Shakyamuni, utilizó muchas parábolas
tratando de explicar la Verdad encerrada en el Dharma, para los creyentes lo
importante era la comprensión de lo que estaba diciendo. Para los incrédulos,
era que lo que estaban escuchando era: “Para “bola” lo que estamos escuchando. Lo
que pocos llegaron a preguntarse es: ¿Cómo la Verdad puede vivir encerrada en
algo, incluso en el Dharma?.
Un día les contó la parábola de la
balsa:
“¡0 monjes!, un hombre está de viaje. Llegando a un enorme río, en este lado, la orilla es
peligrosa, pero en el otro se esta a salvo y sin peligro. No hay medio que
lleve a la otra orilla que es segura y sin peligro, tampoco hay puente para
cruzar. Él se dice, “Este río es caudaloso y enorme, y la orilla en este lado
es muy peligrosa, llena de envidias, discriminación, ignorancia y sufrimiento
pero en la otra orilla se esta seguro y sin peligro, en el Nirvana. Sería bueno
construir una balsa, y con su ayuda cruzar con seguridad al otro lado,
ayudándome con mis manos y pies.” Entonces aquel hombre juntó madera,
ramas y hojas e hizo una balsa, y con la ayuda de esta balsa cruzó a salvo al
otro lado.
Alcanzado el otro lado, pensó, “Esta balsa fue de gran ayuda para
mí. Con ella he cruzado a salvo a este lado. Sería bueno si la cargo, por si la
necesito en el futuro”, “Que pensarían, ¡O
monjes!, si él actuara de este modo. ¿Consideran esto actuar correctamente con
respecto a la
balsa?”. O aquel hombre debiera pensar, “Esta balsa fue de gran utilidad
para mí. Con su ayuda he cruzado a salvo a este lado. Estaría bien si la
encallara en la orilla, o la atara y la
dejara a flote, y luego sigo mi camino.”
De igual manera, el Dharma es la balsa
para ir al otro lado, pero no podemos cargar con Él, pues es solamente el medio
para ir a donde queremos llegar.
Es natural crearnos balsas con las
palabras de las Escrituras, con las que nos han alimentado los Maestros, pero
nuestro esfuerzo por llegar a la otra orilla, al Nirvana, es tan inútil como
las muchas vidas que Shakyamuni empleó en construir la suya, las palabras no
pueden flotar en la Naturaleza de Buda, no nos pueden introducir en su
corriente, no pueden sino sustentarnos sin tan siquiera ser humedecidos por sus
aguas. Finalmente, es cuando sentado bajo el árbol Sala, puede sentarse en el
Loto, al abandonar todo cuanto es o percibe que es, solamente cuando abandona
la construcción de la balsa, cuando no hay nadie para cruzar, ni tan siquiera
orilla que alcanzar, Shakyamuni puede nadar y diluirse en el Río.
Es cuando escuchamos una parábola y queremos
encontrar la Verdad en ella, cuando olvidamos que la Verdad no puede encerrarse
en nada, pues no hay nada fuera de Ella. Shakyamuni, tratando de que olvidásemos
lo que nos impide ser Río, nos dejó muchas palabras, señalando en todas las
direcciones, porque son las palabras las que nos mantienen flotando en la
Verdad, sin poder sumergirnos, incluso ahogarnos en Ella, para que no exista ni
tan siquiera algo que pueda tocarla.
Viendo los peligros de esta orilla, en
la que existimos, en la que creamos y manifestamos lo que somos, tratamos
desesperadamente de huir a la otra, donde vemos la felicidad, la abundancia, la
perfección, la eterna primavera y juventud. En ella, los dioses, poseyendo
cuanto pudiesen desear, no sienten necesidad. Apenas algunos de ellos, llegan a
ser conscientes de que teniendo todo, todavía no pueden nadar en el Río de la
Naturaleza de Buda, pues están simplemente siendo orilla, en oposición a la
otra, son simplemente lo que encierra aparentemente la Budeidad.
No importa la calidad de la balsa,
estando a salvo de todo mal, todavía no podemos nadar en el Bien. Alcanzando el
Nirvana, sin tener necesidades, siendo cuanto queramos ser, todavía hay un
alguien siendo. Todavía hay alguien siendo feliz, teniendo cuanto puede desear,
no existe deseo aparentemente, pero si hay algo que se posee, todavía el ego
nos está separando de nuestra Naturaleza.
Siendo el Nirvana la otra orilla,
solamente es la discriminación de la existencia de otra orilla, en la que
estamos. Tratamos de construir la balsa, salir de nuestra ignorancia, de
nuestro sufrimiento, pero no hay enseñanza, palabras sagradas, ni tan siquiera
un Buda que pueda llevarnos a salvo a la otra orilla. Independientemente de la
orilla en la que nos encontremos, estamos a un lado del río, mejor o peor, no
podemos ser río.
Ser Río es incluir ambas orillas,
porque no puede haber río sin tierra, ni tierra sin cielo, no podemos huir de
un lado para llegar a otro, siempre que estamos en un lado, es porque hay otro,
separados por un “yo”. La creación del Río, está enmarcada por las orillas,
ambas indiscriminadamente. No podemos usar balsas, no puede haber un yo que
pueda cruzar el Río, no hay nada con lo que construir una balsa, pero no
podemos ser Río, sin estar en ambas orillas.
Sutta-Nipáta, vers. 21. " Así dijo Bhagavat: Confeccioné
una bien construida balsa; llegué hasta el Nirvana, alcancé la otra orilla,
habiendo vencido al torrente de las pasiones; la balsa carece ya de utilidad;
por tanto, si te place, llueve ¡oh cielo!"
No es solamente la balsa la que carece
de utilidad: “El Nirvana, las orillas, el río, el Buda, o la lluvia de cielos, también”.
Estamos en Casa.
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