Dicen que el que escribe,
lo hace tratando de explicarse su vida.
Es por ello quizás, que
casi todos los escritores y poetas, plasman sus dudas, sus ilusiones, sus
esperanzas, sus vidas, en las palabras que lanzan para que al ser leídas, el
viento les devuelva las preguntas o el entendimiento de quien lo lee.
Qué puede saber quien
escribe de su vida, si solamente es el que la vive, sin poder verla.
Muchas veces se analizan
las obras tratando de comprender la vida, la sociedad, las relaciones
familiares, que llevaron a esa visión de la sociedad, de la vida.
Quien escribe, a veces
piensa que son conclusiones de su vida, siendo que a veces es simplemente la
visión, desde una posición aislada, tratando de encontrar la visión de quien
lee, para completar lo que sus ojos, emociones y mente pueden ver desde su
propia vida, desde su lugar propio en la sociedad, desde sus circunstancias y
visión.
Nos molestan los comentarios,
las visiones diferentes a las nuestras, no por creer que nuestra visión es la
verdadera, sino porque es más cómodo seguir manteniendo nuestra ignorancia.
Quien escribe, en lo más
profundo de su ser, desea que alguien explique lo que no alcanza a percibir,
porque ya conoce lo escrito, lo que tenía en mente al escribirlo.
Pero la incapacidad para
expresar lo que sentimos, lo que percibimos, lo que nuestra mente piensa más
allá de lo que podemos controlar, nos lleva a tratar de saber el entendimiento
que complete nuestra visión, que solamente puede aportar quien ve algo
diferente en lo que expresamos.
Creemos que es el lector,
quien busca nuevos conocimientos, pero es la timidez o la inseguridad, lo que
lleva a buscar otras opiniones que nos enriquezcan en la soledad de la lectura.
El escritor lanza sus dudas al mundo, para que visiones diferentes enriquezcan
la suya.
Poseer la Verdad es
imposible, por muy bien que nos conozcamos, no podemos vernos desde la
distancia, desde un lugar diferente al nuestro. Somos la Verdad, cada uno y
todos, es por ello que el vernos desde todos los ángulos es importante.
Cada una de nuestras
palabras, tiene que ser mirada por todos, aceptados todos los entendimientos,
para conocer lo que hemos expresado.
La Verdad de lo escrito,
está en el entendimiento del lector. Porque no hay equivocación o mentira, en
lo que es entendido desde la honradez, desde la sinceridad con uno mismo, desde
el corazón.
La Verdad no reside en
entender lo mismo, pues todos somos diferentes, sino en aceptar las opiniones más
disparatadas que provienen de la personalidad y experiencias de los demás,
desde su corazón y sinceridad con ellos mismos.
Pero es necesario, que las
opiniones sean expresadas, para enriquecer lo escrito, al escritor, a los otros
lectores, a nosotros mismos. No es el entender lo que leemos lo que es
importante, sino el saber nuestra opinión, nuestra comprensión, tratando de
conocer desde dónde ha sido escrito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario