Nacido en la Tierra de la Humildad y la Compasión,
Aprendí a postrarme mañana tarde y noche, ante Dios.
En mi juventud, hacía las mil postraciones diarias,
Levantándome para volver a postrarme.
En mi amor a Dios, conseguí levantarme solamente,
Día y noche, mi descanso solamente era,
Cuando las fuerzas me impedían levantarme,
Descansando postrado, para alcanzar:
La Humildad y la Compasión Supremas.
Un día conocí a Buda, que me miraba sonriente,
Sintiendo la Compasión de mis postraciones,
Él se postró, ante mí,
Erguido, de pie, ante Buda,
Nunca he vuelto a levantarme.
Nos postramos ante Dios, ese Dios al que
pedimos nos otorgue: Humildad y Compasión nacidas del Amor.
Olvidando hacerlo ante Sus hijos, Su
Creación, ante nosotros mismos.
Buda es la Humildad, la Compasión, el
Amor, no puede postrarse, porque no hay nadie ante quien postrarse. No puede
postrarse a sí mismo, porque no hay ego que le diga de su existencia. No puede
postrarse, pues tendría que levantarse. Siendo Nada, ocupando Todo, siendo
Todo, ¿Dónde podría erguirse, levantarse?.
Eternamente erguido y de pie, se
manifiesta Buda en su: Humildad, Compasión y Amor, eternamente postrados.
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