Pienso, que
uno de los motivos por el cual nos es tan difícil entender los libros antiguos,
especialmente en lo referente a la Espiritualidad, divinidades o las Religiones
y sus Dioses, es simplemente el entendimiento de las palabras al que nos hemos acostumbrado.
Cuando alguien
nos habla de Dios, lo relacionamos con ese ser grande, poderoso, que puede
realizar cualquier cosa simplemente con un pensamiento, a veces sin crear tan
siquiera un pensamiento, solamente con su voluntad, puede destruir la Creación
o cualquier aspecto de Ella que le disguste, o crea negativo, o simplemente
porque no va de acuerdo a sus intereses de que exista solamente el Bien.
Las palabras
significan lo mismo en cualquier nivel, sea este físico o Espiritual, pero los
matices para el entendimiento son diferentes, algunas veces sin ninguna conexión
si no hay el entendimiento, de saber diferenciar el nivel al que nos referimos.
Todos los
cuerpos se alimentan, incluso las fábulas necesitan ser contadas y escuchadas
para conservarse sanas y fuertes. Pero pensar que de los mismos alimentos, nos
extrañaría que alguien lo pensase.
Cuando en “El Maestro” me refiero
a seguir, algunas personas que lo han leído, entienden que hablo de no seguir
sus consejos, sus enseñanzas, que debemos caminar solos con nuestro único
entendimiento, sin tener en cuenta las enseñanzas y conocimientos transmitidos.
Es debido a lo
que entendemos por “seguir” en el mundo físico, los maestros explican y nosotros
ejecutamos, memorizamos o encajamos nuestras vidas en esas directrices.
El término “seguir”, como yo lo
entiendo en el mundo Espiritual, es: “La
entrega de cuanto se es, física, emocional y mentalmente, a seguir las
insinuaciones o sutiles cambios de dirección que nos indica el Maestro”. Con ello no solamente me refiero al cuerpo, conocimiento
o logros del cuerpo que consideramos Maestro.
Nuestras propias
células, tienen el conocimiento adquirido por experiencias a lo largo de
millones de años. Solamente en esta Tierra, donde nos manifestamos en la
actualidad. En nosotros vive ese conocimiento, el cual no podemos alcanzar con
nuestro ego. El verdadero Maestro no vive en la dualidad, Él es el primer discípulo
dispuesto a aprender de Todo. No puede estar pensando en enseñarnos, ni
dirigirnos, ni transportarnos en su camino.
El Maestro,
nos tiene a nosotros como inspiración para aprender, por lo que tiene que estar
viendo, no a quien nosotros pensamos o creemos ser, sino al Buda o Dios, Vida o Amor, que es nuestra
Naturaleza. ¿Cómo podría pretender guiarnos o enseñarnos?
Él es la
imagen a la que entregamos cuanto somos, para poder despojarnos del ego, Él es
el Maestro del Silencio, en el que al final podremos oír a lo que somos
realmente, a Nuestro Ser, que no sería “Nuestro”,
sino al “SER”. De la misma manera los términos:
“Oír, escuchar”, no es una voz, indicación, percepción o algo que exista un yo
percibiéndolo, sino una experiencia del Vacío donde estamos acogidos, de la
energía que somos, de nuestro Ser Verdadero, que al estar carente de ego y
dualidad, es: “Siendo Sí Mismo”.
El que nos
comamos por ejemplo una manzana, podemos observarlo desde quitarle su vida,
usar las energías que podemos tirando lo que no nos vale, es lo que comúnmente observaríamos
desde un mundo físico en relación al alimento.
En el mundo
Espiritual, podríamos observarlo desde la entrega de la manzana a nosotros,
para poder vivir como ser humano, o que la manzana nos está usando para tener
una experiencia humana.
El significado
de las palabras de los Maestros, a veces no tienen que ver con su significado,
otras están usadas en otro contexto y significado, otras son simples alegorías,
otra nos engañan para que aprendamos a distinguir entre la Verdad y la Mentira,
otras están mal traducidas, otras no se puede expresar el mismo significado en
el nuevo idioma, otras significan simplemente lo que está diciendo, pero al
final, somos nosotros los que debemos entender correctamente, no solamente las
palabras sino el Silencio en el que nos tiene que hablar la Vida que somos.
El dedo del
Maestro siempre señala la Luna, podemos ver el dedo, al Maestro, la Luna, todo
ello, siguiendo viviendo en nuestra ignorancia, el dedo no señala nada, es el
Propio Ser.
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