Es en la
dualidad, en su entendimiento, en la comprensión del Yin y del Yang expresado
en la imagen del Taiji o Taijitu, donde se diferencian principalmente los
conceptos básicos de Occidente y Oriente, así como la comprensión que realizan
en sus filosofías de la Vida Única, de Dios, del Vacío, del Absoluto.
El Yin y el
Yang, no puede ser apreciado en lo Absoluto, cuando el entendimiento de la
dualidad que simbolizan, es el de que ambos son interdependientes y que son
mitades de una misma individualidad, siendo imposible su separación.
En cambio,
cuando se entiende como dos individualidades opuestas, lo Absoluto tiene un yo
observador, o una creación que lo manifiesta y le da forma.
El aparente
dinamismo que se refleja en la imagen del Taijitu, es desde el punto en que la
dualidad puede ser observada, incluso en su manifestación. Pero no es así en el
concepto según mi opinión, en el cual, las dos mitades en la individualidad no
tienen existencia real en la dualidad Yin-Yang. Las mitades son conceptuales,
existiendo en la infinitud de partes y formas en las que puede ser dividida la
Individualidad en dos mitades y los puntos desde los que ambas mitades pueden
ser observadas y comparadas. Siendo que ninguna de las dos es Yin o Yang hasta
que no son comparadas. Para lo que es imprescindible el observador, la propia
individualidad con la separación de las dos mitades, observado-observador, con
su trilogía consiguiente: “El conocimiento
de lo observado”.
Cuando se
observa desde el Budismo la dualidad, hay también las dos maneras de observar
el funcionamiento de la dualidad: Buda es todo, pero nosotros lo buscamos y
podemos encontrarle. O podemos no unirnos a Buda, no encontrar a Buda,
simplemente anular la separación que nosotros percibimos, con lo que no
cambiamos nada, simplemente al no existir separación, desaparece el Yin y el
Yang como manifestación.
En el
primero el yo se vacía, para encontrar el Vacío del Yo, en el segundo no hay
yo, ni tan siquiera algo que pueda llamarse Vacío, menos aún, un Yo.
La diferencia
entre occidente, Un Dios-Una Creación, materia-espíritu, innumerables niveles
de manifestación, una auto-salvación o la salvación por los poderes divinos, la
desaparición de los aspectos negativos en “nuestra vida”.
Y oriente,
en el aspecto del budismo Zen, derivado de otro concepto de la dualidad, es
notable, el resultado del esfuerzo es el Vacío. No hay lugar donde llegar,
incluso no hay Nirvana. No hay meta, no hay un Buda en quien transformarse,
pues Buda ya Es Todo. No hay salvación, no hay desaparición de nada, no hay
vida de algo. Al no haber ego, al no haber separación: “El Todo no tiene manifestación que pueda ser percibida”. Nuestra existencia no puede ser percibida, pero si fuese
una no-existencia, sería porque algo ha percibido su ausencia, si fuese un Vacío
Absoluto, donde no existe nada, desaparecería el concepto de Vacío.
Ser Buda es
trascender el Yin y el Yang, la dualidad, los opuestos. Trascender no es llegar
a ningún punto o nivel, no es un logro, al no haber ego no hay quien pueda llegar
a ningún sitio, no hay ni tan siquiera un Buda a quien llegar, por lo que no
hay nada que trascender tampoco.
El Todo es
Vacío, la importancia del Todo y del Vacío, se tiene que diluir en el “Es”. “El Vacío “Es" Todo, Todo “Es” Vacío”.
No hay
fuera o dentro. No hay Buda, ni Dharma, ni Sangha. No hay mente ordinaria, ni Mente
de Buda.
En un Todo
donde existen el Yin y el Yang, infinitas mentes, infinitos Budas, la dualidad,
el ego, los cielos y los infiernos, nada puede manifestarse, existiendo en el
Vacío de la Seidad, porque el ser lo que somos, no es algo en la separación, en
la percepción, porque incluso para entender que lo dual no existe, solamente
podemos hacerlo en la dualidad.
Es en el
Ser, en la Seidad, donde no hay dualidad posible o percepción de algo, porque
el Siendo, no percibe lo que Es y se manifiesta Siendo. No hay Yin que perciba
al Yang, no pueden percibirse a sí mismos, no hay un yo que pueda ser Buda, ni
Buda que sea yo, en el Siendo.
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