Dicen que un día, escuchó el mar la
historia de un gran océano, lleno totalmente de arena, el cuál no mojaba a sus
peces. Deseando el bienestar de cuantos habitaban en él, vivió la eternidad,
esforzándose por ser un Océano de arena.
Un océano de arena, llamado desierto,
escuchó un día la historia de un gran océano, que estaba lleno de agua, proveniente
de las saladas lágrimas de los dioses, llena de criaturas maravillosas creadas
por ellos. Sufriendo eternamente, en el deseo de encontrar suficiente espacio, para
que los dioses pudiesen llorar hasta llenarlo de lágrimas.
Un día llegó un gran sabio, que se asentó
entre ambos, escuchando sus historias, se rió de ambos. Él buscaba la Verdad, a
“La Humanidad”.
No hay nada más triste, que ver morir a la
Vida por el deseo de vivir.
Ni ignorancia más grande, que creerse sabio
el que lo ve.
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