Si
alguien que busca, encontrase algo en su esfuerzo, habría dejado de ser el
buscador, para transformarse en “el encontrador”.
Solamente la mitad de algo, seguiría siendo lo mismo, alguien a quien le falta
la mitad o que es la mitad de algo.
Buscamos a Dios y a veces
creemos encontrarle, de que nos sirve un dios, al que podemos observar, al que
podemos hacer responsable de nuestra felicidad, de nuestro sufrimiento, de
nuestra libertad, de nuestra esclavitud, de nuestra responsabilidad, de no permitirnos
vivir en el libre albedrío, al haber creado el mal.
Encontrar al Todo y poder
verlo, conocerle, saber quién y cómo es. Habiéndole encontrado, podemos
contemplarle en todo lo que vemos, podemos saber que Él está en todo. Olvidando, que estando en todo lo que vemos, sabiendo que está en todo, hay alguien fuera
que sabe dónde y qué es Dios.
Un día en el pueblo,
fuimos todos a ver una película, en señal de nuestra unión, el que todos éramos
el pueblo. Sintiendo esa unión, quise verla, contemplando la sala de
proyecciones, me inundó la alegría y la felicidad. En la sala de proyecciones
todos lloraban mi ausencia.
Un día en el pueblo,
fuimos todos a ver una película, para mostrar nuestra unión, el que todos éramos
el pueblo. Sabiendo que una gran tormenta se avecinaba, desde el campanario
cuidé, que todo estuviese a salvo.
Ser uno, no significa que
tengamos que estar juntos, sino que vivamos una sola vida. Lo que es uno, se
sabe porque todo funciona en una sola individualidad, sin poder percibir unión
o separación. Lo que funciona unido, es para conseguir unos resultados, en el
que cuando hay armonía, funciona correctamente y cercano a una individualidad,
cuando no la hay, solamente los resultados mantienen la unión.
Buscamos y a veces
encontramos la felicidad. Pero el buscador, ¿qué puede encontrar a
continuación si no es el sufrimiento?.
Buscamos y encontramos a
Dios, pero si lo encontramos: ¿Cómo puede ser que exista Dios y el
buscador?
Hay una fábula, cuento o
historia antigua que nos habla de un hombre rico que celebraba una fiesta con
su familia y amigos.
“En plena fiesta suena una
llamada en la puerta, abriendo con el alma llena de hospitalidad, queda
horrorizado, recorrido por un profundo escalofrío, al contemplar una anciana horripilante, rodeada de un halo de malignidad, la cual al ser preguntada,
responde que es todo lo malo: muerte, sufrimiento, ira, guerra, envidia,
ignorancia, odio, y que deseaba pasar la noche con ellos. Aún temblando, la
puerta es cerrada con ella fuera.
Sin que la calma se hubiese
recuperado, pasado un tiempo, de nuevo suena la llamada en la puerta, de
alguien que vaga en la noche.
Apenas una rendija, una
mirada, y la puerta se abre de par en par, para poder contemplar a un ser
angelical. Soy el espíritu del bien: la felicidad, el amor, la buena salud, la
espiritualidad, la paz y el Amor, y desearía pasar la noche con vosotros. ¡Pasa
y quédate cuanto desees, esta es tu casa!.
Sin realizar el mínimo
movimiento, con una sonrisa que ilumina la Tierra, pregunta si había llegado su
amada hermana, pues deseando encontrarse, habían decidido reunirse en ese Aquí.
No ha llegado, pero en
cuanto llegue será bien recibida, ¿Cuál es la apariencia de tu hermana?, dando
media vuelta, se aleja iluminando la noche, en busca de su hermana rechazada.
La aceptación del
buscador, no es conformarse con la mitad, sino ser el buscador que solamente
puede encontrarse a Sí mismo. Es la búsqueda inútil, fútil, de que si buscas
por ser el buscador, no podrás dejar de serlo porque no puedes hallar lo que
eres, el encontrador, lo encontrado, lo que une, lo que siempre ha sido uno, el
Buscador que ha Encontrado, al Buscador.
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