Hace tanto tiempo que sucedió, que ni los
más viejos del lugar recuerdan nada, incluso en los libros más antiguos o en
las tradiciones orales, nunca fue recogida esta conversación entre Dios y la
Vida.
Dios había decidido trabajar seis días,
para crear unos millones de Universos, pero Su proyecto principal, fue crear un
cielo y un infierno, donde todos los seres que naciesen en la Eternidad en esos
Universos, fuesen destinados a uno de los dos, al concluir la Eternidad donde
se manifestarían, por toda la Eternidad posterior que era la Grande, la
Eternidad de Verdad, la que no termina nunca. Siendo tan importante la decisión,
le pidió ayuda y consejo a la Vida, que debido a sus años tenía un gran
conocimiento.
Apenas explicado el proyecto, la primera
pregunta fue: “¿Cómo determinarás, quién irá a un sitio o a otro?, ¿Implantarás
unas Reglas, unas Leyes, unos requisitos, para determinarlo?, o acaso serán
creados predestinados con su destino”.
Dios se quedó pensativo, pues unas de las
cosas que había decidido era descansar tras esos seis días, por lo que Todo sería
creado con “Libre Albedrío”, para que cada individualidad se crease su propio
destino. Además debido a su Gran Poder, si Él decidiese o pensase algo, al Ser
la Mente Absoluta, se plasmaría irremediablemente como realidad, por lo que tendría
que descansar por toda la Eternidad una vez creados los Universos Infinitos.
La Vida le dijo, que poner leyes y reglas
para alcanzar un lugar en la Eternidad, era demasiado, que en tanto tiempo las
circunstancias serían infinitas y que independientemente de lo que fuese hecho,
los demás podrían aprender y crear algo bueno con ello, debido a que todas las
individualidades tenían en su Naturaleza el “Libre Albedrío”, la capacidad de
decidir y ser responsables de lo que creasen, independientemente de lo que
recibiesen.
Que sería de Ley castigar o premiar el
comportamiento de cada uno, respecto a las Reglas y Leyes, pero que dudaba de
que eso permitiese vivir con Justicia, en un equilibrio justo. Siempre los
tiempos y las circunstancias, obligaría a cambiar las leyes, lo que no sería
justo para los que ya habían sido premiados o castigados.
Por ello, la Vida decidió manifestarse
como Amor en esos Universos, para poder Ser cada individualidad, cada grupo,
cada raza, cada Universo. Por ello en lugar de crear el Cielo y el Infierno,
donde fuesen enviados por su hacer y como consecuencia de su manifestación, y
cumplimiento de su responsabilidad individual, decidió pedirle a Dios, que no
crease un Cielo y un Infierno, sino que ambos fuesen establecidos en el corazón
de cada individualidad, para que viviese así, según el mundo y convivencia que
ellos creasen.
Por eso tenemos el infierno en la
persona, en la familia, en un país o planeta, porque la individualidad es en
cualquiera de las individualidades, por eso la Vida y el Amor, solamente pueden
manifestarse como Unidad, como Absoluto, sin discriminación, sin separaciones,
sin opinión o poder percibir alguien o algo fuera de su Seidad.
La Justicia es, para la Vida y el Amor,
que ellos son el Infierno o el Cielo, donde vivimos, sin dejar de ser nosotros.
Vida y Amor, siendo cada individualidad, son castigados o premiados lo mismo
que la individualidad, porque es una creación individual, propia de cada uno,
que vivamos en uno de los dos, es de total Justicia, porque es lo que hemos
creado y sido aceptado por Vida y Amor.
Hay una fábula de la hormiga y la
cigarra, la una trabajando todo el día, la otra cantando todo el día. Nosotros
sacamos conclusiones y preguntamos si es justo que haya tanta diferencia entre
unos y otros. Llegado el invierno, la hormiga recordaba a la cigarra su
indolencia, cantando sin aprovisionarse para el invierno, cerrándole la puerta
sin darle comida, pues consideraba justo que si no se ocupaba de su futuro,
pagase por ello muriendo de hambre y frío.
La justicia de la Vida, deja absoluta
libertad para que la cigarra sea cigarra, en verano y en invierno y que la
hormiga sea hormiga todo el tiempo. Todos los años las cigarras vuelven a
cantar y las hormigas a llenar sus despensas, transcurriendo sus vidas unas
veces en el cielo y otras en el infierno, creado en Libertad y Libre Albedrío
por cada una de ellas.
Nosotros creamos leyes, para imponer
justicia, interpretando las leyes y la justicia.
La Vida se manifiesta como amor, su
Justicia es permitirnos vivir en el mundo que hemos creado, ella se entrega
como Vida a cuanto se manifiesta, sin tan siquiera saber que nos manifestamos
en Libertad, como creadores de nuestro vivir.
Dios sigue descansando, pues no puede
tomar decisiones sin coartar nuestro “Libre Albedrío”, en su Respeto y Compasión,
imparte Justicia, dejándonos ser responsables de nuestra Libertad.
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