Durante años, caminé en el catolicismo, en
el cristianismo, buscando a Dios. Pero no pude encontrarlo.
Un día, perdido en el mundo, me encontré
con las estatuas de Buda. Mirando su tranquilidad en las cuevas de Ajanta y
Ellora, quedé impresionado y conmovido, de lo tranquila y la tranquilidad que transmitía,
una estatua de piedra.
Esforzándome por encontrarlo, en Japón al
fin le encontré.
Le miré fijamente a la cara, y descubrí la
dualidad.
Al encontrarle, le había perdido.
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