Comenzamos un nuevo año, nuestras esperanzas, nuestros proyectos
nuestras inquietudes, las hemos depositado en él.
Ha terminado otro año, en el que nuestros sueños han vivido,
algunos han dejado de ser sueños, otros se han convertido en pesadillas,
algunos en satisfacción otros en frustración. La mayoría, muertos en combate,
desaparecidos en el olvido.
Comienzan con un invierno, un descanso del otoño, en que terminó
el que se ha ido. A continuación, flores de primavera, frutos de verano,
cosecha de otoño, siempre con la decepción del tiempo perdido, los sueños
rotos, los que no se han cumplido.
Aquella niñez con sueños de adolescencia, con esperanzas de
poder convertirnos, en algo etéreo, inconcreto apenas percibido, en
ensoñaciones de tiempos venideros, de los que ya nos hemos ido.
La adolescencia, cambió nuestros sueños, nuestros proyectos,
nuestras esperanzas de poder ser triunfadores adultos, padres y guías en
nuestros errores, de nuevos niños, sueños que no por ser mayores fueron
cumplidos.
Quisimos ser adultos, en ello nos hemos convertido, eso dice el
carnet, por el tiempo que desde que nacimos, ha transcurrido.
Seguimos en el sueño, que a la vejez no ha traído.
Sueños para mañana, otro año, en primavera, en otro tiempo al
que no hemos concurrido.
Decimos que una año comienza en Enero, pero a cada instante un
año ha transcurrido, que solo sueña quien no vive, el que desea un mañana distinto,
¿distinto a qué?, si no es a un pasado extinto.
Todo comienza ahora, donde termina lo que he sido, donde no cabe
el sueño, donde no se puede ser cautivo.
Vivimos dividiendo la Vida, en etapas, cambios, deseos, sin ver
que donde estamos, donde somos, donde existimos es en un Ahora, donde comienza cada
año, donde concluye el anterior que se ha ido, en el que no se sueña en lo que no
somos, sin querer llegar donde no hemos ido.
El que Es y acepta lo que es, por toda la Eternidad, sin soñar,
sus Metas, ha cumplido.
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