Un día que no tenía
qué hacer, me fui a ver a Dios donde estaba descansando.
Me senté a su lado y
le miré un poco de soslayo, pues no estaba seguro de cómo preguntarle. Finalmente
me decidí y le dije:
¡Oye tío!, cómo es
que con los enfados que me cojo, cuando alguien dice algo de mí que es mentira
o no me gusta, Tú te quedas tan tranquilo, con lo que decimos que eres y que no
eres y hablamos de ti.
¡Siendo
Todo!, me contestó.
O sea, que eres
también eso que decimos que no eres.
Sí,
además del sonido de las palabras que dicen lo que no soy, la persona que las
pronuncia, el que las escucha y sus entendimientos.
Pensé que se estaba
burlando de mí, así que le miré y me salió del alma un: “No tengo ni idea de lo
que me estás diciendo”. ¿Por qué eres Todo?.
Simplemente
porque es lo que habéis dicho vosotros: “Dios es Todo”.
O sea, que te
enfadarás cuando decimos que no existes, o que eres el culpable de todo lo malo
que pasa o cosas así.
Es que
siendo Todo, soy también eso, incluso cuando decís que no soy, Soy ese no-ser.
Así que le miré, me dije:
“Este está loco”, y pensando que se burlaba de mí, me marché enfadado.
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