“Cuando el oído del discípulo está preparado, viene el
Maestro y le habla”.
“Los labios de la Sabiduría
permanecen mudos, excepto para el oído capaz de comprender.
Ante las huellas del Maestro, allí
los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en
par.
Cuando el oído es capaz de oír, escuchará
los labios que han de llenarlos con Sabiduría.
Cuando el discípulo está preparado, aparece el Maestro.
Frases,
enseñanzas de Maestros desde la antigüedad, que han llenado de esperanza
nuestro caminar, por los tortuosos caminos de la Sabiduría.
Caminando incansables
en pos, de encontrar, de alcanzar la Sabiduría. Con la esperanza de encontrar
al Maestro que nos la enseñe, que nos la comunique y poder postrarnos a sus
pies.
Nuestro único
bagaje son: “La ignorancia, el ego, y el anhelo de alcanzar nuestros deseos,
alimentados por una mente que quiere alcanzar el conocimiento”.
A veces nos
dicen que en el Camino, hay que desembarazarse de la mente que nos domina, que
controla nuestras vidas, la forma en que percibimos el entorno y a nosotros
mismos, por medio de las emociones. Que impide que podamos entregarnos y que de
alguna manera nos arrastra fuera del Camino, teniendo que silenciarla, para
evitar su control.
Otras es el ego maligno, que nos sume en la
separación, en el deseo, en la búsqueda de la Sabiduría para obtener sus
beneficios.
Pero son: “La mente, el ego y la ignorancia
el empedrado del Camino”. Los que permiten y hacen que podamos y tengamos que
recorrerlo.
No hay un
solo Maestro a lo largo del Camino, ni en su principio, ni tampoco lo
encontraremos al final.
Si entramos
en el Camino por el Principio, seguramente saldremos por el Final, recorriendo
el Camino, para seguir siendo lo que somos, nada habrá cambiado.
En el
Camino, lo que entra es lo que sale, Él no puede cambiarnos.
Cómo podría
cambiarnos si nos ama, cómo podría cambiarnos si nos acepta como somos.
“Los labios de la Sabiduría permanecen mudos,
excepto para el oído capaz de comprender”. Todo el Camino es Sabiduría, luego es el escuchar lo que
nos falta.
“Ante las huellas del Maestro,
allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par
en par”. El Camino está construido, formado, lleno, de las huellas
del Maestro, solamente hay que ser discípulos, para que podamos escuchar.
“Cuando el discípulo está preparado, aparece
el Maestro”. En apareciendo el Maestro, el discípulo se diluye en Él,
diluido el discípulo se concluye la misión del Maestro, sin Maestro nadie puede
hollar el Camino y construirle.
Sin embargo
el Camino continuará, mientras sea necesario, por la eternidad en la que la
ignorancia, el ego y la mente, lo empiedren. Porque no es el Camino el que nos
llevará al Maestro, sino el que lo será, no es el Maestro el que nos hablará
sino el Silencio, no será el oído el que escuchará, sino que se hará Camino, se
diluirá en el Silencio.
No hay
mente que silenciar, no encontraremos ego al que expulsar, ni ignorancia que
pueda ser trascendida.
Son el
Empedrado de un Camino, con Nadie que recorrerlo. Sin principio o final, sin discípulo,
sin Maestro.
No hay
Camino que lleve a la Sabiduría, la Sabiduría es, incluso esto.
La Sabiduría
es el no saberlo, Nada que escuchar, Nada que decir. Sin discípulo o Maestro.
Pero si
caminas en el Camino, seguro que hablará el Maestro.
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