Es obvio,
que el conocimiento que tenemos, es simplemente las explicaciones y conjeturas
de lo que hemos percibido que sucede a nuestro alrededor.
Hemos dado
nombres y explicaciones de lo que los nombres significan, de lo que se supone
que debe ser la función y manifestación de eso que hemos nombrado con una o
varias palabras, para poderlo reconocer.
Como decía
Confucio: “Cada nombre y cargo mantiene
una correspondencia con su función, siendo de vital importancia que cada
cargo y cada función se lleven a cabo, según el nombre recibido”. Pertenece a las Analectas de Confucio, y explica cómo es
importante esta relación para el buen funcionamiento de la convivencia y el
gobierno.
Pero hemos
basado tanto nuestro conocimiento en la ciencia y sus explicaciones de lo
observado, que hemos olvidado, que solamente damos nombre a lo que podemos
percibir por cualquier medio, quedando la mayor parte de la Vida, en un estado
de Innombrable.
Hay un
dicho que todos aceptamos que es la realidad, incluso de lo que no podemos
percibir: “La energía no se crea ni se
destruye”. Entendiendo por energía, o lo que
hemos llamado energía, a algo inconcreto en muchos de sus aspectos o funciones,
que podemos observar por sus consecuencias o como abstracción de lo que
percibimos, así como la parte que podemos percibir como algo más concreto.
La energía
está en todo, todo está formado de una manera u otra de energía, pero realmente
la Energía como realidad, es solamente perceptible por sus efecto, no en sí
misma. Esto hace que tengamos que darle definiciones, que tengamos que explicar
los efectos o lo que percibimos existir en ella, en cualquier tipo de
manifestación o definición, que obviamente está a su vez formado por Energía.
Incluso en
nuestro Universo séptuple, lo que es observado como materia, se manifiesta en
otro estado en el nivel inferior o superior. Las emociones y el mundo mental de
nuestro plano, es lo sólido en el plano Espiritual. Lo que hace que la mente
que transforma la manifestación de la energía, sea a su vez energía, que a
veces podemos medir en su formación o manifestación, con nuestros medios tecnológicos,
como actividad de la mente. Lo mismo podríamos decir de lo emocional, que no es
que transforme la energía, sino que simplemente es nuestra percepción, la que
la ve diferente.
Publicaba
Lucía, una frase de Albert Einstein que dice que: "La energía no se crea, siempre existe, y no se
destruye, solamente se transforma por medio del pensamiento o voluntad de quien
la maneja”.
Incluso eso
es opinable, puesto que lo que es percibido no es la energía en sí misma, sino
lo que nuestra mente y sistemas de percepción, pueden percibir de la
manifestación de esta energía, que ni tan siquiera se percibe igual, cuando
cambiamos de plano.
Siendo que
nosotros somos también energía, percibiendo energía. Si recordamos que no hay
energías diferentes en un Absoluto, sino las diferencias con la que es percibida,
en su manifestación o capacidad de percepción.
Que incluso
en nosotros, es una sola célula la que se manifiesta como células diferentes,
al ser manifestada por medio de la manifestación de las infinitas
individualidades que la integran. Si siguiésemos mirando en las energías
percibidas, avanzando en nuestra percepción en energías más sutiles, con una
percepción cada vez más profunda. Llegaríamos donde se llega siempre que
intentamos definir la Vida con nombres y funciones:
“La Vida no tiene algo interno o externo que pueda percibirla, porque en
su Naturaleza y Esencia Última es solamente Vacío. La Vida como Energía, no
cambia su definición, es por ello que no puede transformarse o destruirse, no
porque está más allá de la mente y la voluntad, sino porque ellas son esa misma
Energía, cuya Naturaleza es Absoluta y de Vacío”.
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