Cuando
Jesús cuenta su experiencia, nos dice que ha venido a desterrar el mundo de la
venganza, del rencor, en el que se vivía en la ley Mosaica, para traer un mundo
en el que la convivencia se realice en el Amor, en la aceptación, la entrega y
el perdón.
Nos cuenta,
cómo una niña todavía, María es consciente de que ha sido elegida por la Vida
para ser madre. No tiene dudas, simplemente acepta su condición de mujer, su
función natural de dar a luz a los hijos de la Vida, acepta la responsabilidad
sin dudas, sin egoísmos, con entrega absoluta a ser Vida ella misma, creando
una nueva forma.
Un casi
anciano, es elegido para ser padre de esa nueva vida, lo que acepta sin ninguna
duda o egoísmo por su parte, como hombre trabajará para dar sustento, para el
desarrollo de la vida que va a nacer, la protegerá para que crezca en el amor,
alejándola del peligro del odio y el rencor.
En el amor
no hay virginidad, La Vida siempre es Nueva y Virgen, es en el sexo, en la
materia donde la virginidad es perdida, porque te hace responsable de las
consecuencias, de perder la belleza de tu silueta, de dedicar tu vida a
proteger y desarrollar una nueva, has perdido tu individualidad egoísta que te
permite dedicarte solamente a mantener lo que eres, sin que cambie, vivir
solamente para ti y tus deseos y conveniencias, por el desgarro de un ínfimo
trozo de piel, una pequeña membrana.
Unidos en
matrimonio, en unión, el hombre mantiene la casa y la mujer crea el hogar,
donde la nueva vida, se desarrolle en el Amor.
Para los
políticos, para los poderes, para los padres, nos dice que no importa cuánto
nos da la Vida. Siempre es suficiente si se reparte desde el Amor. Si nos da
cinco panes, hay que repartirlos para que coman todos, guardando algo, por si
viene alguien que no viva aceptando hacerlo en el Amor. Si nos da dos peces,
hay que repartirlos de igual manera.
No es
satisfacer nuestros deseos, sino el buen reparto de lo que la Vida nos ofrece,
lo que es la convivencia en el Amor. Esto es lo que nos cuenta de su experiencia,
en el Amor no hay necesidad individual, al contrario que en la convivencia del
mundo del sexo y la materia, donde cuando hay cinco panes, independientemente
del número de comensales, mandamos a la guerra a la mayoría para llenarnos la
tripa nosotros los poderosos. No nos importa esquilmar la Tierra, la Vida, para
conseguir más de lo que nos da, de una manera natural y que siempre es lo
suficiente para convivir desde el Amor.
Pero somos
los más inteligentes, los únicos hechos a la imagen y semejanza de nuestro Dios y podemos crear y destruir a
voluntad. Si un simple caballo puede conseguir que donde pisa no vuelva a
crecer la hierba, con nuestra inteligencia podemos conseguir además: “Que no crezca la fauna, destruir las aguas y el aire, y
que no podamos vivir ni nosotros”.
Somos la
imagen de Dios, si un burro puede tropezar dos veces en una misma piedra,
nosotros podemos: “Hacerlo eternamente con
una sola piedra e incluso sin ella”.
A lo largo
de la historia, hemos atravesado épocas donde la importancia estaba en el sexo,
cuando era de libertad de las prácticas, vivíamos en un mundo de
irresponsabilidad de las consecuencias de nuestros actos. Cuando era de
prohibición, vivíamos en una sociedad en la que no se nos daba oportunidad de
ser responsables, los que ponían las prohibiciones, simplemente compensaban, para
que la convivencia total tuviese los mismos actos sexuales que cuando son
libres. En ambos lo común es la irresponsabilidad de nuestros actos, la no
aceptación de sus consecuencias y la convivencia en la protección del yo, y la
responsabilidad ajena.
El padre en
el amor, siempre espera al hijo pródigo, perdonado incluso antes de partir a
vivir irresponsablemente, no importa cuan lejos se va la oveja descarriada, el
buen pastor en el amor arriesgará su vida para devolverla al cerco de la
convivencia en el Amor. Cuando ambos vuelven, al hijo se le permite convivir
hasta que olvidado de su egoísmo, es capaz de hacerlo amando, momento en el que
el padre, le da la bienvenida como Hijo de la Vida, celebrando que al final ha
encontrado de nuevo su verdadera Naturaleza de Amor.
En el mundo
del sexo, hoy somos niños que tenemos pene y no podemos aceptar el embarazo,
con lo cual podemos destruir la vida que nos ha sido concedida por la Vida y
posteriormente retornar a nuestra condición de mujer. Si eres hombre, te pones
vagina conservando tu condición de hombre, evitando el embarazo y la aceptación
de la vida que te es entregada sin saber cómo es, porque es mucho mejor
encargarla, que la fabriquen y sabiendo el resultado disfrutar de la paternidad
o maternidad comprada.
Nos encaminamos
a una convivencia en la que seremos lo que deseemos, sin ninguna
responsabilidad, pensando y viviendo solamente en nuestro deseo y voluntad.
Deseamos y
nos preparamos para existir en un mundo sin amor y responsabilidad de
nuestra manifestación como Vida, porque nuestra inteligencia nos permite
tropezar eternamente con nuestra propia burrez.
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