No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 28 de enero de 2017

¿SABEMOS ESCUCHAR?

          Pienso, que uno de los motivos por el cual nos es tan difícil entender los libros antiguos, especialmente en lo referente a la Espiritualidad, divinidades o las Religiones y sus Dioses, es simplemente el entendimiento de las palabras al que nos hemos acostumbrado.
          Cuando alguien nos habla de Dios, lo relacionamos con ese ser grande, poderoso, que puede realizar cualquier cosa simplemente con un pensamiento, a veces sin crear tan siquiera un pensamiento, solamente con su voluntad, puede destruir la Creación o cualquier aspecto de Ella que le disguste, o crea negativo, o simplemente porque no va de acuerdo a sus intereses de que exista solamente el Bien.
          Las palabras significan lo mismo en cualquier nivel, sea este físico o Espiritual, pero los matices para el entendimiento son diferentes, algunas veces sin ninguna conexión si no hay el entendimiento, de saber diferenciar el nivel al que nos referimos.
          Todos los cuerpos se alimentan, incluso las fábulas necesitan ser contadas y escuchadas para conservarse sanas y fuertes. Pero pensar que de los mismos alimentos, nos extrañaría que alguien lo pensase.
          Cuando en “El Maestro” me refiero a seguir, algunas personas que lo han leído, entienden que hablo de no seguir sus consejos, sus enseñanzas, que debemos caminar solos con nuestro único entendimiento, sin tener en cuenta las enseñanzas y conocimientos transmitidos.
          Es debido a lo que entendemos por “seguir” en el mundo físico, los maestros explican y nosotros ejecutamos, memorizamos o encajamos nuestras vidas en esas directrices.
          El término “seguir”, como yo lo entiendo en el mundo Espiritual, es: “La entrega de cuanto se es, física, emocional y mentalmente, a seguir las insinuaciones o sutiles cambios de dirección que nos indica el Maestro”. Con ello no solamente me refiero al cuerpo, conocimiento o logros del cuerpo que consideramos Maestro.
          Nuestras propias células, tienen el conocimiento adquirido por experiencias a lo largo de millones de años. Solamente en esta Tierra, donde nos manifestamos en la actualidad. En nosotros vive ese conocimiento, el cual no podemos alcanzar con nuestro ego. El verdadero Maestro no vive en la dualidad, Él es el primer discípulo dispuesto a aprender de Todo. No puede estar pensando en enseñarnos, ni dirigirnos, ni transportarnos en su camino.
          El Maestro, nos tiene a nosotros como inspiración para aprender, por lo que tiene que estar viendo, no a quien nosotros pensamos o creemos ser, sino al Buda o Dios, Vida o Amor, que es nuestra Naturaleza. ¿Cómo podría pretender guiarnos o enseñarnos?
          Él es la imagen a la que entregamos cuanto somos, para poder despojarnos del ego, Él es el Maestro del Silencio, en el que al final podremos oír a lo que somos realmente, a Nuestro Ser, que no sería “Nuestro”, sino al “SER”. De la misma manera los términos: “Oír, escuchar”, no es una voz, indicación, percepción o algo que exista un yo percibiéndolo, sino una experiencia del Vacío donde estamos acogidos, de la energía que somos, de nuestro Ser Verdadero, que al estar carente de ego y dualidad, es: “Siendo Sí Mismo”.
          El que nos comamos por ejemplo una manzana, podemos observarlo desde quitarle su vida, usar las energías que podemos tirando lo que no nos vale, es lo que comúnmente observaríamos desde un mundo físico en relación al alimento.
          En el mundo Espiritual, podríamos observarlo desde la entrega de la manzana a nosotros, para poder vivir como ser humano, o que la manzana nos está usando para tener una experiencia humana.
          El significado de las palabras de los Maestros, a veces no tienen que ver con su significado, otras están usadas en otro contexto y significado, otras son simples alegorías, otra nos engañan para que aprendamos a distinguir entre la Verdad y la Mentira, otras están mal traducidas, otras no se puede expresar el mismo significado en el nuevo idioma, otras significan simplemente lo que está diciendo, pero al final, somos nosotros los que debemos entender correctamente, no solamente las palabras sino el Silencio en el que nos tiene que hablar la Vida que somos.

          El dedo del Maestro siempre señala la Luna, podemos ver el dedo, al Maestro, la Luna, todo ello, siguiendo viviendo en nuestra ignorancia, el dedo no señala nada, es el Propio Ser.


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