Mirando a
mi alrededor, recordando las historias de los héroes de la mitología, aquellos
que los dioses obligaban a mostrar su tesón, su valentía, su compromiso con regresar
a casa, al hogar de los dioses: La
Humanidad. No importaba cuántas
pruebas, cuántas prohibiciones les fueran impuestas, preferían perder la vida a
no vivir como “Hijos de los
Dioses”, como “La Humanidad de los Dioses”.
En su
enfado, los Dioses mostraban su complacencia, de que el Hijo, finalmente había
crecido, se había convertido en un Humano adulto, responsable de su Vida y de
las que le rodeaban, capaz de sacrificar su vida, para que sus compañeros de
viaje alcanzasen: “La vuelta al
hogar”.
Hoy el
Universo se llena de quejas, de llantos, de reproches, a la dureza de los
diferentes dioses, del destino, a la injusticia con la que somos tratados por
la Vida.
Mi Maestro
nos contaba la historia de la madre leona, que una y otra vez devolvía a los
cachorros al foso, incansable, imperturbable, sin que su corazón tan siquiera
esbozase un sentimiento, una palabra. Cuando un cachorro estaba a punto de
alcanzar el borde, irremediablemente era arrojado al fondo del foso. Finalmente
cuando solamente uno de ellos, cercano a morir en el intento, estaba llegando
al borde, las zarpas de la madre se acercaron amenazantes, mientras el cachorro
imperturbable no cejaba en su esfuerzo. Las zarpas se acercaron al cachorro y
llenas de amor le recogieron, dejándole a salvo fuera del foso. La madre sabía
con total seguridad que su cachorro era un león.
Queremos “roar”
a los cuatro vientos nuestra humanidad, nuestro derecho a heredar el reino de
los dioses, pero sin tan siquiera saber nosotros de nuestra valía, sin habernos
esforzado mínimamente en vivir y actuar, como humanos, como seres que
pertenecen a la misma especie: “La
Vida”. Solamente exigiendo a los
dioses, a los demás, que los vientos soplen en la buena dirección, que tengamos
cuanto deseemos y si no, al menos lo que impida pasar la mínima necesidad, sin
ser examinados, sin ser tan siquiera preguntados para al menos comprobar si sabemos
lo que somos, deseamos que la madre leona nos cuide y alimente, que cace para
nosotros, que nos mantenga fuera del foso, mientras nosotros jugamos a ser
leones.
Queremos vivir
como gatitos, pero que nos mantenga la Vida nuestra condición, no ya de
cachorros de león, sino como Reyes, Dioses leones.
Recogemos las
cáscaras de ego, para manifestar nuestra condición. Las vestimos en nuestra
ignorancia, para aparentar que somos libres. Hablamos de la paz, la buscamos y
decimos que está en nuestra Naturaleza, haciendo la guerra para alcanzarla.
Luchamos para
conseguir la igualdad, el desterramiento de la pobreza, para lo que organizamos
ONGs que ayuden a paliar la miseria que hemos creado. Pareciendo más que
creamos la miseria, para colocar en buenos puestos de ONG a los amigos, para
que disfruten de un buen sueldo y una buena vida.
Creamos organizaciones
que defiendan de nosotros a: niños, pueblos, naciones, a los que llevamos a
guerras, violaciones, miseria, inhumanidad, indignidad.
Queremos evitar:
pederastia, bandas, dictaduras, asesinos, terroristas, tráfico humano, drogas,
ambiciones, abusos, simplemente escribiendo leyes, sin aplicar ni enseñar el
significado de Justicia, de valores, de dignidad.
Hablamos de
derechos y protestamos, en nuestros barrios marginales, en los barrios,
ciudades y países pobres, mientras impedimos que entre la cultura, que alguno
de los niños que viven en el barrio, pueda aspirar a algo más que pertenecer a
una banda, o a palmero de un mafioso o dirigente.
Un día, los
dioses quisieron darnos la Libertad con la que habíamos sido creados, para que pudiésemos
tener el privilegio de autocrearnos, concediéndonos la responsabilidad de lo
que fuésemos o manifestásemos. Creadores de la sociedad, de la especie a la que
pertenecer, de la vida que viviésemos.
Para ello
era necesario el “Libre Albedrío”,
la responsabilidad absoluta de
nuestros actos. Comprendiendo que si solamente existíamos en el Bien, nuestra
vida estaría regida por ellos, nos permitieron vivir en un Universo donde tuviésemos
la oportunidad de elegir, de crear, con cuanto existía en Él. Es el origen de
la Dualidad, del Bien y el Mal, para que pudiésemos vivir y decidir con Libre Albedrío.
El resultado
es, que hemos destruido el mundo que nos dieron, que estamos tratando de
prepararnos para poder huir a otra parte del Universo dual, antes de que
destruyamos completamente el planeta que nos ha mantenido y dado vida.
El mejor camino para huir del mal, es, no
crearlo.
El camino más
corto para alcanzar la Paz es aceptar, no luchar, desde el respeto.
Para combatir,
la oligarquía, la pederastia, el asesinato, el abuso, el fanatismo, la
inhumanidad, tiene un camino y es el del Respeto.
Para evitar
necesitar leyes hay un camino, es el vivir con Justicia, que nace del Amor.
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