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Yui Shin

miércoles, 13 de abril de 2016

HEREDEROS DE QUÉ


Algunas de las historias que he usado para desarrollar los últimos escritos, son del libro: “Recopilaciones de Cuentos y Fábulas de BUDA Sri Deva Fénix (Prof. Félix E. Díaz)”, alguna de ellas, las había leído anteriormente atribuidas a otras culturas o filosofías, a veces con mínimas modificaciones. La de hoy es de un padre, que al igual que la propia Vida nos deja desperdiciar nuestros días, en la seguridad de que nos da cuanto nos es necesario, para conservar nuestra felicidad y nuestro bienestar en el camino de la Humanidad.
APRENDIZAJE O DINERO.-  A un hombre con fama de sabio y que había amasado una gran fortuna le llegó la hora de la jubilación. Desde ese momento, cada día, encontraba motivos para invitar a sus numerosos amigos a costosos banquetes, o para hacerles caros regalos.
               Pasados unos meses de lujos y derroches, un amigo le dijo:
- Creo que deberías dejar de gastar de ese modo. Aunque tu fortuna es mucha, estás dilapidándola rápidamente, y recuerda que tienes unos cuantos hijos que te heredarán.
- Precisamente por ellos lo hago -contestó-. La riqueza conseguida sin esfuerzo arruina la capacidad de los inteligentes y agrava la estupidez de los más torpes. Yo a mis hijos, les he dado la educación y los medios suficientes, como para que construyan un futuro por ellos mismos. La expectativa de disponer de mi patrimonio no sería más que una invitación a que aparecieran la codicia y la indolencia. No necesitan mi dinero para nada, no sería más que un veneno en sus vidas.
Y, en efecto, aquel hombre gastó hasta el último céntimo antes de morir.
          Son incontables las civilizaciones, los Maestros, los antecesores, nuestros padres que han aportado sus vidas, su esfuerzo, su conocimiento, a la herencia que recibimos desde que somos simples espermatozoides y óvulos, separados por distancias infinitas, que hacen difícil saber si alguna vez, llegaremos a poder recibir nuestra herencia.
          A veces, parece que es la casualidad la que nos permite nacer con la herencia de una incipiente humanidad, que rápidamente derrochamos, apenas sin salir de la infancia. Pero es la blandura, el excesivo amor de nuestra madre la Vida, la que hace que nuestro padre el Universo no pueda por menos que entregarnos, lo que nuestros ancestros han acumulado en cuanto a experiencia, cultura, civilización y los esfuerzos realizados para seguir existiendo ante las dificultades que encontraron.
          Su esfuerzo les permitió, que algunos se convirtieran en Maestros y pudiesen transmitirnos el conocimiento adquirido en su camino hacia la Humanidad. Transmitido en forma de conceptos, en escrituras que tendríamos, no solamente que entender y comprender, sino que las tendríamos que dar vida propia y un lugar en las nuestras. Porque la herencia del padre, no es solamente olvidar de dónde venimos una vez que heredamos, sino que hay que honrarlos y guardarles eterna gratitud, por habernos dado la vida, la oportunidad de continuar con su camino, engrandeciendo lo que hemos heredado.
          Mirando desde fuera, parece que el padre de la historia, dilapida su fortuna en fiestas y regalos. Pero qué puede hacer un padre que no discrimina a sus hijos de la Vida, sino compartir sus momentos con todos ellos, entregándoles cuanto es y tiene mientras aún vive.
          Parece que lo ideal es que nos entregue cuanto posee, una vez que muere, para que nosotros carguemos con la herencia sin saber qué hacer con ella, porque no es algo nuestro sino de él, lo que estamos cargando.
          Un padre debe de entregar en vida cuanto es a sus hijos, acompañarlos en sus caminos hasta donde le es permitido como padre, porque no puede permitirles caminar en los caminos que él ha abierto, no puede darles por herencia una meta, donde encuentren todo lo que él ha conseguido, permitiendo que ellos lo consideren suficiente. Una vez fortalecidos, su herencia debe de ser la miseria, la inanición, las puertas, los muros, que les obligue a descubrir por sí mismos cuanto han heredado.
          Nuestra herencia es la Vida, pero hay que crearla continuamente, para que no vuelva a su Naturaleza y nos suma en el Vacío. Porque es la herencia que recibimos, nuestra propia Naturaleza, la misma de nuestros padres, Vacío en el que se manifieste la Humanidad, porque la Humanidad es una, puede ser Vida, sin perder la Naturaleza.
          Para que nos esforzáramos tratando de recibir nuestra verdadera herencia, nuestros padres, nos han cargado con: deseos, ambiciones, poder, riquezas, dualidad y cuanto creará en nosotros el hambre suficiente, para descubrir la Humanidad en nosotros mismos.
          Todos esos muros, dificultades, puertas, miserias, odios, que crea hambre y sentimiento de inanición en la mente, para que no dejemos de buscar nuestra Verdad, nuestro Ser, el Vacío.


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