No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 4 de marzo de 2017

ARGUMENTAR


Publica María en su post, una foto con frase, en ella se lee: “No subas tu voz, mejora tu argumento”.
Para ello solamente hay que usar la razón, hablar desde el conocimiento razonado de lo que recordamos o podemos traer al recuerdo sobre algo.
Casi nunca que expongo argumentos levanto la voz, incluso sonrío para ser más convincente. Pero es tratando de que la otra persona aprenda, acepte o sienta que mi conocimiento supera al suyo y que lo mejor es que aprenda sin discutir.
Ha habido veces, que he dado conferencias en las que expongo mis opiniones o mis argumentaciones, para definir algo, tratando de que los asistentes aprendan de lo que expongo. Voz firme pero suave, con convicciones, mirada sonriente y relajada, con seguridad y a veces tratando de fingir duda. Para que su atención les permita aprender o recordar el máximo.
Pero la argumentación, debería ser en realidad el método para aprender nosotros, por lo que no se puede argumentar con este objetivo sin pasión, sin poner el corazón en que los demás expongan su conocimiento, más allá de lo que saben o puedan recordar. Si al finalizar la argumentación, no hemos aprendido lo que no nos habrían podido haber dicho, es que no hemos puesto suficiente corazón o la otra persona no era merecedora de argumentar en ese momento.
El Maestro expone, para que los discípulos opinen y den su argumentación, su conocimiento o ignorancia, para que el Maestro al aprender pueda guiarlos a su propio conocimiento. Cuando el Maestro, si lo es, no aprende, es porque quien le escucha es un oyente pero no un discípulo.
Mi comentario a la frase en el post de María ha sido:

“Cuando explicas algo para que los demás aprendan, habla suavemente y con convicción.
Cuando hablas, sin respuestas o solamente preguntan para recordar lo que dices, habla con convicción.
Cuando argumentas para tener razón, usa tu convicción, tu elocuencia, tus razonamientos, incluso trata de no escuchar o que no pueda exponer el otro sus argumentos.
Pero si argumentas para aprender, no se puede sin hacerlo apasionadamente, hasta que la otra persona no tenga más remedio que exprimir y exponer su conocimiento”.


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