solamente”.
          Pero lo que somos no es algo que alguien cree de una manera determinada, porque entonces, al estar creada de una manera, siendo responsable su creador, esa individualidad no tendría libertad para cambiarse.
          Es en nuestra libertad, en nuestro libre albedrío, donde reside la energía de autocreación de lo que somos. El que seamos personas enfermas, no es la muestra de un pecado o de una equivocación, es simplemente que no somos capaces de manejar o utilizar correctamente lo que somos.
          Cuando vemos un espejismo, si creemos que es realidad, podríamos morir de sed, bebiendo el agua de un maravilloso oasis. Porque si viviésemos nuestra realidad, sabríamos que es un espejismo, pero el yo que contemplamos es el que nosotros percibimos. Es como el pastor que viendo el espejismo, duerme tranquilo pensando que el rebaño está bien alimentado y cubierta su sed.
          Nosotros al ver el espejismo de la enfermedad, creemos que es algo externo que podemos destruir, alimentándola con nuestro rechazo, lucha por erradicarla y deseos de cambiarla por otra forma de salud.
          Al igual que el ganado estaría a salvo saliendo de la ilusión del espejismo, nosotros cambiaríamos nuestra salud, simplemente creando otra diferente, aceptando no la enfermedad sino lo que somos, porque no es la erradicación de la enfermedad lo que nos hará personas sanas, sino la creación de “Personas Sanas en nosotros”.
          No podemos cambiar lo que manifestamos, porque es lo que somos, pero en la aceptación de lo que Somos, radica el poder manifestar lo que deseamos.
“No cambies el espejo cuando quieras cambiar la imagen, cambia lo que el espejo refleja, cambiando tu percepción, lo que percibes que eres”.


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