Deuteronomio 7:2: “Y cuando el SEÑOR tu Dios los haya
entregado delante de ti, y los hayas derrotado, los destruirás por completo. No
harás alianza con ellos ni te apiadarás de ellos”.
Deuteronomio 20:16: “Pero en las ciudades de estos pueblos que el SEÑOR tu Dios te da en heredad, no dejarás con vida nada que respire”.
Jueces 21:10: “La congregación envió a doce mil de los hombres de guerra allá, y les mandaron diciendo: Id y herid a los habitantes de Jabes-galaad a filo de espada, con las mujeres y los niños”.
Deuteronomio 20:16: “Pero en las ciudades de estos pueblos que el SEÑOR tu Dios te da en heredad, no dejarás con vida nada que respire”.
Jueces 21:10: “La congregación envió a doce mil de los hombres de guerra allá, y les mandaron diciendo: Id y herid a los habitantes de Jabes-galaad a filo de espada, con las mujeres y los niños”.
A veces, comprendiendo lo escrito,
olvidamos la Gran Duda, seguimos creando: leyes, voluntarios, ejércitos, comisiones
de ayuda, para arreglar los problemas, las sociedades, lo que hemos creado.
Olvidamos que el mejor momento de arreglar
los problemas, el mal, es antes de ser engendrados, cuando están gestando,
cuando son pequeños.
Recibimos la Vida, el Libre Albedrío,
para protegerlo, para usarlo, para que alimentemos nuestro Ser con ellos. No
hay más alimento que el Amor, sin darle tregua a sus sustitutos: discriminación,
odio, egoísmo y cuantos enemigos creamos hacia nuestra Naturaleza.
No es cómo nos interpretan las palabras,
sino cómo las entendemos, lo que nos alimentará a lo largo del Camino.
El Camino fácil para arreglar los
problemas, es no crearlos. Para llegar a la Meta, no discriminar, viviendo en
el Aquí y Ahora.
El Camino que nos lleva a la
responsabilidad, es no vivir en las opiniones y comprensiones de los demás, no
ocultarnos en lo que nos dicen, sino vivir en nuestra comprensión, en nuestro
entendimiento, escuchando a todos.
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