No pretendo molestaros

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Yui Shin

domingo, 19 de febrero de 2017

CHURRAS O MERINAS


          Miramos a nuestro alrededor y vemos los grandes avances, la evolución que hemos realizado en los últimos cientos de miles de años. Ver nuestra capacidad nos hace sentirnos orgullosos, satisfechos del esfuerzo realizado, para crear una sociedad y un planeta tan diferente al que recibimos.
          Salimos de un lugar, donde nuestro Padre se enfadó, porque al regresar de su paseo le habíamos escondido o tirado el periódico. Era lo único que teníamos que hacer para vivir en su casa, recoger el periódico, llevárselo al lado del sillón de lectura, y nada más que hacer sino disfrutar de cuanto había en su casa. Así que nos fuimos, para crear la nuestra donde nadie nos mandase.
          Tuvimos que elegir entre juntarnos con los de fuera o diferentes o no juntarnos, así que unos que sí y otros que no. Elegimos entre ser nómadas o sedentarios, al principio lo bueno era ser nómadas, que no tenías que hacer casas, veías muchos sitios, y recogías la comida que te apetecía.
          Pero algunos se cansaban, enfermaban, no podían seguir el ritmo, o simplemente les gustaba un sitio y se quedaron. Al final siempre había que elegir entre poner el periódico al lado del sillón o marcharte a otro sitio.
          Pero una vez que nos hicimos sedentarios y nómadas, hubo que elegir entre seguir a un grupo o al otro. Ser vasallo o jefe, tener responsabilidad u obedecer y no preocuparse por nada. Ir a cazar o recoger frutos y plantas. Al final elegimos entre la lana de las merinas y la carne de las churras.
          O Tutsi o Utsu, griego o romano, cristiano o musulmán, hijo de Dios o del Diablo, el Bien o el Mal, hoy hay manifestaciones por acoger a los refugiados o por crear muros, por ayudar a un grupo o a otro, por el olvido de los asesinatos y abusos y seguir alimentando a los asesinos en el “stablishment”, o continuar la guerra inacabable, pero a diario salimos a las calles a defender una cosa y su contraria.
          Creemos que es la complejidad de nuestra sociedad, pero es el continuar la ignorancia e irresponsabilidad de nuestra salida de la casa de nuestro Padre y nuestra Madre la Vida. No hemos salido de la elección entre: “Churras y merinas”.
          Podemos mirar en la historia antigua o reciente, se recogieron a pastores que venían y compraban tierras en Palestina, y nació el pueblo judío.
          Se estableció el Cristianismo, y las tribus de la zona, lo adaptaron creando el Islam.
          Podemos mirar en cualquier pueblo, incluso los que cambiaron su propia cultura por la del lugar donde llegaron, casos de varias invasiones y cambios de clan en China. Podemos mirar en India, donde los invasores se acercaron a la cultura local con cambios menores.
          Podemos recordar que cuando los Arios, llegan a India, siendo minoría, pero portadores del conocimiento y la tecnología para crear una gran civilización, tuvieron que crear las reglas que les permitiesen hacerlo, en aquellos tiempos.
          Podemos mirar las invasiones de los países Sudamericanos, tras una gran cultura, unos pocos extranjeros lograron con la ayuda de las “Churras” o de las “Merinas”, conquistar a millones de aborígenes, de los que se alimentaban en los pastos sudamericanos.
          Vemos los conflictos, los cambios sociales, de costumbres en los países donde se mezclan indiscriminadamente, sin responsabilidad. Podemos mirar la etnia gitana en el mundo, ¿dónde se ha integrado?, miles de años y solamente una minoría es capaz de adaptarse, aceptando a cualquier otra cultura.
          Los esclavos llevados a la fuerza a otras culturas, los trabajadores, vemos tribus movidas de su entorno, que conservan sus diferencias con los del lugar tras miles de años. Los Tamiles llevados a plantar té a Ceilán, buscando crear su nación independiente. Los andaluces, buscando la independencia del lugar donde fueron llevados juntos con fábricas andaluzas, o con el dinero en ayudas que les negaron en su tierra.
          Seguimos en la misma posición: “Llevar o no el periódico”, aunque pensemos que hemos cambiado de conflicto.
          En los extensos prados de las “Churras”, el conflicto, las guerras, las divisiones, vienen planteados, por decidir si habría que dejar de comer para que no hubiese que asesinar o matar, para obtener la carne.
En los extensos prados de las “Merinas”, si habría que dejar de vestirse, para que no se matase a las que no producen lana.
Loables ambas preguntas, dicen del buen corazón, pero que llevaría a morirse a todos de hambre o de frío.
Dejar que entren libremente, sin saber si podremos comer todos, sin mirar si podremos darles lo que piden, si aceptarán vivir con nuestras costumbres, si podremos vivir juntos cada uno con las suyas, si no tendremos que aceptar nosotros vivir con las suyas.
¿Será mejor hacer un gran muro?, no podrán entrar, pero nosotros tampoco podremos salir. Sé que nos dicen que sí, que podremos vender nuestra lana sobrante a las “Churras” y que podremos traer la carne que queramos de ellos, para vivir muy bien con todo lo nuestro y lo que queramos de ellos. No sé por qué, imagino que no será así.
Lo que nunca he comprendido es: He estado en países musulmanes, me lavaba los pies, hacía mis postraciones al entrar en la mezquita y no tuve que cambiar nada.
He comido en buenos restaurantes, viajado en avión o coche cama, tenido piso, coche, he viajado durante años, he estado de vacaciones, vivido en diferentes culturas, religiones, costumbres, muchas de ellas cuando he tenido dinero, otras también sin dinero.
          He cogido comida del suelo y de papeleras, me han dado de comer, he pedido comida y donde dormir, he dormido en casas abandonadas, al lado de la carretera, casas en construcción, viajado andando, sin billete, en auto-stop, vivido en tribus, templos, ashrams, sin luz, sin agua corriente, muchas de ellas cuando no he tenido dinero, a veces teniéndolo.
Pero mi pregunta nunca ha sido: “¿Churras o Merinas?”, porque mi planteamiento nunca ha sido ser borrego. Mi pregunta es: “¿Sociedad humana o de gente?”.
¿Permitimos que alguien de los nuestros nos expulse de nuestro hogar?, ¿Exigimos a otros que nos respeten y alimenten, pero que no nos supliquen que les llevemos el periódico?, ¿Vivimos como churras, lo hacemos como merinas, o aceptamos la responsabilidad de ser humanos?
La riqueza está en la unión de las diferencias, la miseria en su confrontación.
El problema no es crear o no los muros, sino el que nosotros los hagamos innecesarios.
No es imponer nuestras diferencias, sino enriquecer donde vamos, enriquecer y enriquecernos  con lo que viene.
No me importa vivir en la ignorancia, en la equivocación, en el error, siendo míos y pensando que son correctos.
Pero nunca aceptaría vivir en la verdad ajena, en el acierto ajeno, porque me estaría engañando a mí.
Enriquecerme con esas sabidurías, con esos aciertos, implicaría que los tengo que incorporar a lo que soy.
No se trata de ser “Churra o Merina”, sino “Yo”, con la responsabilidad de llevar el periódico junto al sillón o de pasear y leerlo sentado en él. Vivir en la Casa del Padre, es hacerlo en la Casa de Todos, eso implica, que cada uno es responsable del buen funcionamiento de Toda la Casa.


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