No pretendo molestaros

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Yui Shin

lunes, 27 de junio de 2016

FLOTANDO EN BALSA


          Shakyamuni, utilizó muchas parábolas tratando de explicar la Verdad encerrada en el Dharma, para los creyentes lo importante era la comprensión de lo que estaba diciendo. Para los incrédulos, era que lo que estaban escuchando era: “Para “bola” lo que estamos escuchando. Lo que pocos llegaron a preguntarse es: ¿Cómo la Verdad puede vivir encerrada en algo, incluso en el Dharma?.
          Un día les contó la parábola de la balsa:
“¡0 monjes!, un hombre está de viaje. Llegando a  un enorme río, en este lado, la orilla es peligrosa, pero en el otro se esta a salvo y sin peligro. No hay medio que lleve a la otra orilla que es segura y sin peligro, tampoco hay puente para cruzar. Él se dice, “Este río es caudaloso y enorme, y la orilla en este lado es muy peligrosa, llena de envidias, discriminación, ignorancia y sufrimiento pero en la otra orilla se esta seguro y sin peligro, en el Nirvana. Sería bueno construir una balsa, y con su ayuda cruzar con seguridad al otro  lado,  ayudándome con mis manos y pies.” Entonces aquel hombre juntó madera, ramas y hojas e hizo una balsa, y con la ayuda de esta balsa cruzó a salvo al otro lado.
Alcanzado el otro lado, pensó, “Esta balsa fue de gran ayuda para mí. Con ella he cruzado a salvo a este lado. Sería bueno si la cargo, por si la necesito en el futuro”, “Que  pensarían, ¡O monjes!, si él actuara de este modo. ¿Consideran esto actuar correctamente con respecto  a  la  balsa?”. O aquel hombre debiera pensar, “Esta balsa fue de gran utilidad para mí. Con su ayuda he cruzado a salvo a este lado. Estaría bien si la encallara en la orilla, o la  atara y la dejara a flote, y luego sigo mi camino.”
          De igual manera, el Dharma es la balsa para ir al otro lado, pero no podemos cargar con Él, pues es solamente el medio para ir a donde queremos llegar.
          Es natural crearnos balsas con las palabras de las Escrituras, con las que nos han alimentado los Maestros, pero nuestro esfuerzo por llegar a la otra orilla, al Nirvana, es tan inútil como las muchas vidas que Shakyamuni empleó en construir la suya, las palabras no pueden flotar en la Naturaleza de Buda, no nos pueden introducir en su corriente, no pueden sino sustentarnos sin tan siquiera ser humedecidos por sus aguas. Finalmente, es cuando sentado bajo el árbol Sala, puede sentarse en el Loto, al abandonar todo cuanto es o percibe que es, solamente cuando abandona la construcción de la balsa, cuando no hay nadie para cruzar, ni tan siquiera orilla que alcanzar, Shakyamuni puede nadar y diluirse en el Río.
          Es cuando escuchamos una parábola y queremos encontrar la Verdad en ella, cuando olvidamos que la Verdad no puede encerrarse en nada, pues no hay nada fuera de Ella. Shakyamuni, tratando de que olvidásemos lo que nos impide ser Río, nos dejó muchas palabras, señalando en todas las direcciones, porque son las palabras las que nos mantienen flotando en la Verdad, sin poder sumergirnos, incluso ahogarnos en Ella, para que no exista ni tan siquiera algo que pueda tocarla.
          Viendo los peligros de esta orilla, en la que existimos, en la que creamos y manifestamos lo que somos, tratamos desesperadamente de huir a la otra, donde vemos la felicidad, la abundancia, la perfección, la eterna primavera y juventud. En ella, los dioses, poseyendo cuanto pudiesen desear, no sienten necesidad. Apenas algunos de ellos, llegan a ser conscientes de que teniendo todo, todavía no pueden nadar en el Río de la Naturaleza de Buda, pues están simplemente siendo orilla, en oposición a la otra, son simplemente lo que encierra aparentemente la Budeidad.
          No importa la calidad de la balsa, estando a salvo de todo mal, todavía no podemos nadar en el Bien. Alcanzando el Nirvana, sin tener necesidades, siendo cuanto queramos ser, todavía hay un alguien siendo. Todavía hay alguien siendo feliz, teniendo cuanto puede desear, no existe deseo aparentemente, pero si hay algo que se posee, todavía el ego nos está separando de nuestra Naturaleza.
          Siendo el Nirvana la otra orilla, solamente es la discriminación de la existencia de otra orilla, en la que estamos. Tratamos de construir la balsa, salir de nuestra ignorancia, de nuestro sufrimiento, pero no hay enseñanza, palabras sagradas, ni tan siquiera un Buda que pueda llevarnos a salvo a la otra orilla. Independientemente de la orilla en la que nos encontremos, estamos a un lado del río, mejor o peor, no podemos ser río.
          Ser Río es incluir ambas orillas, porque no puede haber río sin tierra, ni tierra sin cielo, no podemos huir de un lado para llegar a otro, siempre que estamos en un lado, es porque hay otro, separados por un “yo”. La creación del Río, está enmarcada por las orillas, ambas indiscriminadamente. No podemos usar balsas, no puede haber un yo que pueda cruzar el Río, no hay nada con lo que construir una balsa, pero no podemos ser Río, sin estar en ambas orillas.
               Sutta-Nipáta, vers. 21. " Así dijo Bhagavat: Confeccioné una bien construida balsa; llegué hasta el Nirvana, alcancé la otra orilla, habiendo vencido al torrente de las pasiones; la balsa carece ya de utilidad; por tanto, si te place, llueve ¡oh cielo!"

          No es solamente la balsa la que carece de utilidad: “El Nirvana, las orillas, el río, el Buda, o la lluvia de cielos, también”. Estamos en Casa.


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