Hay tanta
gente que pregona y enseña el positivismo, como camino a una vida mejor y más
satisfactoria, que me siento un poco cohibido, al culpar de muchos de nuestros
males al optimismo con el que vivimos y nos manifestamos en nuestras vidas.
Viendo nuestro
día a día, contaminando el planeta, confiados en que algún gobierno o ley lo
arreglará todo. Viendo como malgastamos nuestras vidas, sentados esperando que
alguien venga y con una ley, una operación, un ungüento o medicina lo arreglará
todo. Que podemos vivir con nuestras ambiciones y deseos, esperando que alguien
vendrá y nos los concederá y que a lo más, solamente tendremos que quitárselo a
otro.
Mirando en el
pasado, no vemos una sociedad que viviese de otra manera, al menos de las que
sabemos algo. Esto nos llevaría a las tribus prehistóricas, cuando el grupo
elegía a alguien que los organizase, y estuviese al servicio de la comunidad. No
es mucho después, cuando el pueblo comienza a exigir que les resuelva los
problemas y comienza a sentarse y dedicarse a cambiar al organizador cuando no
le iba bien.
Para satisfacer
las inquietudes de convivencia e interdependencia de la vida, se creó un
concepto para que todo fuese respetado como un solo ser, sabiendo que todo era
importante para mantener el equilibrio y el bienestar de todos. Por eso se
llamo Dios, al río, al bosque, al fuego, a los animales que nos alimentaban, y
se mantuvieron como dioses, hasta que comenzamos a exigir que nos cayesen en la
cazuela y creciesen cuando teníamos hambre, cuando esto no era así cambiábamos
de Dios.
Finalmente hemos
creado sociedades, en las cuales hemos dependido, de lo que se creó para que
nos sirviese como guía en nuestro hacer y convivir. Hemos hecho responsable al
coche, de la calidad y eficiencia de: su motor, su batería, de su radiador, de
sus partes individuales. Cuando todos sabemos que son las partes las que crean
la calidad del conjunto en su individualidad.
Hemos creado
sociedades, reinos, naciones, imperios, en las que hemos culpado a los poderes,
a los gobiernos, a la enseñanza, olvidando que son las partes las que hacen
buenos los conjuntos, olvidando: al individuo, las familias, los barrios, los
pueblos, que son los que nutren y crean la calidad de las naciones y las
sociedades.
Hemos culpado
a un Dios, que hemos creado para que nos sirviera de guía a una convivencia de
hermandad, justicia, igualdad, en la que fuésemos humanos, de ser el único artífice
de una sociedad de guerras, envidias, peleas por el poder, ambiciones
desmedidas, donde lo único que impera es el poder del ego. Déspota que nos expulsó
del Paraíso, creó el pecado, la envidia y el castigo, y que solamente nos
permitirá alcanzar la felicidad si aceptamos sus imposiciones.
Olvidando que
el Dios que ha creado el hombre, no nos puede expulsar del Paraíso, ni sumirnos
en el pecado eterno, así como no puede expulsarnos de la convivencia en la
felicidad, que nacería de vivir como seres humanos. Que como concepto no puede
actuar, porque no existe el coche sin motor, batería o sin los componentes
necesarios, que su calidad y rendimiento depende de sus partes. Dios es un
concepto creado por el hombre y que solamente le puede permitir vivir en el
Paraíso, cuando el hombre mantenga vivo a Dios en su corazón, porque no es Dios
quien le tiene que dar vida y existencia al hombre, es el hombre el que le da
vida y existencia a Dios cuando le crea en su corazón.
Vivimos en el
optimismo, en la creencia de que no importa lo que hagamos, cómo lo hagamos y
durante el tiempo que estropeemos nuestro mundo, nuestro planeta, nuestra
sociedad, nuestra humanidad, que alguien vendrá y por milagro, por unas leyes
nuevas, un libro con una enseñanza nueva, hará que el nuevo amanecer haya
cambiado completamente nuestra obra.
Pasamos los
años sin vivir, intentando alcanzar los sueños que nos han contado, luchando
por alcanzar el bienestar del cuerpo, de realizar nuestras ambiciones, pensando
que cuando lleguemos a esas metas podremos comenzar a vivir. Confiamos que nos
educarán, para ser honestos, que alguien arreglará nuestras despreocupaciones,
que por muy mal que cuidemos de nuestras vidas, llegará una ley, una persona
que nos ame, un gobierno o un médico que lo arreglará todo en un momento.
Sancho, fue
puesto en una Ínsula como gobernador, para llevar la justicia y la felicidad. Pero
creyó que bastaría con desearlo, los demás solamente querían burlarse de su
inocencia. Porque el pueblo no puede ser el gobernador, este es el que está al
servicio del pueblo, pero es el pueblo el que tiene que dejar de burlarse, en
la espera de que alguien enderezará sus entuertos.
Son los
poderes y los gobiernos los que están al servicio del pueblo, pero es el pueblo
el que tiene que dar la calidad a los poderes y a los gobiernos, el positivismo
lleva al mismo lugar que la negatividad, a no saber lo que tenemos realmente
para conseguir nuestra meta desde el principio de los tiempos, que
Dios esté vivo en nosotros, que nuestro código de convivencia sea nuestra
religión, que nuestra libertad esté basada en la responsabilidad, que no
esperemos lo que no hemos creado.
Nuestra meta
siempre ha sido la Humanidad, algo que no nos puede ser dado. Lo que hay es lo que nosotros hemos creado.
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