No pretendo molestaros

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Yui Shin

miércoles, 20 de abril de 2016

POSITIVISMO FRACASADO

          Hay tanta gente que pregona y enseña el positivismo, como camino a una vida mejor y más satisfactoria, que me siento un poco cohibido, al culpar de muchos de nuestros males al optimismo con el que vivimos y nos manifestamos en nuestras vidas.
          Viendo nuestro día a día, contaminando el planeta, confiados en que algún gobierno o ley lo arreglará todo. Viendo como malgastamos nuestras vidas, sentados esperando que alguien venga y con una ley, una operación, un ungüento o medicina lo arreglará todo. Que podemos vivir con nuestras ambiciones y deseos, esperando que alguien vendrá y nos los concederá y que a lo más, solamente tendremos que quitárselo a otro.
          Mirando en el pasado, no vemos una sociedad que viviese de otra manera, al menos de las que sabemos algo. Esto nos llevaría a las tribus prehistóricas, cuando el grupo elegía a alguien que los organizase, y estuviese al servicio de la comunidad. No es mucho después, cuando el pueblo comienza a exigir que les resuelva los problemas y comienza a sentarse y dedicarse a cambiar al organizador cuando no le iba bien.
          Para satisfacer las inquietudes de convivencia e interdependencia de la vida, se creó un concepto para que todo fuese respetado como un solo ser, sabiendo que todo era importante para mantener el equilibrio y el bienestar de todos. Por eso se llamo Dios, al río, al bosque, al fuego, a los animales que nos alimentaban, y se mantuvieron como dioses, hasta que comenzamos a exigir que nos cayesen en la cazuela y creciesen cuando teníamos hambre, cuando esto no era así cambiábamos de Dios.
          Finalmente hemos creado sociedades, en las cuales hemos dependido, de lo que se creó para que nos sirviese como guía en nuestro hacer y convivir. Hemos hecho responsable al coche, de la calidad y eficiencia de: su motor, su batería, de su radiador, de sus partes individuales. Cuando todos sabemos que son las partes las que crean la calidad del conjunto en su individualidad.
          Hemos creado sociedades, reinos, naciones, imperios, en las que hemos culpado a los poderes, a los gobiernos, a la enseñanza, olvidando que son las partes las que hacen buenos los conjuntos, olvidando: al individuo, las familias, los barrios, los pueblos, que son los que nutren y crean la calidad de las naciones y las sociedades.
          Hemos culpado a un Dios, que hemos creado para que nos sirviera de guía a una convivencia de hermandad, justicia, igualdad, en la que fuésemos humanos, de ser el único artífice de una sociedad de guerras, envidias, peleas por el poder, ambiciones desmedidas, donde lo único que impera es el poder del ego. Déspota que nos expulsó del Paraíso, creó el pecado, la envidia y el castigo, y que solamente nos permitirá alcanzar la felicidad si aceptamos sus imposiciones.
          Olvidando que el Dios que ha creado el hombre, no nos puede expulsar del Paraíso, ni sumirnos en el pecado eterno, así como no puede expulsarnos de la convivencia en la felicidad, que nacería de vivir como seres humanos. Que como concepto no puede actuar, porque no existe el coche sin motor, batería o sin los componentes necesarios, que su calidad y rendimiento depende de sus partes. Dios es un concepto creado por el hombre y que solamente le puede permitir vivir en el Paraíso, cuando el hombre mantenga vivo a Dios en su corazón, porque no es Dios quien le tiene que dar vida y existencia al hombre, es el hombre el que le da vida y existencia a Dios cuando le crea en su corazón.
          Vivimos en el optimismo, en la creencia de que no importa lo que hagamos, cómo lo hagamos y durante el tiempo que estropeemos nuestro mundo, nuestro planeta, nuestra sociedad, nuestra humanidad, que alguien vendrá y por milagro, por unas leyes nuevas, un libro con una enseñanza nueva, hará que el nuevo amanecer haya cambiado completamente nuestra obra.
          Pasamos los años sin vivir, intentando alcanzar los sueños que nos han contado, luchando por alcanzar el bienestar del cuerpo, de realizar nuestras ambiciones, pensando que cuando lleguemos a esas metas podremos comenzar a vivir. Confiamos que nos educarán, para ser honestos, que alguien arreglará nuestras despreocupaciones, que por muy mal que cuidemos de nuestras vidas, llegará una ley, una persona que nos ame, un gobierno o un médico que lo arreglará todo en un momento.
          Sancho, fue puesto en una Ínsula como gobernador, para llevar la justicia y la felicidad. Pero creyó que bastaría con desearlo, los demás solamente querían burlarse de su inocencia. Porque el pueblo no puede ser el gobernador, este es el que está al servicio del pueblo, pero es el pueblo el que tiene que dejar de burlarse, en la espera de que alguien enderezará sus entuertos.
          Son los poderes y los gobiernos los que están al servicio del pueblo, pero es el pueblo el que tiene que dar la calidad a los poderes y a los gobiernos, el positivismo lleva al mismo lugar que la negatividad, a no saber lo que tenemos realmente para conseguir nuestra meta desde el principio de los tiempos, que Dios esté vivo en nosotros, que nuestro código de convivencia sea nuestra religión, que nuestra libertad esté basada en la responsabilidad, que no esperemos lo que no hemos creado.
          Nuestra meta siempre ha sido la Humanidad, algo que no nos puede ser dado. Lo que hay es lo que nosotros hemos creado.


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