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Yui Shin

martes, 29 de marzo de 2016

“EL TAO DEL REY DEL TÉ”


Un día cuando Lao Tse estaba leyendo proverbios, se encontró con uno que le dio que pensar, removiendo la gran duda en él. No es que fuese un proverbio especialmente enrevesado, o difícil de entender, simplemente le despertó una gran duda, enraizada en su eterna inseguridad.
El antiguo proverbio Chino dice: Para que tú puedas beber vino en una copa que se encuentra llena de té, es necesario primero tirar el té y entonces podrás servir y beber el vino. Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios, hasta llegar a aquellas personas del pasado que no tienen más sentidos que sigan ocupando un espacio en tu mente. Exígete a ti mismo lo que te gustaría exigirles a los demás, y a los demás déjalos tranquilos sin esperar nada de ellos, así te ahorraras disgustos.
No te quejes con tu Dios diciéndole que tienes un gran problema, dile a tu problema que tienes un gran Dios, y ese Dios eres tú.
          El proverbio es claro, no puedes poner algo en un lugar que está lleno. Si quieres poner lo que deseas, tienes primero que quitar lo que hay. Tienes que estar viviendo, utilizando tu mente, para poder limpiar y organizar la vida que estás viviendo, tienes que eliminar lo innecesario, para ocupar tu vida y mente en lo que te es necesario o agradable. Para que nadie te falle, obviamente lo mejor, es hacerlo tú todo. No le pidas ni a Dios, si tienes un problema, asústale para que sepa que no te intimida, que eres más fuerte que él.
          En cuanto le echó la primera ojeada, Lao Tse, lo tuvo claro. Fue después cuando comenzó a darle vueltas, complicándose la vida un montón. Lo primero que se preguntó fue: “Si no tengo deseos, si no discrimino, ¿por qué no beberme el té?”. Si acepto, lo que la copa me da, lo simple y lo que me dará menos problemas, será beberme el té, y posteriormente cuando esté vacía la copa, podré llenarla y beber lo que desee.
          Este fue el principio del libro: “El Camino del Rey del Té”, en el cual, se preguntó que obviamente lo que nunca nos bebemos es la copa, siempre es lo que hay en el vacío, que encierra el cristal. Pero su duda era si tuviésemos una copa infinitamente grande, que como lo que limita la capacidad de la copa es el propio cristal, para que fuese infinita solamente habría que quitarle lo que la limitaba en su utilidad y capacidad, el cristal.
          A pesar de que podía ser llenado todo el infinito, no había nada con lo que ser llenado, pues para ser infinito hay que ser Absoluto también. Pero entonces la copa no tendría utilidad, para tenerla el vació se hizo consciente de sí mismo, que no tiene nada que ver con tener conciencia de algo, incluso no podía tener consciencia de ser, es lo que en “El Libro de Mirdad”, es llamado el “Yo Divino”, que no tiene nada que ver con el ego, que es un yo del que hay conciencia y se separa de lo que no es percibido como yo.
          Este Yo de lo Absoluto, es como si no fuese Nada, pues como no hay algo que pueda percibir, pues no sabe de existencia o no-existencia, ser o no-ser. Por eso no existe el ego, en el Yo. Podríamos decir incluso que el ego nunca tiene existencia propia, que eternamente tiene que estar siendo creado, para que en lugar de ser el yo, sea el que identifica y manifiesta al yo que es percibido, por eso no está el ego en lo que somos, sino en lo que percibimos ser.
          Hemos llegado a la copa de té, el infinito lleno de “Yo”, de Nada, de Vida Inmanifestada. Pero queremos llenar la taza de vino, de Universo, de vivencias, de lo que percibimos, tenemos el deseo campando por el Vacío, ese deseo que Shakyamuni, determina como ignorancia y origen del sufrimiento. Hemos olvidado que Somos la Copa, donde no hay cristal, donde no hay té, donde no existe el deseo por ser Absoluto. Es el Yo de la Consciencia, no de ser conscientes sino Siendo Consciencia, que no puede tener conciencia de algo, solamente Ser.
          Cuando Lao Tse, nos habla de ser Uno con el Tao, con el Camino, no habla del camino que lleva a ninguna parte, a una meta, no nos está diciendo que podremos beber lo que deseemos de la copa, o llenarla de algo, incluso no podremos llenarla de Vacío, porque ser Uno con el Tao, es Ser Tao, Ser la Copa, con cuanto contenga o sea la copa.
          Creemos que hay un Camino de retorno a algún lugar, pero simplemente somos el té que llenando la copa, desea ser vino, es nuestro no aceptar ser lo que Somos, lo que hace que necesitemos el ego para crear lo que percibimos ser, para que nos diga lo que deseamos, para que nos suma en el sueño de lo que tiene que ser, en la añoranza de querer vivir sin él, cuando estamos creándolo para que pueda existir.
Dice el proverbio: No te quejes con tu Dios diciéndole que tienes un gran problema, dile a tu problema que tienes un gran Dios, y ese Dios eres tú”.
          Pero nuestro problema es el ego, el Dios que rige nuestra percepción de lo que somos. Por eso Lao Tse, al resolver sus dudas, tuvo la premonición de la experiencia de Shakyamuni: “ Yo soy Buda, todos los problemas y sus soluciones existen en mí, en mi aceptación de ser Buda incluyo a Todo, por lo que no cabe la existencia del ego, de algo que sufra o tenga consciencia de existencia de algo”.
          Porque: “Yo, Soy, Buda, Todo, Consciencia, la Copa Infinita acogedora de Todo”.
          Ser Uno con el Tao, “El Tao Te King”, cuya traducción muy, muy, muy libre, la he descrito como “El Camino del Rey del Té”.




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