Dice
Lao Tse que: “Ser uno con el Tao, nos hace inmortales”.
Supongo
que todos debemos serlo, porque sin importar si conocemos nuestro origen, todos
lo tenemos. Todos tenemos padres, es una condición imprescindible para ser
hijos. Lo que a veces nos confunde, es cuando miramos más allá del cuerpo,
cuando tratamos de ver cómo actúa nuestra Madre-Padre la Vida, en muchos
aspectos el mismo concepto del Tao, que sería Padre-Madre.
Si
miramos cómo son padres en su manifestación, podríamos observar que ellos nunca
dan mitades, todo lo que manifiestan son por naturaleza individualidades. Todas
las individualidades nuevas que se manifiestan, están compuestas por la entrega
de dos mitades, que ceden y aceptan la pérdida de su individualidad, para ser
una nueva.
Cuando
el espermatozoide y el óvulo se unen, cada uno entrega su individualidad para manifestarse
en una individualidad nueva. Posteriormente esa nueva célula se divide en dos,
pero no surgen dos mitades, sino dos nuevas individualidades, que finalmente se
manifiestan como individualidades entregadas a la individualidad del nuevo ser,
la nueva manifestación de Vida.
La
Vida siempre es Una, por eso cuando divide, cada parte se manifiesta como
individualidad, cuando varias individualidades se unen, la entrega de su propia
individualidad, permite que nazcan todas ellas como individualidad.
Es
lo que hace que la Vida siempre se manifieste como Entrega y Aceptación, desde
su Naturaleza de Amor. Lo que permite la multiplicidad Infinita, siendo y
permaneciendo Una.
Nosotros
en lugar de ser Hijos de la Vida, nos manifestamos como Hijos de Mara,
decidiendo que podemos dividir en mitades. Mientras la Vida sigue el Camino
de la Entrega y de la Aceptación, nosotros seguimos el del esfuerzo, la
conquista, la consecución de metas sucesivas que nos lleven a engrandecer lo
que somos.
Vemos
en la unión de los países, no una nueva manifestación de unidad, de
individualidad, sino nuestra conquista de encerrar con unas fronteras varios países.
Vemos en la posesión de la energía activa Yang masculina, de la energía pasiva del Yin, femenina, el
nacimiento de una vida que continúe la nuestra, que conserve lo que somos,
nuestras conquistas. Sin mirar desde lo políticamente correcto, podemos leer en
libros, en lo que nos han contado amigos y amigas, no de nuestros días, sino
hace un tiempo: “Me poseyó, la poseí, y quedó preñada”.
Es simplemente la actividad del Yin y el Yang, y no de lo correcto de nuestros
días en las frases, lo que pongo como ejemplo.
Vemos
en la desmembración de los países, el tener algo que sea nuestro, no como una
nueva individualidad al servicio de las demás, sino el modo de ser el dominante
de un grupo de individualidades puestas a nuestro servicio.
Nuestro
ver el camino que debemos recorrer como: “Conquista, esfuerzo,
imposición de nuestros pensamientos o deseos, nuestra propia individualidad
como guía y cabestro de lo que consideramos rebaño”,
lo que nos lleva a alejarnos del Camino del Tao.
El
Camino que nos dicen los Maestros es el de la Entrega y Aceptación, comenzando
con nuestra propia individualidad. Aceptar desde el respeto y sin separaciones
o divisiones, a cuantas individualidades están entregadas a nuestra
individualidad. Aceptar la inclusión de nuestra individualidad, en las que
estemos integrados, siendo entonces aceptados por estas individualidades.
Es
esta simple regla, la que permite que nuestra única individualidad al final de
todas nuestras infinitas individualidades, sea: Ser Vida, Ser Tao.
Creemos
que tenemos que conquistar la Humanidad, al Espíritu, al Ser, a la Vida, pero
es en cambio nuestra entrega la que permitirá que lo seamos, no por el
esfuerzo, sino porque es lo que siempre y por toda la Eternidad seremos.
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