No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 11 de febrero de 2017

“SÓLO SÉ QUE …..”

          Dicen que dijo o le es atribuido a Sócrates, la frase de: “Sólo sé que no sé nada”. Verdaderamente, es difícil para los demás, incluso lo sería para él, lo que sabía para decirlo.
Mientras la ignorancia es el albergue de la Sabiduría, pretender saber que eres esa ignorancia, parece un poco pretencioso, para un filósofo que albergaba un conocimiento cercano a la Sabiduría.
Pretender conocer la Infinitud de lo que se ignora, no creo fuese la pretensión de Sócrates. Lo simple, lo honesto, lo correcto, al menos para mí, es decir lo que sabes, aceptando la responsabilidad de las muchas posibilidades de que estés en un error. La verdad de nuestro conocimiento, no puede basarse en que no estemos equivocados o exista error en nuestro conocimiento. No hay ninguna posibilidad de que el conocimiento de algo, exprese lo que es. Siempre hay aspectos equivocados en nuestra percepción. La verdad, depende de nuestra sinceridad, de nuestra honestidad, de que lo que expresamos salga directamente de nuestro corazón.
La Verdad es imposible de ser expresada, a pesar de que no existe mentira o falsedad, en la sinceridad. Siendo toda Verdad incompleta, desde el momento que hay algo o alguien que puede percibirla. Toda Verdad que vive en el Corazón es Absoluta, independientemente de lo equivocada que esté.
Nos hemos acostumbrado tanto a la comprobación de la verdad, contrastando la información, los manuales o las definiciones, que no vemos si la Verdad es en su definición o en su Alma. Vemos a través de los cristales que está lloviendo, y afirmamos rotundamente: “Está lloviendo”. Sin darnos cuenta de que estamos secos, de que no sabemos si llueve más allá de lo que podemos contemplar a través de los cristales o simplemente alguien está echando agua con un aspersor.
Nos ocultamos tras la frase de “Solamente sé que no sé nada”, a veces para no dar nuestra opinión, para no ser responsables de lo que diríamos, para no tener que mostrar el valor de dar una opinión, incluso si es equivocada, simplemente porque es lo que sabemos, lo que pensamos, lo que tenemos para ofrecer a quien nos ha dado la suya o ha compartido con nosotros su ignorancia o conocimiento, que ambos son compartidos cuando somos sinceros en nuestras opiniones.
Vivimos tan sumidos en los miedos, del ¿Qué pensarán?, ¿Me equivocaré?, ¿Será suficientemente profunda mi opinión?.
La Ignorancia se llena con la Sabiduría que puede extraerse de todas las equivocaciones, callarnos se dice que puede ayudar, pero saber escuchar y decir la Verdad, la nuestra, no la de nadie más, solamente la que vive en nuestro corazón, es lo que podemos aportar a esa Sabiduría, de la que todos bebemos, sin que a ella le importe nuestro nivel de ignorancia, porque aprender solamente puede hacerlo el ignorante. Solamente en la Ignorancia puede albergarse la Sabiduría.
Siendo consciente de su pretenciosidad al decir la frase, la amplío un poco, mostrando también su conciencia de persona de conocimiento: “Solo sé que no sé nada, el saber que nada sé, es muestra de mi profundo conocimiento”.
Finalmente es lo que nos ha quedado, repetir una frase de alguien a quien consideramos sabio. No sabiendo por qué la dijo, qué quería realmente decir él, el momento o lo que quería que entendiesen las personas a las que se lo dijo.
Pero al decirla mostramos nuestro profundo conocimiento: “Hemos bajado a los profundos abismos de la ignorancia, donde se ocultan los más ocultos secretos de la Sabiduría, siendo conscientes de lo mucho que nos queda por aprender”.
Solamente nos queda por aprender, aquello que creemos saber.
El conocimiento de lo que está en nuestra Sabiduría, es todo lo que ignoramos.
Para poner el conocimiento en un lugar, no puede haber conocimiento de algo, lo que ocuparía ya el lugar.
Para que pongamos la Sabiduría en nuestras vidas, debemos vaciarlas de conocimiento, cuando solamente exista el Vacío de la Ignorancia, la Sabiduría la llenará, como si la succionara.
La primera ignorancia, es pretender saber lo que somos. La primera Sabiduría es serlo.


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