Miramos a
nuestro alrededor y vemos los grandes avances, la evolución que hemos realizado
en los últimos cientos de miles de años. Ver nuestra capacidad nos hace
sentirnos orgullosos, satisfechos del esfuerzo realizado, para crear una
sociedad y un planeta tan diferente al que recibimos.
Salimos de
un lugar, donde nuestro Padre se enfadó, porque al regresar de su paseo le habíamos
escondido o tirado el periódico. Era lo único que teníamos que hacer para vivir
en su casa, recoger el periódico, llevárselo al lado del sillón de lectura, y
nada más que hacer sino disfrutar de cuanto había en su casa. Así que nos
fuimos, para crear la nuestra donde nadie nos mandase.
Tuvimos que
elegir entre juntarnos con los de fuera o diferentes o no juntarnos, así que
unos que sí y otros que no. Elegimos entre ser nómadas o sedentarios, al
principio lo bueno era ser nómadas, que no tenías que hacer casas, veías muchos
sitios, y recogías la comida que te apetecía.
Pero algunos
se cansaban, enfermaban, no podían seguir el ritmo, o simplemente les gustaba
un sitio y se quedaron. Al final siempre había que elegir entre poner el periódico
al lado del sillón o marcharte a otro sitio.
Pero una
vez que nos hicimos sedentarios y nómadas, hubo que elegir entre seguir a un
grupo o al otro. Ser vasallo o jefe, tener responsabilidad u obedecer y no
preocuparse por nada. Ir a cazar o recoger frutos y plantas. Al final elegimos
entre la lana de las merinas y la carne de las churras.
O Tutsi o
Utsu, griego o romano, cristiano o musulmán, hijo de Dios o del Diablo, el Bien
o el Mal, hoy hay manifestaciones por acoger a los refugiados o por crear
muros, por ayudar a un grupo o a otro, por el olvido de los asesinatos y abusos
y seguir alimentando a los asesinos en el “stablishment”, o continuar la guerra
inacabable, pero a diario salimos a las calles a defender una cosa y su
contraria.
Creemos que
es la complejidad de nuestra sociedad, pero es el continuar la ignorancia e
irresponsabilidad de nuestra salida de la casa de nuestro Padre y nuestra Madre
la Vida. No hemos salido de la elección entre: “Churras y merinas”.
Podemos mirar
en la historia antigua o reciente, se recogieron a pastores que venían y
compraban tierras en Palestina, y nació el pueblo judío.
Se estableció
el Cristianismo, y las tribus de la zona, lo adaptaron creando el Islam.
Podemos mirar
en cualquier pueblo, incluso los que cambiaron su propia cultura por la del
lugar donde llegaron, casos de varias invasiones y cambios de clan en China. Podemos
mirar en India, donde los invasores se acercaron a la cultura local con cambios
menores.
Podemos recordar
que cuando los Arios, llegan a India, siendo minoría, pero portadores del
conocimiento y la tecnología para crear una gran civilización, tuvieron que
crear las reglas que les permitiesen hacerlo, en aquellos tiempos.
Podemos mirar
las invasiones de los países Sudamericanos, tras una gran cultura, unos pocos
extranjeros lograron con la ayuda de las “Churras” o de las “Merinas”,
conquistar a millones de aborígenes, de los que se alimentaban en los pastos
sudamericanos.
Vemos los
conflictos, los cambios sociales, de costumbres en los países donde se mezclan
indiscriminadamente, sin responsabilidad. Podemos mirar la etnia gitana en el
mundo, ¿dónde se ha integrado?, miles de años y solamente una minoría es capaz
de adaptarse, aceptando a cualquier otra cultura.
Los esclavos
llevados a la fuerza a otras culturas, los trabajadores, vemos tribus movidas
de su entorno, que conservan sus diferencias con los del lugar tras miles de
años. Los Tamiles llevados a plantar té a Ceilán, buscando crear su nación
independiente. Los andaluces, buscando la independencia del lugar donde fueron
llevados juntos con fábricas andaluzas, o con el dinero en ayudas que les
negaron en su tierra.
Seguimos en
la misma posición: “Llevar o no el periódico”, aunque pensemos que hemos
cambiado de conflicto.
En los extensos
prados de las “Churras”, el conflicto, las guerras, las divisiones, vienen planteados,
por decidir si habría que dejar de comer para que no hubiese que asesinar o
matar, para obtener la carne.
En los extensos prados de las “Merinas”, si
habría que dejar de vestirse, para que no se matase a las que no producen lana.
Loables ambas preguntas, dicen del buen
corazón, pero que llevaría a morirse a todos de hambre o de frío.
Dejar que entren libremente, sin saber si
podremos comer todos, sin mirar si podremos darles lo que piden, si aceptarán
vivir con nuestras costumbres, si podremos vivir juntos cada uno con las suyas,
si no tendremos que aceptar nosotros vivir con las suyas.
¿Será mejor hacer un gran muro?, no podrán
entrar, pero nosotros tampoco podremos salir. Sé que nos dicen que sí, que
podremos vender nuestra lana sobrante a las “Churras” y que podremos traer la
carne que queramos de ellos, para vivir muy bien con todo lo nuestro y lo que
queramos de ellos. No sé por qué, imagino que no será así.
Lo que nunca he comprendido es: He estado en
países musulmanes, me lavaba los pies, hacía mis postraciones al entrar en la
mezquita y no tuve que cambiar nada.
He comido en buenos restaurantes, viajado en
avión o coche cama, tenido piso, coche, he viajado durante años, he estado de
vacaciones, vivido en diferentes culturas, religiones, costumbres, muchas de
ellas cuando he tenido dinero, otras también sin dinero.
He
cogido comida del suelo y de papeleras, me han dado de comer, he pedido comida
y donde dormir, he dormido en casas abandonadas, al lado de la carretera, casas
en construcción, viajado andando, sin billete, en auto-stop, vivido en tribus,
templos, ashrams, sin luz, sin agua corriente, muchas de ellas cuando no he
tenido dinero, a veces teniéndolo.
Pero mi pregunta nunca ha sido: “¿Churras o
Merinas?”, porque mi planteamiento nunca ha sido ser borrego. Mi pregunta es: “¿Sociedad
humana o de gente?”.
¿Permitimos que alguien de los nuestros nos
expulse de nuestro hogar?, ¿Exigimos a otros que nos respeten y alimenten, pero
que no nos supliquen que les llevemos el periódico?, ¿Vivimos como churras, lo
hacemos como merinas, o aceptamos la responsabilidad de ser humanos?
La riqueza está en la unión de las
diferencias, la miseria en su confrontación.
El problema no es crear o no los muros, sino
el que nosotros los hagamos innecesarios.
No es imponer nuestras diferencias, sino
enriquecer donde vamos, enriquecer y enriquecernos con lo que viene.
No me importa vivir en la ignorancia, en la equivocación,
en el error, siendo míos y pensando que son correctos.
Pero nunca aceptaría vivir en la verdad
ajena, en el acierto ajeno, porque me estaría engañando a mí.
Enriquecerme con esas sabidurías, con esos
aciertos, implicaría que los tengo que incorporar a lo que soy.
No se trata de ser “Churra o Merina”, sino “Yo”,
con la responsabilidad de llevar el periódico junto al sillón o de pasear y
leerlo sentado en él. Vivir en la Casa del Padre, es hacerlo en la Casa de
Todos, eso implica, que cada uno es responsable del buen funcionamiento de Toda
la Casa.
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