Hemos leído
de viajeros que iban de unos mundos a otros, incluso a los infiernos, que
regresaron para contar sus aventuras, a viajeros que con las grandes
facilidades conseguidas, nos basamos en los relatos de Marco Polo y los grandes
viajeros, para conocer lugares lejanos o que pensamos arriesgados o que exigen
grandes esfuerzos.
Hemos leído
u oído acerca del Velo de Isis, tras el que se oculta la Realidad, la Verdad,
la Divinidad y que no puede ser descorrido, al igual que mirar en el interior
del Arca de la Alianza, o tan siquiera acercarse si no estabas purificado.
Llegar a
los Mundos Espirituales, a los Mundos de la Sabiduría, de la Consciencia, son
viajes casi imposibles de realizar para el común de los mortales, son lugares
que solamente los elegidos pueden visitar, a los que permiten llegar los dioses
a quienes les aman y respetan en total entrega.
Hoy mandamos
aparatos a viajar a los lejanos planetas, invisibles para la mayoría, pero que
nos han enseñado que flotan en algún lugar del espacio, algunos aparatos
incluso llegan fuera del sistema solar y algún día podremos viajar como los
antiguos, a los Mundos de los Dioses, a los Infiernos, a otras Galaxias, a
otros Universos.
Incluso en
esos tiempos, consiguiendo esos logros, seguiremos sin poder vernos los ojos,
no su reflejo, no los de otros, sino los más importantes: “Nuestros propios ojos”,
no es difícil ver, lo difícil es ver lo que ve.
Inanna y
Gilgamesh, Orfeo Psique, Teseo y Piritoo, Hércules, son viajeros del
infierno, que estuvieron en el inframundo, buscando algo que les impedía
encontrar la felicidad.
Es en los
Sutras, donde encontré que todos esos Mundos, se entremezclan, que no están tan
lejanos, que no es tan imposible como pensamos viajar a ellos.
En el Tao,
nos habla del Sabio, del que es uno o vive de acuerdo al Tao, ese Tao
invisible, que no puede ser definido, percibido o conocido, al igual que el ver
nuestro ojo.
Hemos aceptado
que hay un Universo donde Dios vive y al cual llevará a los elegidos, dejando
que el resto continúe en el Universo donde no hay esperanza, humanidad, amor,
felicidad, posibles. Sería como dividir nuestro Universo, en el cual existen el
Yin y el Yang, y crear un Universo en el cual existiera uno solo de ellos. La división
del Tao, en izquierda y derecha, arriba y abajo, irreconciliables, separados
sin posibilidad de ser un solo Tao.
Creemos que
la felicidad, que el mundo de la felicidad, que la consciencia y la sabiduría,
son cosas que carecemos de ellas y debemos encontrar en mundos lejanos, en
lugares casi inaccesibles para nosotros, que solamente podremos alcanzar con la
ayuda del aprendizaje de lo que hay escrito, de las explicaciones, pudiendo
seguir las instrucciones que nos han dejado o nos dan, los que dicen haber
encontrado y vivido en esos mundos.
Todos los
que viajaron a los infiernos y regresaron, fueron en un acto de rebeldía, en un
acto en el que no aceptaron lo que estaba escrito. Se negaron a que esos
dioses, esos mundos, esos universos, estuviesen regidos por alguien que les
impedía penetrar en ellos.
No fue
viajando a las estrellas, no fue derrotando a los dioses, no fue cosiendo las
dos mitades del Tao, como lograron poder habitar en esos mundos.
Cuando alguien
realmente está convencido de que nunca podrá ver su propio ojo, puede luchar
contra la imposibilidad o simplemente: “Ser
ojo”, no separar el resto del cuerpo o lo que
el ojo ve, sino hacerlo todo ojo.
Creemos que
la Espiritualidad, que los Universos donde Dios está vivo, que la Sabiduría,
son Mundos que tenemos que conquistar, que tenemos que salvar, que hay un velo
que los oculta a nosotros, pero es realmente el que existen en lo que somos, lo
que nos hace difícil el poder llegar a ellos. Como dice Shakyamuni, Buda es
Todo, Todo Es Naturaleza de Buda”. En los
Sutras no vienen Budas de diferentes Universos, no hay millones de Bodhisattvas
en nuestra compañía, los Dioses de los diferentes Mundos, los de la Felicidad y
la buena Fortuna, no tienen que viajar desde lejanos Mundos y Universos para
vernos, todos ellos viven en nosotros, no hay que buscar.
Para encontrar la frescura del agua, para
calmar nuestra sed, solamente tenemos que quitar la botella que la encierra,
hay que “ser ojos”, para romper con la separación de lo que vemos, para olvidar
el deseo de ver los ojos, eliminando la botella del ego.
Cuando somos
felices, somos Buda, pero creemos que hemos ido al Mundo del Dios de los
Cielos.
En nuestra
desesperación, seguimos siendo Buda, pero al no aceptar, es el Dios de los
Infiernos quien nos obliga a vivir en su Mundo.
Todos los dioses, los mundos, los universos, el bien y el
mal, el Tao, no son Mundos a los que llegar, sino Mundos a los que darles Vida,
no en lugares lejanos sino en lo que estamos siendo ahora.
No podemos
llegar, no podemos conocer, no podemos encontrar, un Mundo que no exista en
nosotros, que tengamos que manifestar y crear, en el ahora que queremos vivir
en Él.
Nunca veremos
nuestros ojos, pero quién necesita ver lo que está siendo.
Solamente siendo el Velo, se ve el Rostro de Isis, pero
también el otro lado del Velo. Pero el Velo, no puede ver nada, porque une los
dos lados en Velo.
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