Uno de esos
días que amanecen igual que el anterior, que no sientes pasar el tiempo, sino
que eres arrastrado por él. Se acercó a mí, una de las monjas americanas que
había en el Monasterio. Daiyû-san, más que un cuerpo o una cara, era toda una
sonrisa, que apenas dejaba ver sus circunstancias, atenta siempre a la
posibilidad de que alguien pudiese ser ayudado, pues diferenciaba de alguna
manera, el necesitar ayuda, a la capacidad de dejarnos ayudar. O quizás fuese
que ante su sonrisa, desaparecían las barreras.
Me entregó un pequeño sobre, con el escrito del Maestro Qian, en
un papel con la foto de una hoja que perdida su materialidad, permitía ver el
sol.
Why can't I
influence others people?, Master Qian said: "As soon as you speak of
influencing other people,this is already no right. The sages just made
themselves correct and others spontaneously corrected themselves.For example, when
the sun is uncovered, its light spontaneously can shine on things. It does not
make a special effort to go looking for things to shine on.
Por qué no puedo influir y
ayudar, a los demás?. El Maestro Qian dijo: "Tan pronto como se habla de
influir en otras personas, ya es incorrecto. Los sabios simplemente se hacen
correctos a sí mismos y los demás se corrigen espontáneamente. Por ejemplo,
cuando el sol está descubierto, su luz puede brillar de forma espontánea en las
cosas. No hace un esfuerzo especial para ir en busca de cosas a las que
iluminar”.
Qian dehong
Siempre luchando con la Vida, con las circunstancias, tratando
de cambiar el ahora.
Incluso a veces, en nuestra desesperación, tratamos de cambiar,
de construir, de determinar el futuro, un futuro que no puede llegar a nosotros
si no es como Ahora.

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