Un día cuando Lao Tse estaba
leyendo proverbios, se encontró con uno que le dio que pensar, removiendo la
gran duda en él. No es que fuese un proverbio especialmente enrevesado, o difícil
de entender, simplemente le despertó una gran duda, enraizada en su eterna
inseguridad.
El antiguo proverbio Chino dice: Para que tú puedas
beber vino en una copa que se encuentra llena de té, es necesario primero tirar
el té y entonces podrás servir y beber el vino. Limpia tu vida, comienza por
las gavetas, armarios, hasta llegar a aquellas personas del pasado que no
tienen más sentidos que sigan ocupando un espacio en tu mente. Exígete a ti
mismo lo que te gustaría exigirles a los demás, y a los demás déjalos
tranquilos sin esperar nada de ellos, así te ahorraras disgustos.
No te quejes con tu Dios diciéndole que tienes un gran problema,
dile a tu problema que tienes un gran Dios, y ese Dios eres tú.
El proverbio
es claro, no puedes poner algo en un lugar que está lleno. Si quieres poner lo
que deseas, tienes primero que quitar lo que hay. Tienes que estar viviendo,
utilizando tu mente, para poder limpiar y organizar la vida que estás viviendo,
tienes que eliminar lo innecesario, para ocupar tu vida y mente en lo que te es
necesario o agradable. Para que nadie te falle, obviamente lo mejor, es hacerlo
tú todo. No le pidas ni a Dios, si tienes un problema, asústale para que sepa
que no te intimida, que eres más fuerte que él.
En cuanto le
echó la primera ojeada, Lao Tse, lo tuvo claro. Fue después cuando comenzó a
darle vueltas, complicándose la vida un montón. Lo primero que se preguntó fue:
“Si no tengo deseos, si no discrimino, ¿por
qué no beberme el té?”. Si acepto, lo que la copa me da, lo simple y lo que me dará menos problemas, será
beberme el té, y posteriormente cuando esté vacía la copa, podré llenarla y
beber lo que desee.
Este fue el
principio del libro: “El Camino del Rey
del Té”, en el cual, se preguntó que obviamente lo que nunca nos bebemos es
la copa, siempre es lo que hay en el vacío, que encierra el cristal. Pero su
duda era si tuviésemos una copa infinitamente grande, que como lo que limita la
capacidad de la copa es el propio cristal, para que fuese infinita solamente
habría que quitarle lo que la limitaba en su utilidad y capacidad, el cristal.
A pesar de
que podía ser llenado todo el infinito, no había nada con lo que ser llenado,
pues para ser infinito hay que ser Absoluto también. Pero entonces la copa no
tendría utilidad, para tenerla el vació se hizo consciente de sí mismo, que no
tiene nada que ver con tener conciencia de algo, incluso no podía tener consciencia
de ser, es lo que en “El Libro de Mirdad”,
es llamado el “Yo Divino”, que no
tiene nada que ver con el ego, que es un yo del que hay conciencia y se separa
de lo que no es percibido como yo.
Este Yo de lo
Absoluto, es como si no fuese Nada, pues como no hay algo que pueda percibir,
pues no sabe de existencia o no-existencia, ser o no-ser. Por eso no existe el
ego, en el Yo. Podríamos decir incluso que el ego nunca tiene existencia
propia, que eternamente tiene que estar siendo creado, para que en lugar de ser
el yo, sea el que identifica y manifiesta al yo que es percibido, por eso no
está el ego en lo que somos, sino en lo que percibimos ser.
Hemos llegado
a la copa de té, el infinito lleno de “Yo”, de Nada, de Vida Inmanifestada. Pero
queremos llenar la taza de vino, de Universo, de vivencias, de lo que percibimos, tenemos el deseo campando por el Vacío, ese
deseo que Shakyamuni, determina como ignorancia y origen del sufrimiento. Hemos
olvidado que Somos la Copa, donde no hay cristal, donde no hay té, donde no
existe el deseo por ser Absoluto. Es el Yo de la Consciencia, no de ser
conscientes sino Siendo Consciencia, que no puede tener conciencia de algo,
solamente Ser.
Cuando Lao Tse,
nos habla de ser Uno con el Tao, con el Camino, no habla del camino que lleva a
ninguna parte, a una meta, no nos está diciendo que podremos beber lo que
deseemos de la copa, o llenarla de algo, incluso no podremos llenarla de Vacío,
porque ser Uno con el Tao, es Ser Tao, Ser la Copa, con cuanto contenga o sea
la copa.
Creemos que
hay un Camino de retorno a algún lugar, pero simplemente somos el té que
llenando la copa, desea ser vino, es nuestro no aceptar ser lo que Somos, lo
que hace que necesitemos el ego para crear lo que percibimos ser, para que nos
diga lo que deseamos, para que nos suma en el sueño de lo que tiene que ser, en
la añoranza de querer vivir sin él, cuando estamos creándolo para que pueda
existir.
Dice
el proverbio: “No te quejes con tu Dios diciéndole que
tienes un gran problema, dile a tu problema que tienes un gran Dios, y ese Dios
eres tú”.
Pero nuestro
problema es el ego, el Dios que rige nuestra percepción de lo que somos. Por eso
Lao Tse, al resolver sus dudas, tuvo la premonición de la experiencia de
Shakyamuni: “ Yo soy Buda, todos los problemas y sus soluciones existen en mí,
en mi aceptación de ser Buda incluyo a Todo, por lo que no cabe la existencia
del ego, de algo que sufra o tenga consciencia de existencia de algo”.
Porque: “Yo,
Soy, Buda, Todo, Consciencia, la Copa Infinita acogedora de Todo”.
Ser Uno con el Tao, “El
Tao Te King”, cuya traducción muy, muy, muy libre, la he descrito como “El Camino del Rey del Té”.
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