Se debate
en el Congreso una Ley de Memoria Histórica, para promover la concordia. Consiste
en exhumar los huesos de Franco y de José Antonio, para resarcir a las víctimas
de los dictadores y sus abusos.
El haber
perdido, les retiene en la memoria el rencor, el deseo de venganza, el abuso de
recordar solamente lo que les interesa. Las matanzas empezaron antes de la
guerra, que España terminase la guerra arruinada fue gracias al socialismo y el
comunismo, que robaron dinero privado y el de los españoles, para dárselo a sus
amos.
Hay víctimas,
claro que las hay, pero de los dos bandos, de los que no tenían bando pero eran
obligados por alguien o las circunstancias a combatir y matar, a los que
teniendo familiares en el otro bando fueron obligados a disparar. Y ahora las víctimas
del rencor de unos malos perdedores, que no son capaces de reconciliarse y
perdonar al igual que fueron perdonados. Recordando, publicitando y escribiendo
la historia que les interesa.
No me cabe
duda de que hubo abusos, tampoco que los rencores llevaron a muchos a asesinar
sin combatir, pero no es diciéndonos que solamente un lado cometió los abusos,
como se escribirá una historia que pueda ser aceptada y creída por todos.
La verdad a
veces es dura, a veces podría llevarnos a vivir en el rencor y el odio, porque
hay que conocer ambos lados, para poder aceptar a los que les es difícil
perdonar, ver que los suyos cometieron los mismos actos que los contrarios, que
asesinaron cuando no había guerra por el poder y dictar su ideología, otros lo
hicieron tras la guerra, lo que nos da un empate, en el que sí coincidimos
todos,: “No hay político bueno, o sueñan con el poder o con hacer fortuna”, no
es fácil encontrar quien piense en el pueblo, pero seguirles como borregos en
sus verborreas, tampoco les ayuda a pensar en nosotros.
Dejémosles con
sus odios, sus rencores, el deseo de venganza por haber perdido, el pueblo es
el que debe de olvidar, dejemos que los muertos descansen en paz, que estén
juntos los que mataron y murieron, porque fue una guerra, en la que no hay
inocentes. En las tumbas habrá asesinos de ambos bandos, victimas de todos
ellos. Recuperar La Cruz de los Caídos, para quitársela a la Iglesia, una idea
que nos llevó a la guerra. Dejémosles descansar en paz, descansemos nosotros
también, tras años de haber olvidado nuestra ignominia, la de los dos bandos. Es
la izquierda cuando ha perdido unas elecciones, la que de nuevo trata de vencer
desde el odio, entre una parte del pueblo y la otra. La que establece una
Memoria Histórica a la carta, en la que todos los demás son culpables, los
suyos héroes. Pero en el odio, en el rencor, no hay nadie que venza o gane, si
no es amando al enemigo.
En Cataluña,
tenemos a los voceras, a los que salen amenazando y presumiendo de lo que están
haciendo, siempre que sean los catalanes los que carguen con sus acciones, pagándolas,
no solamente el coste, sino el 3% o 6% adicional de sus comisiones.
Cuando son
llamados ante los tribunales todos presumen de ser gilipollas, pues no sabían,
no creían, que lo que hacían era ilegal. Su responsabilidad es la de ir todo el
rebaño, pues si no sales en la foto, no entras en el reparto de las comisiones.
Su defensa
Maduro, Corea del Norte, Bildu, Podemos y los que es de suponer que si algún día
consiguen el poder, no nos muestran lo que han sido desde el principio,
colocando de generales y mandos de su ejército a los “héroes etarras”.
Las sociedades
van como el péndulo, de un extremo al otro. Si una sociedad es permisiva, la
siguiente limita excesivamente las libertades. Si hay una que trata de unir a
las naciones, sigue una que separa a las familias. Cuando una trata de
establecer el conocimiento, le sigue una de oscuridad.
Buscamos continuamente
la sociedad equilibrada, pero nos tiene que ser impuesta. Es la razón de que
una no nos satisfaga, pero tampoco su contraria. Una sociedad equilibrada es la
de la desigualdad, la de las diferencias, aceptadas por todos. Todos los demás
piensan y son diferentes conmigo, pero es por eso por lo que les respeto y
acepto.
Cuando aceptamos
y respetamos, desaparece el abuso, y nos es permitido vivir dentro de nuestra
aceptación y respeto a los acuerdos establecidos para la convivencia, no tanto
como leyes, sino acuerdos entre todos.
Eso permite
convivir ambos extremos en armonía, siempre y cuando conservemos el amor, que
nos une a todos en una sola sociedad.
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