Quizás,
la forma más simple de entender lo que nos comunican, no sea lo mucho que
sabemos, sino el no tener opinión, ni posicionamiento. De esta manera, siempre
podremos situarnos cerca de la posición de quien nos está hablando.
Hemos
creado un gran número de filosofías y sus variantes, de religiones y sus
sectas, de enseñanzas que nos digan lo que cada cosa es, lo que las situaciones
significan y cuál es la mejor manera de convivir. Por nuestra parte lo que
hacemos generalmente es: o no pensar o ir en dirección contraria, para ver qué
pasa.
Pero
lo curioso es, que la mayoría de las teorías tratan de plasmar en nuestra
convivencia, lo que hemos ido observando en la relación Universal, según
nuestra capacidad de observación.
Hablamos
de fluir, llegar al interior, de que todo se ayuda, de que hay un solo
Universo, una sola Vida, pero en las conclusiones siempre cometemos el mismo
error, nos sigue quedando el verso suelto: “El observador”.
Es
la razón por la que incluso cuando hablamos de Uno, decimos que tenemos que
unirnos, sin darnos cuenta que es porque estamos mirando desde fuera. Esa es la
principal razón de mirar en el interior, siendo Todo Uno, el interior de ese
Uno es nuestro exterior, pues somos lo único que existe fuera de Él.
Este
es principalmente el mayor problema para entender las religiones, pues leemos
los libros sagrados y decimos que el Dios del Libro, Es Todo, pero un Todo que
queremos: “Encontrar, percibir, conocer, entender,
alcanzar, unirnos a Él, …,”, olvidando que no hay nada en un todo, que
pueda conocer o percibir al Todo.
Si
miramos lo que decía Jesús, de que: “El Padre y yo somos Uno”,
veríamos la necesidad que tenía de morir, pues era algo imprescindible. Tuvo que
morir, entregar cuanto era al Padre, crucificar su yo, para que quedase el del
Uno, que era Padre de nadie, que no podía ser Padre, al no haber hijos en el
Uno.
Pero
al leerlo, seguimos dejando al observador fuera. Dice San Pablo que: “Ser
Cristianos es ser Uno en Cristo”, al igual que Jesús tuvo que entregar su
yo, su ego, su individualidad para ser Uno, nosotros tenemos que entregar
nuestro yo en la cruz, crucificar y aniquilar nuestro ego para ser Uno. No es
Jesús quien tiene que morir en la cruz, cada ahora para salvarnos, no es
alguien externo quien nos puede llevar al Uno, sino el abandono, la extinción
de nuestro yo, del observador, del que quiere conocer, encontrar o entender al
Todo.
Este
cambio es necesario para entender lo que hablamos, lo que decimos, lo que
consideramos nuestros valores humanos, porque si creemos que podemos existir
dentro o fuera, unirnos, que tenemos dos aspectos confrontados, que podemos
prescindir de una mitad, es que todavía no sabemos el significado de las
palabras Todo y Uno, en nuestro idioma.
Nos
es difícil entender las religiones, conocer a Dios, encontrarle, pero no se
puede desde una posición propia, desde una opinión confrontada con otra y que
cierra nuestro entendimiento. Es necesario no tener opinión, no tener
posicionamiento, pues mientras lo tengamos, seremos el observador del Todo, del
Uno, el verso suelto y perdido, que buscará eternamente su poema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario