Estaba un día
Dios descansando en el Cielo, cuando vino el Hombre a hablar con Él.
“Dios, qué
aburrimiento es la vida, rodeados de naturaleza, que nos da suficiente para
comer, que cada día nos obliga a caminar más lejos para encontrar algo que sea
diferente y nos alegre el día”.
“Pues mira
Dios, nos gustaría encontrar la Felicidad, sería entretenido y saldríamos del
aburrimiento”.
“Bueno hijo,
como sabes, en época de descanso yo no puedo trabajar, pues sería sancionado,
por inmiscuirme en vuestro Libre Albedrío. Así que lo que podéis hacer es
buscarla, y si la encontráis, podrá vivir con vosotros”.
El Hombre
regresó a su mundo, habló con todos y les transmitió la gran noticia: “He recibido la promesa de Dios, de que si jugamos a
encontrar la Felicidad y lo conseguimos, Ella vivirá con nosotros”.
Ilusionados,
todos se pusieron a buscarla con gran denuedo y pasión.
En su mundo, la Felicidad niña aún, jugaba alegremente con su amada hermana, llamada
Infelicidad.
En su
inocencia, jugaban una y otra vez a encontrarse, pero tan grande era su amor
que rápidamente se encontraban la una a la otra.
Viendo cómo
la buscaba el Hombre, se le ocurrió, para que le fuese más difícil a su amada
hermana encontrarla, esconderse en los pies del Hombre.
De esta
manera, no importaba cuanto corriera o se quedase parado, ella siempre estaba
oculta, donde el hombre estaba, donde el hombre posaba su huella.
Desde entonces,
Infelicidad la ha buscado incansablemente, pues no puede vivir sin ella. Viviendo
justo en la huella del Hombre, al ser buscada en todas partes, alrededor y
fuera de nosotros, solamente vemos a su desesperada hermana, que la busca
incansablemente.
El Hombre
juega a encontrarla, Ella vino a quedarse en la huella del Hombre, pero en sus
juegos, solamente la Felicidad encontró al Hombre, mientras el Hombre buscando
fuera, solamente percibe el amor de su hermana, que la busca incansable,
llamada: “Infelicidad.
Finalmente no
llego a comprender, si esto será un drama o simplemente un poema de
desencuentro.
Te busqué tan desesperadamente,
Que no pude encontrarme.
Tanto miré para poder verte,
Que no pude verme a mí.
Te busqué en tantos lugares,
Que no busqué donde yo estaba.
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