Desde la niñez, fui enseñado, por la familia, mis mayores, profesores y amigos, que tenía
que encontrar mi lugar, que tendría que encontrar y esforzarme por ser quien
era.
Hoy, mirando hacia atrás, debo confesar mi
fracaso.
Fui incapaz de esforzarme, de encontrar
lugares mejores, caminos mejores donde mi futuro fuera mejor.
Mirando hacia mi pasado, mirando las
dificultades que he tenido para seguir esos consejos, veo que no puedo cambiar,
reconociendo mi impotencia para hacerlo.
Siempre viví donde estaba, sin buscar un
lugar mejor.
Nunca he podido mejorar lo que soy.
Nunca pude aprender lo que me querían
enseñar.
Nunca he tratado de ser como los mejores
de mi entorno o de las noticias.
Nunca he podido planear mi mañana, saber
lo que voy a decir.
Cuando me han preguntado si me gustaría
ser mejor, a veces he respondido: si sería posible.
Cuando me han preguntado por mis
ambiciones, si me gustaría vivir mejor,
o ser más feliz. He respondido muchas veces que: “He crecido en la
pobreza, en la vagancia y en la ignorancia, nací feliz, viviendo bien con lo
que tenía, y a lo largo de mi vida, he sido incapaz de cambiarlo”.
Voy llegando a la vejez, me hubiese
gustado ser anciano, pero me estoy haciendo viejo. Lo único que me ha quedado
claro, es que si algo hubiese sido diferente, no estaría aquí yo.
No sé si habría podido mejorar mi vida,
pero no la he tenido, simplemente he vivido, tratando de vivir la Vida que soy.
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