Quiero publicaros
los apuntes que recopile, hace bastantes años, para lo que he entendido como
salud, a lo largo del tiempo que practiqué la reflexología.
En ellos hay
apuntes de otras personas, de libros, de artículos, por supuesto personales y
todos ellos escritos y adaptados a mi manera de ver las cosas y la salud.
Son un poco
largos por lo que los iré publicando por partes, espero que os sean de utilidad
por lo que dicen acertadamente o en sus errores.
“Muchas
veces lo que determina nuestra vida no es lo que hacemos o pensamos, sino los
conceptos que tenemos acerca de ella y otros conceptos considerados poco
importantes. Nuestro concepto de lo que es, condiciona nuestra actitud ante las
diferentes vicisitudes que experimentaremos a lo largo de nuestras vidas.
Esta
actitud determina como nos afectará e influenciará cada circunstancia en la que
nos encontremos, bien por presencia o conocimiento de ella.
La
mayoría de los conflictos, enfermedades y problemas que padecemos en la vida,
tienen su origen en las tensiones y estrés debidos a nuestros conceptos erróneos
de lo que la vida es realmente, percibimos como nuestra realidad y creemos que es
la vida, aquella que vivimos a diario, hablo de la
Vida Real , esa de la que nosotros y todo lo
que existe en cualquier realidad o irrealidad, formamos parte.
No
se trata de una vida y universo, que giran a mi alrededor, sino de la Vida y Universo del que formo
parte.
¿Cuál
es el origen de la conflictividad en nuestras vidas?. La pregunta es simple así
como su respuesta, lo realmente complicado es llevarlo a la práctica diaria, el
hacerlo, el darle existencia real. La respuesta más lógica y creo que acertada
que encuentro es que la raíz, el origen de nuestra conflictividad, está en los
conceptos que tenemos sobre los principios importantes y básicos que son los
que determinan nuestra percepción de lo
que somos y lo que la vida es, esto es lo que posteriormente manifestamos en el
devenir diario y nuestra relación con lo demás. Los conceptos determinantes como
yo los veo son: La Vida ,
Dios y el Amor, sobre estos conceptos básicos construiremos todos los demás. En
todas nuestras relaciones nuestro entendimiento profundo de estos tres
conceptos es manifestado, con nuestra actitud, aceptación y forma de convivir.
Originalmente
la vida se manifiesta “siendo algo” que es innombrable, pero a sus
manifestaciones le ha sido necesario ponerle nombres a los diferentes aspectos
y formas para poder comunicarnos. Uno de estos nombres innecesarios pero útil
es Dios: el absoluto, el eterno, el innombrable, el origen y final de todo, el
sin origen o final, etc. Pero esto es solo un nombre para algo que tiene nada
que ver con el dios de las filosofías y aún menos con los de las religiones. Como
absoluto no debe de tener que ver con nada, pues todo estaría incluido en Él.
En su absolutez, es como cualquier otro concepto que se defina como absoluto,
por ejemplo la Vida
o el Amor.
A
veces creemos que la vida que nosotros vivimos y el devenir de las situaciones
son la vida, pero La Vida
es SER, la vida es en su aceptación, el presente, lo que hay o existe en cada
momento, La Vida es
al Ser lo que el vivir es al creer. Vivir es el creer que ha habido un
pasado con cuantas circunstancias lo componen, el creer en lo que somos y lo
que es cuanto nos rodea en el presente, el creer que habrá un mañana. Todo ello,
en un pasado, presente y futuro infinitos en su totalidad y cada uno de ellos. Cada
presente, cada instante, en su infinitud y absolutez es Vida “LA VIDA ”.
Esta
absolutez, esta infinitud en relación con el vivir es el Creer y su nombre como
concepto es Dios. Es el Dios de lo absoluto y la infinitud, el todo incluyente
en su vacío, el que no hay nada que pueda creer o no creer en Él, es como decía
anteriormente “Todo Incluyente”. La relación en términos absolutos de las
partes en unidad, es el tercer concepto Amor, el cual es la entrega, la
dedicación absoluta, la disolución del ego, es el Vació perfecto donde todo es
aceptado, es la entrega de la individualidad a la Individualidad.
La peculiaridad e interrelación de estos tres conceptos, está
en que los tres necesitan SER, ser vida, ser dios, ser amor. No es suficiente,
no vale: sentir, pensar o creer en … , hay, que ser.
En
nuestros días hay mucha gente que cree que lo natural es no creer y no
podríamos vivir sin creer: en el amor, la amistad, la política, la humanidad,
incluso nos serviría creer que no creemos, porque si bien la Vida es ser, el vivir es
creer. La moda es no creer en Dios y mis preguntas “¿En qué dios no se cree?,
¿En qué dios se cree?”.
LOS ORIGENES
En
un pequeño planeta incandescente, apenas perceptible en el universo, aparentemente
vacío y sin vida durante millones de años, comienzan a materializarse las energías
y la vida universales en una nueva forma de vida.
LAS BASES
Durante
millones de años, de este vacío, van naciendo nuevas formas de vida, que se
esfuerzan con entrega y tesón, para adaptarse a las circunstancias y
condiciones que se suceden en el lugar donde viven. Estos esfuerzos van creando
nuevos órganos para poder utilizar las energías que se van integrando en cada
individualidad.
En
estos millones de años de nuestro planeta, hay formas que nacen y desaparecen,
unas que se adaptan y permanecen tiempo y otras que apenas condicionan o son
percibidas. Pero la constante en todas ellas es: la aceptación, entrega y
esfuerzo por adaptarse a las condiciones existentes en cada instante de sus
largas o cortas vidas.
Hay
formas rápidamente cambiantes y las que apenas lo hacen en millones de años. En
cualquiera de los casos existentes, todas ellas son descendientes de esa
primera energía materializada en un vacío aparentemente sin vida.
Millones
de años una forma, millones de años plantas, millones de años animales, millones
de años de nuevas formas y de repente
nosotros, suma de un vacío lleno de formas durante millones de años.
NACIMIENTO
Tras
una época de aceptación y esfuerzo por adaptarnos, comienza nuestra lucha por:
cambiar las circunstancias, adaptar el medio a nosotros, a nuestros gustos, y
la no aceptación de las reglas de juego existentes durante millones de años. De
esta no aceptación nacen los nuevos ingredientes emocionales que son: insatisfacción,
frustración, inconformidad, etc., que son la dualidad propia a las emociones
aportadas por la aceptación.
LOS FRUTOS
Muchas
veces pregunto “Un pino que da manzanas, ¿qué árbol es?.
Esta pregunta tan simple en
mi opinión, nos permite observar y situar nuestras vidas, con mejor
perspectiva.
En general todos tenemos claro
que la mejor forma de conocer algo, es por el fruto que da. En casi todos los
niveles, es algo que está claro, ¿por qué tenemos tantas dificultades para
observar esto en la vida, nuestra vida, en nosotros?.
Tenemos una idea
preconcebida de casi todo por lo que cuando pensamos, sentimos o vemos algo,
nuestro sistema automático lo compara con nuestro concepto de ello. Esto es
algo de lo que no somos realmente conscientes, pero es lo que hace que la vida
y por tanto nuestra vida sea imperfecta, incompleta. Es casi imposible que
cualquier cosa o aspecto de la vida sea igual que la idea de ello.
La necesidad del manzano de
saber que tiene que dar manzanas es inexistente, él es manzano y no tiene que
saberlo para dar manzanas. Esto me recuerda el nombre ese del Ser, ese algo que
estaba antes del principio y que no sabía que existía (no se si sería un
manzano), a mí cuando estoy inmerso en mi vida también me cuesta trabajo ser
consciente de quién soy, diría que tampoco lo se realmente y a pesar de todo
vivo y debo de ser yo porque cuando vuelvo a ser consciente de vivir,
misteriosamente se que soy yo, algo innecesario anteriormente.
El
comienzo de la energía universal a especializarse o diferenciarse origina la
formación del universo.
Cuando
pienso en mí, en ese principio que he debido tener, recuerdo esas historias de
la tierra incandescente, antes de que la vida como la pensamos, concebimos o
sentimos ahora comenzase, las energías comenzaron a manifestarse en nuevas
formas de vida. Misteriosamente aparece algo, sin: ojos, boca, cerebro, ADN, y
posiblemente sin saber donde estaba, ni quién era.
La
primera (bacteria, célula) en aparecer, no sabe como, donde, por qué o quien
está aquí, suponiendo que pudiera pensar algo. Alguna circunstancia debió de
hacer que sintiera algo y hete aquí que pudo comenzar a analizar este
sentimiento y por fin saber que era alguien, lo que sería el principio de la
mente analítica, A continuación debería tener más experiencias puesto que
aprendió también a comparar. Siendo este el nacimiento y origen de la mente
consciente.
¿Cuántos
millones de años harían falta para que la información recibida necesitase desarrollar
o unir esta forma de vida, con otra que hubiese aparecido? No lo se y la verdad
tampoco es de gran interés saberlo.
Lo
que sí parece evidente, es que en esta unión la información que cada parte
tenía, era compartida por todos los que formaban la nueva individualidad y que
cada uno hacía su trabajo, para el funcionamiento correcto de la individualidad
integrada por todos.
Su
función determinaba en cada momento, quién era cada uno y su relación
determinaba quién y qué era la individualidad integrada por ellos.
Probablemente
estas experiencias y relaciones originarían nuestra mente consciente
(análisis-comparación), la información compartida y contenida, para poder
reproducir algo parecido, tendría que encontrar un sistema de transmisión de
este conocimiento probablemente el ADN y la necesidad de adaptación a las
circunstancias, irían creando los órganos que canalizaran, diferentes tipos de
energías, para darles forma como materia.
Las
energías que se han materializado tienen que identificarse con las diferentes
tendencias: adaptación-continuidad, individualidad propia y grupal. La materialización
en individualidades, de grupos necesitan centros de trabajo donde puedan ser
utilizadas las energías para el desarrollo de la vida material como por
ejemplo: supervivencia, continuidad, digestión y asimilación de las
experiencias, para poder evolucionar adaptándose a las nuevas circunstancias.
Esas
individualidades que al llegar a un punto han tenido que unirse o adaptarse a
nuevas circunstancias han ido formando los medios y órganos necesarios para
poder utilizar las nuevas energías que se integraban en ellas y poder continuar
su existencia.
El
análisis de la primera circunstancia y la comparación y análisis de las
siguientes podría ser el origen de la necesidad de formarse del cerebro.
La
necesidad de alimentarse de las energías circundantes va determinando la
especialización y diferenciación progresiva de estas individualidades. Variando
la forma en cómo las integran a su individualidad. Esta alimentación
probablemente sería el origen del estómago.
El
desarrollo y aumento de la complejidad de nuestras vivencias, con la actitud y
reacciones ante ellas, así como su recuerdo o memoria, daría origen al
consciente e inconsciente, lo que motivaría la
formación de los intestinos delgado y grueso.
La
multiplicación y diversificación de la vida hace que aparezca la especialización,
que hace que cada individualidad necesite saber qué es lo mejor para ella dando
origen probablemente al hígado.
Las
vivencias, alimentos y demás circunstancias de la vida que nos fueran dañinas o
negativas darían origen a los miedos, lo que haría necesario la formación de
los riñones. Este miedo hace que nos mantengamos alerta para defendernos de
aquello que nos es adverso.
El
deseo de vivir, nuestro esfuerzo por adaptarnos y sobre todo la aceptación de
nuestra individualidad sería el origen de los pulmones.
Así
se ha ido formando todo sucesivamente hasta nuestros días.
De
repente, apenas unos millones de años después estoy aquí preguntando: “Un pino
que da manzanas, ¿qué árbol es?
¿Cuándo
no soy feliz, cuando tengo una salud determinada, cuando soy una persona con
dolor de espalda, con cáncer, alta, baja, etc.? Indudablemente tengo algún
problema del cual alguien, algo o la vida tienen la culpa. Porque sabemos que
lo natural es tener buena salud, ser felices, y la democracia dice que somos
libres.
Entonces
es cuando me surge la pregunta, “Un pino que da manzanas, ¿qué árbol es?
Si
mi fruta es de: felicidad, infelicidad, un estado de salud que me gusta o
disgusta, dolor de espalda, cáncer, etc. ¿qué árbol soy? Indudablemente siendo
este mi fruto, debo ser un árbol de: felicidad, infelicidad, un estado de salud
que me gusta o disgusta, dolor de espalda, cáncer, etc.
Si
yo creo que mi actitud y forma de afrontar las circunstancias no se
corresponden con mi situación actual, si creo que la sociedad actual no es
correcta y que la mayoría de las cosas funciona erróneamente, surge la
pregunta, ¿un pino..?. El árbol siempre, absolutamente siempre se corresponde
con el fruto. La larga vida del árbol se manifiesta siempre exactamente en el
fruto de ahora. De igual manera lo que somos y existe ahora en el presente, se
corresponde exactamente con la vida que manifiesta cada individualidad.
Nosotros somos el resultado de nuestras circunstancias a nivel personal, social
y universal, somos lo que somos como consecuencia de nuestra interrelación con
el universo en un tiempo infinito.
Es
por ello que llegar a este estado no ha sido por casualidad ni de repente,
millones de años, experiencias, uniones y separaciones han sido uno a uno los
pasos que nos han traído aquí, tanto a nivel colectivo como individual. En el
individual especialmente mi actitud y reacción ante estas circunstancias.
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