Otro año
que hemos usado, se nos queda viejo y se va.
Un nuevo
año, en el que comenzar de nuevo, todas las esperanzas por llegar, todo por
construir. El comienzo de un nuevo yo, de una nueva sociedad.
Por fin este
es el año, en el que nacerá la Humanidad.
Pero, ¿qué
cambiará?, acaso desde mi nacimiento he estado realmente en otro tiempo que no
sea “Ahora”,
acaso en mis viajes he podido salir de “Aquí”.
“Ahora”, creemos
que es lo que nunca ha existido anteriormente, pero qué ahora existiría sin todo el pasado.
Acaso el
Ahora, no es todo lo que ha vivido y es la semilla de lo que existirá, sin ser
tan siquiera tiempo. Siendo algo que es Nada, pura inexistencia, permite que en
Él convivan todo el pasado y todo el futuro.
Cómo podríamos
estar aquí, si no hubiésemos venido de un allí. Es el que se movió de su Aquí,
el que ha llegado a este Nuevo Aquí, desde el ahora allí.
Una continuidad,
totalmente separada e individualizada, pero no puede faltar ningún lugar del
Universo, para poder existir Aquí. Pero no podemos estar realmente en el Aquí,
porque es un lugar donde nadie puede estar, es un Todo incluido, el Aquí es
Todo el Universo, solamente tiene que existir nuestro Aquí y Ahora en Él.
Pero es, que
hacemos las cestas para poder llevar más cosas, para guardar lo que deseamos o
necesitamos. Cuánto mejor sería nuestra vida, si hiciéramos cestas, para que lo
diferente pudiese estar unido, sin perder su individualidad, protegidos y seguros
en la cesta.
Están en
ramas separadas las frutas, o en árboles diferentes. Las aves ponen los huevos
aquí y allá. Los apuntes, los libros, esparcidos por diferentes lugares. Unidos
en una simple cesta.
Buscamos ayuda
en las religiones, creyendo que son nuestra salvación, que nos tienen que guiar
en nuestro caminar, siguiendo a quien no sabe dónde va.
Pero qué
religión puede haber, si no puede albergarse en un corazón. Qué Dios sería
verdadero, si no nos llena el alma de Amor, pensar en Él.
Pensamos y
deseamos tanto, que el nuevo año nos traiga lo que añoramos, lo que creemos
necesitar, todo cuanto envidiamos en los demás, todo lo que hemos creído
necesitar en nuestro pasado. Pero el año infante, es la cesta, donde podremos
poner nuestras acciones, en las que podrán unirse las de todos, para que la
cesta nos alimente o para que guardemos en ella lo que no queremos perder. Al final
del año, tendremos en la cesta cuanto hemos creado, cuanto no hemos usado, todo
lo que aportaremos a otro Año Nuevo.
Guardamos tantas
cosas en la cesta, que hay quien: la tiene llena de paja, otros piedras, otros
dinero, otros poder.
Hubo un
tiempo cuando quien tenía grano y paja, comía pan y construía el techo de su
hogar con paja.
Quien obtenía
muchas piedras al arar los campos, construía su casa de piedras, aumentando sus
cosechas.
Hay quien
la llena de poder, mientras la ignorancia les sigue sin saber dónde les llevan
o a dónde van.
Queremos que
el Año Nuevo, sea un año lleno de promesas, lleno de Paz y Armonía. Pero es una
simple cesta, donde encontraremos lo que guardemos en ella. Servirá para lo que
nosotros hagamos con lo que pongamos en ella.
La Vida nos
trae, lo que nosotros ponemos en Ella.
La cesta,
simplemente protege, cuida y une lo que hay en ella, pero el uso que le demos
es lo que tendremos en el Ahora que viene, donde habrá todo el Pasado, la
semilla del Futuro, lo que seremos y tendremos, en nuestro Aquí y Ahora.
¡Que usemos
la cesta sabiamente en el Nuevo Año!
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