Hemos desarrollado
muchas filosofías, a lo largo del tiempo, que hemos necesitado los homínidos
para convertirnos en gente.
Básicamente
y según mi simplificación, simplemente hay dos corrientes, un Yin y un Yang: “La de la importancia del grupo, en cualquiera de sus
manifestaciones y el que sobre todo prima la individualidad”.
El primero
y por necesidad, sería la importancia del grupo, pues más débiles que la mayoría
de los depredadores que nos rodeaban, deberíamos buscar la subsistencia, la
continuidad de nuestra especie, defendiéndonos y protegiéndonos en grupo,
cuanto más numeroso mejor.
Al
extendernos por la superficie del planeta, si había otros homínidos, nos enfrentaríamos
con ellos por la continuidad de nuestro grupo o nos uniríamos, aprendiendo de
su adaptación a ese entorno. Donde no los hubiese, había que competir con otros
animales adaptados y conocedores de los alimentos y el entorno, por lo que el
grupo, era de gran importancia y valor. Individualmente, nuestra extinción habría
sido el resultado.
Pero dentro
de todo grupo, hay rencillas, conflictos, diferencias de pareceres, lo que de
alguna manera, iría eligiendo un líder, que establecería de nuevo la armonía o
eliminaría el conflicto. Otras veces habría varios líderes para diferentes
actividades, o para tomar decisiones importantes cuando el grupo estaba
indeciso.
Este principio
de liderato, iría estableciendo la importancia de la individualidad, que muchos
en algún momento, cuando se establecieron en asentamientos, verían como camino
al poder.
Por mis
escasos conocimientos, es en las grandes civilizaciones, cuando comienza a
valorarse la individualidad, vemos en los héroes griegos que cada uno destaca
en algo, por encima de los demás, a pesar de que existe en otras civilizaciones
anteriores esa individualización, es en Grecia donde se establece la
Democracia, “La fuerza de la individualidad
al servicio del pueblo”. No es el rey o jefe
que gobierna sin tener en cuenta otras opiniones, es alguien que con su fuerza
ayuda a que se ejerza la voluntad de la mayoría.
El peligro,
la dificultad de este modo de convivencia es que cada individualidad, tiene que
sumar su diferencia al conjunto. No supone la homogeneidad de las
individualidades, sino su dedicación y unión de las diferencias, al servicio
del grupo, lo que la hace importante y fuerte.
En la
homogeneización y adoctrinamiento de las individualidades, encontramos otro método
de tiranía, de dictador, en que la falta de esperanza en su resultado como
humanización, es que la individualidad se cree libre, que piensa y actúa con
libertad. Siendo que está dirigida y adoctrinada, no porque los demás lo hagan,
sino por su falta de amor y respeto por sí misma, por su idiosincrasia, por su ser
única, porque es diferente a cualquier otra individualidad, algo que conlleva
lucha, esfuerzo, amor, respeto, dispuesta como la de esos héroes griegos a
entregar su vida, por poner al servicio del pueblo: “Su individualidad”.
El otro
sistema social, se establece principalmente en el oriente, donde la importancia
del grupo, permanece constante hasta nuestros días. Algo que conlleva la
fortaleza del líder, único con opinión y poder para ejercer su voluntad, imponiéndola
al grupo.
Esto es lo que ha llevado, que sus
dictaduras o sus manifestaciones sociales, se diferencien y encuentren de forma
diferente la oposición del grupo.
Al final, el resultado desgraciadamente ha
sido el mismo, la dictadura del poder, de la individualidad o minoría, en unos
creyendo que luchan por la libertad, los otros por el bienestar del grupo, pero
ambos necesitando una individualidad que les diga lo que tienen que hacer, donde
tienen que ir. Ambas formas son correctas, bien llevadas y ejecutadas, pero
cada una es solamente la mitad de una sociedad: El
Yin de una, negando el Yang de la otra.
Pero en ambas existe la individualidad y el
pueblo, la una al servicio del otro, el otro al servicio de la una:
Individualidad, pueblo, nunca debe ser una dualidad, sino el camino de la
humanización desde gente.
El intento de armonía en cada una de ellas,
lo ha dado sus religiones, en una, la realización individual del Budismo, para
que el pueblo valorase la individualidad de cada uno de sus miembros. La otra, un
Dios único que establecía la igualdad y hermandad entre todas las
individualidades.
Hoy los dividimos en derecha e izquierda,
dos tipos de dictaduras, en las que para hacerlas viables, como medio de
desarrollo de la humanidad, cada parte tiene que aceptar su responsabilidad, de
estar al servicio de la otra parte, uniendo de nuevo ese Yin y Yang, que lleve
al funcionamiento de la Individualidad, sin separación e indiscriminada.
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