No pretendo molestaros

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Yui Shin

miércoles, 17 de mayo de 2017

EL SILENCIO DE NIETZCHE

          Nuestra forma de comprender las cosas de la Vida, es cuando menos peculiar.
          Tratamos de saber qué es lo que vemos, antes de aceptar lo que algo es. Una vez que sabemos lo que estamos percibiendo a nivel personal, determinamos lo que cada cosa o persona es. Cuando no confiamos en nosotros mismos, decidimos que las cosas y personas, son lo que alguien nos dice.
          La sociedad, creemos que es el funcionamiento de las cosas regidas por las leyes, olvidando que es nuestro funcionamiento o el funcionamiento individual, el que determina lo que una sociedad o asociación es.
          A veces intentamos que un final suceda antes del principio, vemos el producto final de algo y olvidamos que ha sido formado y es la expresión de todo cuanto ha sucedido anteriormente. Que un ahora, es la asociación o sociedad de todos los ahora, que existieron.
          Imagino la sorpresa y extrañeza de Nietzsche, cuando al bajar Zarathustra de la montaña, le espetó por sorpresa: “Dios ha muerto”. La primera reacción sería de salir corriendo o la de encerrarlo, pues o estaba loco o era un “raro”. Es como llegar a una guardería y que te expliquen las leyes de la relatividad o el cálculo del peso del Universo usando una “romana”.
          Cuando dijo a los amigos lo que bajaba gritando Zarathustra, algunos dijeron que se habían quedado huérfanos, así que eran ateos, que todavía no he entendido la relación. Me refiero, a, qué tiene que ver que se le muriera Dios a Zarathustra, para que yo sea ateo.
          La verdad es que tengo muchos problemas para entender a la gente, he oído por ahí que Nietzsche era un filósofo, y todavía no he comprendido, el por qué no le preguntó nada a Zarathustra. A mí al menos si me dicen que alguien ha muerto, preguntaría: por su edad, que cuándo había nacido, por su vida, por sus obras, en fin saber algo del muerto, pues nunca se me ha ocurrido que alguien se muriera sin nacer y sin vivir.
          Una vez comenzada la conversación, preguntaría por sus amigos, por su familia, por sus padres, porque si queremos saber algo sobre lo que se nos muere, tendríamos que saber al menos: “Qué es lo que se ha muerto”.
          Yo tengo claro quién soy, porque aparte de haber estado siempre conmigo, conocí a mis padres, a mis amigos y familia, a veces incluso he conocido algo de los desconocidos, con lo que sé que soy el resultado de todo eso. También tengo claro que hay quien me conoce y quien no, puede incluso que exista alguien que no sepa que existo, lo que me resulta extraño, porque es obvio que lo hago, porque si no: "¿Cómo podría escribir esto?, y no desayunaría por las mañanas". Es por lo que saber que existo es de lo más fácil, solamente hay que preguntarme.
          Así que cuando Nietzsche, me dijo lo de que: “Dios había muerto”, lo primero que le pregunté fue: “¿También ha muerto el tuyo?”. Lo de que había muerto el de Zarathustra me lo había dicho, pero no que lo hubiese hecho el suyo.
          Al conocerme, estoy seguro de que todavía no soy el superhombre, que necesito esforzarme más para que Dios pueda manifestarse vivo en mí. Es lo que indica que mi Dios todavía me es necesario, que no se ha muerto. Él solamente puede morir cuando yo le acoja en mi ser totalmente, entonces dejará de hacerlo en mi percepción, en mi conciencia, en mi Consciencia, dejaré de buscarle, de verle de percibirle, porque quien habrá muerto es mi yo.
          Esta será la muerte de mi Dios, es por lo que me extraña que Nietzsche, no tuviese ninguna pregunta para saber qué Dios se le había muerto a Zarathustra, que no tuviese la curiosidad de saber cómo se moriría su Dios, si lo había hecho o todavía necesitaba vivir en Él.
          Dicen los ateos que Dios no existe, por lo que no puede nacer, no puede vivir, no puede morir. Es justamente el Dios que nunca morirá en mí, sino el que nacerá.


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